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Capítulo 36: A mi merced

“No esperes a Horatio despierta, él y yo tenemos mucho de que ponernos al corriente”.

Isla le dio algunas vueltas en su cabeza al mensaje que había recibido. Aunque no tenía agregado el número del remitente entre sus contactos, adivinó tan pronto como lo recibió que era de Cinzia.

No podía entender por qué Horatio no le había escrito o llamado para decirle que ya había llegado a la ciudad y que se reuniría con Cinzia antes de regresar a casa.

—Él me lo explicará cuando llegué —se dijo en voz baja. Confiaba en Horatio y no iba a dejar que algunas palabras, escritas por una arpía, la hicieran dudar de él.

—¿Dijiste algo, cariño?

—No es nada mamá —se apresuró a decir mientras colocaba el recipiente de la ensalada.

—¿Está todo bien? Luces algo preocupadas.

—Sí, solo fue un día largo. —Se esforzó por sonreír y fue por los platos.

—¿Crees que Horatio tarde en llegar?

—No era mi intención hacerlas esperar.

Isla se dio la vuelta y vio a Horatio de pie en la puerta.

—Oh, hijo, no te escucha
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