- Deberías irte, cariño.
- No debo haber pasado, Irina. no pude estudiar Francis, quien me solicitó en el último minuto.
- Mamá, está mintiendo. Este diablito siempre ha sido un buen estudiante y todos lo sabemos.
- Francis, no la llames demonio. – se quejó Irina.
- Pero todos la llamaban así.
- Yo era un niño, Francis. Observé, rodando los ojos.
- Un niño demoníaco. - Irina se echó a reír. “A veces mentía que Francis no estaba en casa para que no destruyeras todo en mi casa.
- Irina, ¿fuiste tan mala conmigo?
- Un poco, lo confieso. Además, era un poco posesivo con mi Francis.
- Ya veo, hijo único.
- No eres hijo único y tu madre también es posesiva contigo. – observó Francisco.
- Bueno, Irina se dio cuenta de que yo no ofrecía ningún riesgo y empezó a quererme. Cambié de tema, quitando el foco de atención de mi madre.
- No es lo mismo. Me di cuenta de que no tenía sentido ir en contra de ustedes dos. Al final, pensé que ustedes se unirían tarde o temprano y lo perdería de una forma u otra.
- Dios no lo quiera, Irina. - Hice una mueca.
- Mamá, puedes tirarme a cualquier chica, excepto a Vi. No va a pasar.
Francis fue al pequeño y ordenado sótano y tomó una botella de vino.
- Quiero un nieto, Virginia. - ella dijo.
- No puedo evitarlo, Irina. Pero también quiero que Francis se recomponga y deje de perseguir a todas las chicas. Es hora de que encuentre a alguien estable. - Fui sincero.
- Puede que haya encontrado a la persona. Guiñó un ojo.
- ¿Y no es Virginia? – preguntó Irina confundida.
- Francis, si es Dothy te juro que me cansaré de ti.
- Dothy Falco? – preguntó Irina.
- Sí. - Respondí.
- Es una buena chica, Virginia.
- No, Irina. Ella trató de matarme.
Irina se echó a reír:
- Fue un accidente, Virginia. Y vosotros erais niños.
- ¿Quieres vino? – me ofreció.
- Sí. Aceptado.
Llenó la copa y me la entregó.
- ¿Estás realmente interesado en Dothy? Irina lo miró con curiosidad.
- Sí. – hablaba en serio.
Joder, mil jodidas veces. Estaba realmente interesado en Dothy. Tendría que hacer algo para detenerlo. Aunque tuviera que recurrir a Andreia, para seducirlo y quedarse con él para siempre.
- ¿Estás bien, Virginia? – preguntó Irina.
La miré, inseguro. Probablemente se había perdido parte de alguna conversación entre ellos. Así que solo asentí con la cabeza.
Francis me abrazó y me dio un beso en la mejilla, sonriendo:
- Mamá, ella no escuchó nada de lo que dijiste. En este momento su cabeza está hirviendo de odio por Dothy y está pensando en conseguirme una mujer, para alejarme de su enemigo mortal.
Los dos empezaron a reír. Guardé silencio. ¿Cómo lo supo? ¿Ahora tenía un lector de mentes?
Llegó Mauricio, yendo directo a abrazar a su hijo:
- Estoy orgulloso de ti, Francisco.
- Gracias papá.
Eran una familia unida, feliz, perfecta. Lo opuesto al mio. Se respetaban, amaban y se preocupaban el uno por el otro. Y la mayor parte del tiempo incluso conmigo, que ni siquiera era familia. Actuando muy diferente a la forma en que mi madre trataba a Francis. Ella lo recibió en nuestra casa toda su vida, pero nunca lo trató bien.
Maurício me dio un beso en la mejilla y luego otro en su esposa. Irina también recibió un beso en la mejilla, como el mío. ¿Todos los matrimonios fracasaron después de un tiempo? Sin condimentos, sin sal, sin sexo... Me frustré con esa parte.
Luego caminamos hacia la mesa. La sopa de Irina estaba divina. Aunque estaba un poco recelosa de servir sopa para la celebración, lo disfruté. Hubo varios complementos que Provost probó, pero yo no. La sopa y el vino me dejaron satisfecho.
Cuando terminamos de cenar, Maurício dijo:
- El postre corre por mi cuenta.
- Espero que Virginia pueda comer. - dijo Francisco preocupado.
- Puedo apostar que ella puede disfrutarlo tanto como tú. Él me guiñó.
