DANIEL O'HIGGINS Siempre creí que viviendo en paz los problemas no me alcanzarían, pero me queda claro que estaba equivocado. Me siento desorientado ahora mismo, por no saber que hacer con lo que mi hermano me confirmó. Es un secreto demasiado grande para guardarlo solo para mi, pero se que pedirle explicaciones a mi madre solo hará que sea más sigilosa. Ella misma ha tomado precauciones para obrar escondida, lo que menos quiero es que tome aún más recaudos. No sé tampoco como hacer para que ella confiese lo que hizo y tampoco sería capaz de pedirle a la madre del bebé que se practicara un aborto. Los planes de Dios son perfectos y si él cree que esta vida tiene que venir al mundo yo jamás iría contra su voluntad. Al transcurrir dos meses aún ni mi hermano ni yo tenemos novedades y eso me preocupa por demás. No sé que hacer. La incertidumbre de esta duda me carcome. Tampoco se que haría si viniera la madre del niño a buscarme, seguramente la ayudaría pero le haría previamen
DANIEL O'HIGGINS Volví a visitar a la mujer que mi madre contrató para darle vida a la muestra que congelé hace tantos años. Tenía la esperanza de que tal vez ella supiera si había otra muchacha que pudiese ser la receptora de mi muestra, pero ella no sabía ni siquiera quien era el padre de su criatura. Mi hermano no confió ciegamente en sus palabras y creyó que probablemente ella tuviera algún tipo de relación y que de allí surgiera el embarazo, pero algo me obligaba a creer en las palabras de ella. En mi corazón sabía que ella no estaba mintiendo. Con el transcurso de algunas semanas comencé a sentirme paranoico. Sentía un horrible presentimiento en el pecho y temía de verdad por la seguridad de la madre de mi hijo, si es que él llegó al mundo. La gran posibilidad existente era que la mujer haya sido inseminada con una muestra equivocada, pero entonces quien llevaba mi muestra seguramente podría haber sufrido graves consecuencias y más aún si estaba casada. En verdad no
ROSARIO GARCÍA Muchas cosas han pasado en mi vida desde aquel ADN que jamás olvidaré. El divorcio fue demasiado rápido, al cabo de un mes mi esposo era un hombre felizmente divorciado que me odiaba con toda su alma. Por orgullo como mujer y también como madre yo no lo busqué, mucho menos le supliqué que me escuchara, ¿Que sentido tenía? Aún lo amo, pero la decepción pesa más que el amor que siento por él. Christian es la luz de mi vida y aunque ha sido duro salir adelante jamás me rendí y se que no lo haré. Vendí mi teléfono y con el dinero ganado compré uno usado a un precio muy bajo. También vendí algunas cosas que Ricardo me regaló y eso me ayudó para poder ahorrar y alquilar un pequeño apartamento del cual pagué tres meses por adelantado. Amo a mis padres, pero vivir con ellos se volvió insostenible, aún más luego de saber que mi madre fue a buscar a Ricardo para pedir por mi. ¿Cómo fue capaz de humillarme de esa manera? Christian va a una guardería en la que no
DANIEL O'HIGGINS Conocer a la madre de quién se que es mi hijo me coloca en una situación incómoda. No quiero prejuzgar a Rosario por mi vocación como sacerdote, pero por otra parte no consigo hablar con ella sin hacerlo. Ella presenta aún varios enigmas que jamás contemplamos mi hermano y yo, de los cuales no tengo ninguna respuesta. Ella me dijo que fue a hacerse otro procedimiento médico y no consigo comprender como acabó con mi muestra en su interior. Con lo costosos que son los tratamientos de fertilidad, ¿Por qué un médico realizaría uno sin que se lo hayan solicitado? Lo más inquietante es que la doctora que se lo realizó es una de las que ya no trabaja en la clínica. -Mi intención no es juzgarte, tan solo creo que debemos ser sinceros mutuamente para poder tener respuestas- Lo que le digo es suficiente para molestarla aunque esa no es mi intención Jamás una mujer me había tratado tan mal como ella, pretendiendo que me vaya aún sin haberme escuchado y no consigo en
