CON AYUDA DE DIOS

ROSARIO GARCÍA

Aún lo recuerdo tal como si hubiese sido ayer. La felicidad se vuelve un recuerdo pasado en mí vida mientras pienso en todo lo que perdí.

No se con exactitud cuando lo que era un matrimonio perfecto e ideal cambió para siempre, pero lo hizo y fue camino a la destrucción sin escalas. Solo se que miré a Ricardo y no pude identificar a la persona de la cual me enamoré.

Todo comenzó cuando comenzamos a buscar un hijo. Lo tenía todo a su lado, una vida feliz, teníamos una economía estable, jamás discutíamos e íbamos juntos a cada sitio demostrando el inmenso amor que juramos ante Dios sentir.

Dejé de protegerme un día, tal como lo habíamos decidido. La felicidad que sentía era incompleta por no ser madre. Era mí sueño desde muy pequeña darle vida a un bebé y más aún cuando amaba tanto a mí esposo.

En mí corazón sabía que era improbable quedar embarazada en el primer mes de búsqueda, pero aún así mí ilusión estaba latente y mí esperanza intacta de que sucediera.

Los primeros meses de búsqueda se convirtieron en muy satisfactorios debido a la intensa actividad sexual que teníamos. Se que Ricardo estaba feliz y complacido al esperarlo a la salida de su trabajo con poca ropa puesta.

Al transcurrir algunos meses y no lograr quedar embarazada, nuestra vida sexual se volvió monótona y casi se convirtió en una obligación.

Leí muchos artículos en internet e hice dietas que favorecían un periodo más fértil, pero esos métodos no funcionaron. También intentamos algunas posiciones que favorecían la concepción y el resultado fue el mismo, un test de embarazo negativo.

Luego mí preocupación fue aún mayor y comencé a hacerme distintos exámenes médicos en los cuales todos los valores eran normales. Mí frustración solamente crecía, pero comencé a notar que mí amado esposo no se sentía tan emocionado como yo por ser padre.

Desgraciadamente comenzamos a discutir y posteriormente a alejarnos. Él comenzó a pasar más tiempo en su trabajo y diciéndome que con tantas horas extras ganaría aún más dinero. Realmente no tenía conocimiento de sus finanzas, pero él era la única fuente de ingresos en nuestro hogar.

Ricardo pertenecía a una familia tradicional donde las mujeres no debían trabajar. El esposo era quien llevaba dinero a casa y la mujer era quien debía administrarlo debidamente mientras se ocupaba de las múltiples tareas del hogar.

Dejé de lado mí sueño de trabajar por él. Amaba más a Ricardo que a la profesión que con tanta dedicación estudié. Me gustaba mucho preparar todo tipo de platillos para recibirlo a la salida de su trabajo y fue así como no dejé por completo mí pasión. Solía imaginar todo lo que cocinaría para mis futuros hijos, lo que prepararía para sus cumpleaños y fue así como hice cursos de pastelería y decoración por internet.

Siempre mí familia fue religiosa, aunque no fanática. Si podían asistir a misa los domingos lo hacían, aunque eso no era lo habitual debido al cansancio después de tanto trabajo durante la semana.

En casa comencé a sentirme demasiado sola. Ricardo solía llegar tarde y no siempre venía a cenar. Muchos días se quedaba en la oficina adelantando trabajo, aunque yo no sé que tanto podría hacer allí. Me consolaba saber que Nataly trabajaba con él y que ella misma me dijera que hacía muchas horas extras. Debido a nuestra lejanía llegué a pensar que podría estar engañándome.

Los meses que antes eran de absoluta felicidad, comenzaron a cambiar. Cuando inicialmente hacíamos el amor con pasión, fue reemplazado por distancia y frialdad. Se que siempre le atraje y que me deseó con locura, pero perdimos el deseo mientras buscábamos un hijo.

A causa de buscar tantos meses al bebé que no llegaba, comencé a comprar test que detectaban la ovulación. Si mis posibilidades de embarazo aumentaban era gracias a ellos. Los días de fertilidad simplemente le enviaba un mensaje a Ricardo para que no perdiéramos oportunidad.

Se que hacer el amor los días que una prueba de farmacia lo dictaminaba era estresante para él, pero también lo era para mí. Con el paso de los meses solo él me tocaba cuando estaba ovulando y luego no hacía nada más durante el mes.

He revisado la ropa de Ricardo en busca de algún signo de otra mujer y también su teléfono, pero jamás encontré nada que me hiciera sospechar. Aunque además de todo, nuestra amiga siempre me contaba que él solo trabajaba sin recibir visitas más que de sus jefes a su oficina.

Cansada de buscar un bebé que no llegaba, decidí ir a la iglesia y pedírselo a Dios con fuerza. Además de eso, confesé mis pecados de manera regular. Crei que con ayuda de Dios el bebé que tanto deseé llegaría, pero descubrí que tampoco ocurrió así.

Muy pronto entendí que Ricardo parecía no estar muy emocionado por tener hijos y eso me dolía. Recé, supliqué, fui al médico e hice dietas, ¿Que más podría hacer? Eso parecía abrumar a mí esposo y además temía que perdiera el deseo de ser padre. No quería que él me abandonara y buscara a otra mujer que tal vez quedara encinta más rápido sin abrumarlo en el proceso.

Pero pronto todo cambiaría para mí, para nosotros. Fui al médico para hacerme unos exámenes más complejos y luego de algunos resultados comprendí que debería hacerme un examen bajo anestesia general.

Lo que me explicó el doctor era que meterían una cámara dentro de mí para descartar algunos problemas que pudiese tener. No entendí mucho de que trataba todo, pero si fui allí fue porque en la familia de mí madre hubo algunas personas con enfermedades detectables por medio de ese estudio. Además, mí madre fue quien me recomendó a ese especialista porque ella se atendió con él.

Antes de ir al hospital para internarme por unas pocas horas pasé por el trabajo de mí esposo. Nuestra amiga se ofreció a acompañarme y a él le pareció estupendo que no estuviera sola al despertar de la anestesia.

En el hospital el examen me lo hizo una doctora joven que parecía haber tenido una pésima noche. No está bien inmiscuirme en asuntos personales de personas que no conozco, así que me abstuve de hacer preguntas.

-Todo saldrá muy bien. Solo relájate, vas a dormir profundamente y cuando despiertes todo habrá terminado. En unas horas estarás en casa- Ella sonrió de manera forzada y desvió su mirada

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