- El postre está en la calle. Tendremos que ir a buscarlo. – dijo Irina.
Los seguimos hasta la puerta del garaje. Cuando llegamos allí, Maurício abrió la puerta y había un carro blanco con un moño enorme.
- Este es el postre. – dijo Mauricio. - Tu primer coche. Lo necesitarás ahora, ya que vas a estudiar en otra ciudad.
- ¡Mierda! No me lo esperaba. – estaba completamente sorprendido.
¡Un carro! Francis ganó un auto propio por aprobar la universidad. Me alegré mucho por él... Y por mí, porque ahora sería mucho más fácil conocer otros lugares.
Era nuestra independencia. “Guau” no. Suyo, en realidad. Pero como hacíamos todo juntos, me metí en el círculo.
Francis te lo agradeció mil veces. Se fueron y nos quedamos los dos allí. Se detuvo junto al coche y me abrió los brazos. Corrí hacia él y salté sobre su regazo.
- Tenemos un auto, Francis.
Hizo girar la llave en su mano:
- ¿Adónde vamos, Vi?
- Quiero bailar. Me moví todavía en su regazo.
Él me defraudó:
- Oye, eres delgado, pero pesado.
- No reclames.
- Creo que subiste un poco de peso. O tu madre pidió unos cuantos ml más aquí. Tocó mi pecho.
Su toque me hizo sentir incómodo. Lo miré, sintiendo un escalofrío en el estómago, recorriendo mi columna vertebral.
- Me disculpa. - Dijo Francis, arrepentido, mirándome también confundido.
- Bueno, comí a escondidas toda la tarde. Me quedé sin stock para las películas. Y... no me quedaba bien con el vestido que voy a usar para el baile.
- Tu madre ciertamente quería matarte.
- ¿Por qué crees que comí en secreto ?
- Está bien, ve a cambiarte de ropa. Vamos a debutar mi regalo.
- ¿Me estás llamando descuidado? – me burlé.
El teléfono sonó y él contestó. Me subí al coche para ver cómo era por dentro. Volvió a oler. Los asientos eran de cuero y el espacio interior era bueno. Me acerqué al asiento del conductor y fingí conducir. Entonces escuché su conversación, sin querer:
- Claro querida. Me cambiaré de ropa y te buscaré. Espérame frente a la puerta. No quiero entrar, ¿de acuerdo?
Nuestros ojos se encontraron en el espejo retrovisor. Colgó el teléfono y vino a mí desde afuera. Metió la cabeza dentro del coche y dijo:
- Yo... tengo una cita ahora.
- ¿Lavadora? pregunté furiosamente.
- Sí. - él admitió.
- ¿Me dejarás por ella, Francis?
- Virginia, tú misma dijiste que tenía que encontrar a alguien e involucrarme. Ahora se está quejando.
- No ella.
- ¿A ella no, o “no” a cualquiera con quien me quiera involucrar?
- ¿Qué estás insinuando, Francisco?
- ¡Nada, m*****a sea! - Se fue y se dio la vuelta con el cuerpo, las manos en la cabeza, molesto.
Salí del auto y azoté la puerta.
- ¿A donde vas? Puedes ir, Virginia.
Me di la vuelta y dije:
- El día que me veas en un coche con Dothy me puedes meter, Francis. Porque voy a estar loco.
- Virginia, estás siendo infantil.
- Y tú cruel.
- ¿Qué clase de amigo eres, que no está contento con mis victorias?
- ¿No estoy contento con tus victorias? – grité.
No tenía sentido discutir. Si él quería estar con ella, que así sea. Le di la espalda y volví a casa. No sería yo quien le impidiera ser feliz, aunque fuera con la bruja, desconsiderada y mi mayor enemiga, Dorothy Falco.
Tan pronto como entré a la casa, caminé directamente a través de la habitación, donde estaban todos.
- Oye, ¿tu padre no se merece un beso? – preguntó Yan.
Regresé y le di un beso a mi padre.
- Tu cara no es buena. – pronto se dio cuenta.
- Problemas. Pero pronto se resuelven. Nada serio.
- En serio que sí, Yan. Ella no se metió en el vestido. - mi madre dijo.
- Mamá, por favor, hoy no.
- ¿Quién te dijo que engordaras? Eso realmente te deprime. Estar hinchado, lleno de estrías, celulitis...
Subí las escaleras y me fui a mi habitación. Fue un momento raro de mi familia junta, en la misma habitación y viendo la televisión. Pero mi madre logró poner fin al breve momento.
