Capítulo 11

Al despertar, una luz brillante y azulada le segó la visión. Se cubrió los ojos por instinto e intentó levantarse, pero unas manos enguantadas en látex la obligaron a acostarse de nuevo. El terror la dominó y comenzó a luchar para soltarse del agarre. Sin embargo, una cálida voz familiar sonó junto a ella y la calmó.

—Tranquila, Tania. Estás a salvo.

Forzó la vista y pudo notar que se encontraba en la sala de un hospital, rodeada por otros pacientes, por algunas enfermeras y por Carlos, que estaba a su lado y le acariciaba los cabellos.

—¿Qué sucedió?

—Te desmayaste.

—¿Cuándo…? —Esperó a que una enfermera terminara de revisar la vía que tenía en el brazo para conversar con él en privado—. Lo último que recuerdo es que nos rodearon unos militares, pero después… todo se vuelve confuso.

—Estabas muy asustada, llorabas y temblabas. Los nervios te vencieron.

Quedó pensativa, hacía un gran esfuerzo por recordar.

—Estamos en el Jarillo. Nos trajeron al hospital del pueblo. Pronto regresarás
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