Capítulo 50

Leila le dio un beso en la frente y a pesar de los sonidos guturales, la joven dejó el lugar sin darle importancia a lo que pudiera decir, o que los niños arriba pudieran escuchar la voz del hombre. Cuando llegó al descanso superior, miró una vez más hacia abajo, solo podía ver las piernas del joven y estás no se movían, lo que le dio a entender que no estaba intentando escapar. 

Sonrió satisfecha y salió del lugar cerrando la puerta.

—¿Misael, Siena dónde están? —preguntó la joven buscando a los mellizos por la casa.

—Aquí tía —indicó el más pequeño desde la sala.

Ambos pequeños miraban dibujos en la televisión como ella los había dejado.

—Veo que su niñera sigue durmiendo —indicó la mujer al ver a la chica desmaya

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