Me duché, me puse un pijama corto y sencillo y me acosté. Ya era de noche, pero no tarde. Me di la vuelta de un lado a otro y no podía conciliar el sueño.
Pronto vi que las luces de la casa se apagaron y todos se fueron a dormir. Me acerqué a la ventana y vi que Francis aún no había regresado.
¿Pasaría la noche con Dothy? ¿En un motel o te la follarías en el auto?
Bajé las escaleras que estaban en la ventana y salté al patio de su casa. Tomé la llave de debajo del inodoro y entré a la casa. Todos ya estaban dormidos.
Subí las escaleras y fui a su habitación. Encendí la luz y la cama estaba igual, hecha.
Cogí una manta ligera y me acosté. Fue horrible estar allí de pie, esperando que él regresara. Pero aún peor era quedarme en mi casa, recordando las palabras de mi madre, resonando en mi cabeza.
Me sentí solo, completamente sin nadie, por primera vez en mi vida. Porque mi madre siempre fue cruel con las palabras, nunca medía el peso que tenían y lo que podían hacerle a las personas. He estado escuchando eso desde que crecí a los trece años: no puedes engordar, no puedes tener estrías o celulitis. Tus senos no pueden caer.
Ahora Francis iba a salir con Dothy y no tendría a nadie con quien compartir nada más en mi vida. Lo perdería para siempre.
Conocí a Andréia cuando se quedó con Francis hace unos años. Salimos juntas y hasta me presentó a uno de los hombres con los que tuve el placer de echar un buen polvo. Pero pronto no funcionaron, lo que siempre hacían las chicas de Francis. Así que siguió pasando el rato con nosotros y terminó convirtiéndose en todos amigos.
Y eso podría pasarle a cualquier otra chica, además de la que intentó matarme.
Terminé quedándome dormido, todavía enojado y triste.
Me desperté con el sonido de la ducha en el baño. Abrí los ojos y me estiré. El sol brillaba en parte de la cama y la puerta de cristal estaba entreabierta, balanceando la cortina.
Me levanté y fui al baño. Francis se estaba duchando, silbando. La ventana de la ducha estaba empañada y no podía verlo, solo escucharlo, junto con el sonido del agua. Parecía feliz. Aparentemente la noche había sido buena.
- ¿Se lo comió en el auto o en un motel?
Saltó, sobresaltado:
- ¿Quieres matarme de corazón, Vi?
- Hizo una pregunta.
Pasó la mano por el cristal y vi su rostro.
- Pareces la mujer que le cobra al marido que llega tarde a casa.
- En este caso, quién pasó la noche fuera.
- Todo lo que necesitas hacer es poner tu mano en tu cintura y preguntar "¿Quién es ella?"
- No haré eso... Porque sé quién es ella.
Pasó la mano por el cristal de la parte inferior, que mostraba su trasero, y me dio la espalda.
- Esto no es real. - grité. - Estúpido.
- Creo que estás celoso.
- No estoy celoso de ti, Francis.
- Así que es Dothy de quien estás celoso.
- Está bien, estoy celoso. - Admití. - No quiero perder a mi amigo.
- No me perderás. – Se dio la vuelta, dejando al descubierto su pene, en la parte de la caja por donde había pasado su mano, la cual no pude evitar mirar.
Puse una mano sobre mis ojos, tratando de no mirarlo alardeando ante mí.
- ¿Que pasó? ¿Nunca has visto un pene en tu vida?
No tan grande, pensé para mis adentros. ¿Qué carajo es esto? No quería mirar, pero mis ojos no obedecían. ¡Que vergüenza!
Salí del baño. Cerró la ducha, se envolvió en la toalla y vino detrás de mí:
- ¿Por qué viniste a dormir a mi casa? - le preguntó.
- Me peleé con mi madre.
- ¿Lo juras? ¿Cuándo dejará de pasar esto?
- Dijo la persona que se preocupa por mí. – me burlé.