ROSARIO GARCÍA Nací en Colombia, pero desde pequeña vivo en Estados Unidos. Mi familia decidió mudarse en búsqueda del sueño americano y gracias al arduo trabajo pudieron conseguirlo. Tengo 27 años y aunque estudié en la universidad no ejerzo mi profesión. Soy chef, pero aunque amo cocinar, cambié mis sueños profesionales por el amor de un hombre. Conocí a Ricardo Fontana a la salida de la universidad por amigos en común. Al verlo, comprobé que el amor a primera vista si existe. Él, es un hombre guapísimo de piel canela apenas un poquito más oscura que la mía. Es alto, atlético, fuerte. Todo en el me gustaba y así lo quisiera me era imposible encontrarle defectos. Claramente, con él también aprendí que el amor es ciego. Después de un año de novios, Ricardo me pidió ser su esposa y ese día me sentí la mujer más dichosa que habitaba en este mundo. Apenas dos meses después caminé al altar vestida de blanco. Mi cabello castaño estaba semi recogido y adornado con pequeñas flores blanca
ROSARIO GARCÍA Aún lo recuerdo tal como si hubiese sido ayer. La felicidad se vuelve un recuerdo pasado en mí vida mientras pienso en todo lo que perdí. No se con exactitud cuando lo que era un matrimonio perfecto e ideal cambió para siempre, pero lo hizo y fue camino a la destrucción sin escalas. Solo se que miré a Ricardo y no pude identificar a la persona de la cual me enamoré. Todo comenzó cuando comenzamos a buscar un hijo. Lo tenía todo a su lado, una vida feliz, teníamos una economía estable, jamás discutíamos e íbamos juntos a cada sitio demostrando el inmenso amor que juramos ante Dios sentir. Dejé de protegerme un día, tal como lo habíamos decidido. La felicidad que sentía era incompleta por no ser madre. Era mí sueño desde muy pequeña darle vida a un bebé y más aún cuando amaba tanto a mí esposo. En mí corazón sabía que era improbable quedar embarazada en el primer mes de búsqueda, pero aún así mí ilusión estaba latente y mí esperanza intacta de que sucediera. Los pri
RICARDO FONTANAJamás creí amar tanto a una mujer como a Rosario. Se que ella es incomparable, totalmente virtuosa, la mujer y esposa perfecta. Mis padres, así como toda mí familia, amaron a Rosario. Ellos se alegraron tanto como yo cuando les dije que había aceptado ser mí esposa. Ahora, cuando miro a mí esposa habiendo sucedido tantas cosas es que se que ya no puedo seguirle mintiendo, aunque también se que es imposible que me atreva a decirle la verdad que con tanto cuidado escondí. El deseo de Rosario por ser madre siempre fue aún más grande que el amor que por mí sentía. La entiendo y se que sacrificó cosas por estar conmigo, pero yo también hice demasiado por ella y no sé si lo pueda reconocer o valorar dadas las circunstancias. Ahora mismo casi no hablamos y la que antes fue una cama en la que sentía el calor de su cuerpo ahora no hay más que soledad porque ella duerme en el cuarto que diseñó, pero no para nosotros. Se que estoy perdiendo a mí esposa, pero mí orgullo no me
ROSARIO GARCÍA Aún después de lo que fue lo que me pareció un tiempo interminable de búsqueda, aún creía que mi matrimonio tenía esperanzas. Yo sabía que cuando llegara nuestro primer hijo, estaríamos incluso mejor que al inicio. Hoy cuando pienso en aquellos meses es cuando comprendo que las señales siempre estuvieron frente a mis ojos, pero que yo decidí ignorarlas por el amor que sentía. Después de varios meses de búsqueda fue que comencé a evaluar varias alternativas y posibilidades. Consulte a un especialista en fertilización asistida y llevé los múltiples análisis que me había realizado. También llevé anotados todos mis períodos. El doctor me dijo que era un proceso largo y que no había éxito en la primera prueba sino que varias parejas se sometían a varios tratamientos hasta conseguir ser padres. Las cifras me asustaron y me hicieron desistir. Consideré comenzar a trabajar y ahorrar el dinero pero demoraría años, aún así estaría fallándole a Ricardo, porque él no quería que