Francis agarró mis muñecas mientras me empujaba contra la pared:- Me preocupo por ti. Creo que eres la persona que más me importa en la vida.Su madre abrió la puerta, dejándonos completamente quietos.Irina se avergonzó y dijo:- Debería haber tocado antes, lo siento. Pero pensé que Francis estaba solo.- Está bien madre. Dejó caer mis muñecas.- Buenos días, Irina. Dije sonriendo torpemente.- ¿Llegasteis aquí esta mañana o dormisteis juntos? preguntó, confundida.- ¡Madre! - él gritó.- Perdón por mi intrusión. - Dijo ella, haciendo como si fuera a cerrar la puerta.Corrí hacia ella y le dije, impidiendo que cerrara:- Dormí aquí, solo. Francisco llegó esta mañana. - Expliqué.- No, Francis no llegó esta mañana. Vi la hora en que llegó. - Explicó, con una ceja levantada.Miré a Francis, quien sonrió sarcásticamente, con el cabello erizado y el cuerpo aún húmedo. Le tiré una almohada, con fuerza. Se agachó y levantó la puerta del balcón.- ¿A que hora llegaste? Casi grité.- Unas t
- Está bien, Francisco. No necesito salir contigo. De hecho, “no saldré” contigo. Pero acepto tu relación con ella.- No es una relación, Vi.- No claro que no. – me burlé. – Solo me dejó solo para salir con ella cuando dijo que íbamos a estrenar su auto nuevo.- ¿No dijiste que era hora de que me mudara y encontrara a alguien?- Y acabas de decir que no estabas saliendo con ella. Pero bueno, Francisco. Estamos bien y no quiero hablar de ella.Entró y se acostó en mi cama, poniendo sus manos detrás de su cabeza como solía hacer.Me senté frente a la computadora y abrí la página de la universidad:- Ven aquí y mira algo, Francis.Se levantó y se acercó a mí, poniendo su cabeza justo por encima de mi hombro. Podía oler la menta saliendo de su boca y lo miré seriamente:- ¿Vas a salir más tarde?- ¿Porque?- Está masticando chicle de menta.- No es lo mismo. Abrió la boca.- Pero masticó...- Sí, pero ya lo tiré. – siguió leyendo lo escrito en la pantalla.- Siempre que mascas chicle de
- Pero habíamos acordado...- Virginia me necesita ahora. Te hablaré mañana.- Francis, si me voy no volveré a hablar contigo. – amenazó ella.- Lo siento mucho. No puedo hacer nada si esta es tu decisión.Le dio la espalda con furia y se fue.- Francis, no necesitas pelear con ella por mi culpa. Estoy bien, lo juro. Él sonríe con fuerza.- Sí, está bien, solo decidió ponerse un kimono sobre su pijama y venir a llorar a la plaza. En otras palabras, no podía llorar en casa.No dije nada. Bajé la cabeza.- ¿Le dijiste?- Sí.- Y ella hizo un escándalo.- Sí.- Y te rendiste.- No fue solo eso. Ni siquiera tengo dinero para pagar la universidad.- Yo te puedo ayudar.- Francisco, eres mi mejor amigo. Te amo. Pero nunca podría aceptar eso.- Ella hará cualquier cosa para detenerte.- Ella se enfermó.- ¿Y tú creíste, Vi?Asenti.- ¡Yo no creo! Se pasó las manos por el cabello y comenzó a caminar nerviosamente por la pérgola.- Francis, no fue su invención. Incluso palideció.- Cuando fuis
- Te voy a pedir estas pruebas, Virginia. – El médico me entregó las requisiciones. - Espero que tu alergia haya desaparecido.Sentí alivio dentro de mí. Entre idas y venidas con eso, quitarme la alergia era como hacer una vida normal, sin miedo, poder comer en todos lados, visitar gente y no tener miedo a ser feliz.- Eso fue gracias a todos los cuidados que tuve con ella, doctor. Mi madre insistió en presumir.- Yo creo eso, Michelle. Pero recordando que Virgínia tiene 21 años y creo que ya sabe cuidar su propia alimentación. Y cuando ella no sabía, tuvimos varios contactos con leche y derivados en el camino, ¿no? - Él sonrió.Contuve la risa. Sí, le estaba diciendo a mi madre que ella no era responsable de mi curación, pero yo era yo mismo.- Sepa que toda la comida que se consume en mi casa es sin proteína de leche, doctor. Incluso traté de adaptar los menús con alimentos que siempre le gustaron para que nunca tuviera que privarse de nada. - Ella reclamó.Eso era cierto. Odiaba co
- Siete personas y cinco plazas. ¿Es eso mismo? - preguntó Andrea. – ¿Ya no sabes contar, Francis?- Bueno, dos personas irán en la vuelta. - Dijo Francis, despreocupado, subiendo al auto.- Y no seré yo. - sonrió, abriendo la puerta y sentándose a su lado, cerrándola de inmediato.Me miró y yo sonreí irónicamente:- No te importa, ¿verdad?- De alguna forma. Contestó, levantando las cejas.Mientras tanto, en el asiento trasero:- Me llevaré a Andrea. – dijo Liam.- No, puedo tomarlo, no hay problema. - aseguró su amigo.- No me importa que se siente en mi regazo. – dijo Douglas sonriendo.En mi humilde opinión, debería ir en el regazo de Douglas, porque era lo mismo que sentarse en el asiento del coche. No ofrecía ningún peligro con su polla en miniatura.- ¿Qué es reír solo? – me preguntó Francisco.- Recuerdo una cosa...- ¿No quieres compartir?- No es lo mismo. - Lo aseguro.- ¿No solo yo, en particular? – dijo, curioso.Negué con la cabeza negativamente.- Francis, ¿dónde crees
Dorothy nos pasó por la puerta del baño. Salimos como ella entró. Y nos encontramos con Francis.Andréia se echó a reír y me habló al oído:- Vamos allá. Dijiste lo primero... Cualquiera. Sería... ¿Cómo es realmente? Me acordé: un acto de caridad.- Cualquiera menos él.- Te prometo que la sacaré de tu vida de una vez por todas. Pero a cambio lo besarás.Estábamos uno frente al otro, pero él estaba un poco más lejos, mirándonos. Respiré hondo y sacando coraje de no sé dónde, y con la esperanza de que Dothy saliera del baño y nos alcanzara, me acerqué a Francis y me detuve a centímetros de él."¿Dónde…" comenzó a hablar.Puse mi dedo en su boca, evitando que hablara y lo miré fijamente, diciendo:- Cierra los ojos, Francis, te voy a besar ahora.- ¿Como asi? Dio un paso atrás, sobresaltado.Envolví mi mano alrededor de su cuello y lo atraje hacia mí, tocando mis labios con los suyos, sin saber si seguirlo o no. Cerré los ojos y sentí que colocaba sus manos en mi espalda. Nos quedamos a
- Oye, chico, yo duermo con Virginia en su cama y ella en la mía toda mi vida. Si quisiéramos hacer algo, ya lo habríamos hecho. ¿No es así, Vi? Pasó su dedo a lo largo de mi longitud húmeda.- Sí... - dije en voz baja, con la sangre hirviendo en mi interior.La música estaba alta, las voces aún más fuertes y todos discutían. Su dedo entró en mi raja, lenta y profundamente. Liam pasó por un agujero y me senté, mordiéndome el dedo con fuerza y cerrando los ojos para no gritar de placer.Pasé mi mano detrás de él y traté de desabrocharle los pantalones. Francis sacó su dedo de dentro de mí y lo abrió lentamente, volviendo a hacer lo que me estaba matando a mí ya mi cordura. Toqué su miembro duro como una roca sobre su ropa interior, incapaz de sacarlo.Mierda, daría cualquier cosa por estar a solas con él y que hiciéramos esto decentemente. Si hubiera una forma de hacerlo “decentemente”. Después de todo, era completamente indecente. Estábamos tocándonos en un auto lleno, haciendo todo l
- Gracias Padre.- En el fondo, ella te ama. Y lo hace, sí. Porque ella es tu madre.- Pero a veces me hiere profundamente.- Así como me duele a mí ya su hermano y probablemente a ella misma.Me acarició la cara y preguntó:- ¿Qué pasó entre tú y Francis?- Nada, papá. Fue solo un beso. Nada más que esto.- Un beso puede ser el comienzo de grandes sentimientos... Y eso lo sabes, ¿no?- Siempre tuve fuertes sentimientos por Francis. Como amigo... Vive en mi corazón.- ¿Y si lo arruinas todo?- Lo sé, papá. Yo mismo hablé con él y le dije que no quería seguir con eso. Y estoy seguro de que Francis lo entenderá.- Tu madre dice atrocidades, hace cosas malas. Pero tiene razón en una cosa: Francis no es para ti.Me río, irónicamente:- ¿Por qué no es lo suficientemente rico?- No tuerzas las cosas. no soy michelle Soy Yan, tu padre, que te ama. No tienes que encontrar a alguien rico. Tienes que encontrar a alguien que te ame y que tú también ames.- ¿Cómo están tú y mamá? Levanté la vista