Adam caminó sin rumbo por la ciudad hasta que se detuvo frente a un muro que daba vista a uno de los tantos puentes del Silver Lake. Era noche cerrada, y brumosa, a pesar de ser verano, pero tampoco quería irse a encerrarse a su estrecha habitación.
Se sentía indignado, molesto, ofendido. Le habían quitado su cuerpo, su vida, todo, y lo habían puesto en el de su persona menos favorita en el mundo. Nada menos que August Warden, por Dios.
Y ahora, ¿cómo podría presentarse ante Tess? ¿Debía hacerlo?
Cerró sus ojos con dolor.
No quería ir ante Tess con esta cara y este cuerpo. No podía luchar por ella en esta envoltura. No quería que Tess lo mirara y viera a su esposo, quería que lo viera a él, quería el amor que ella podía tener para Adam Ellington, no los rezagos del amor, o compromiso, o resignación que tuviera hacia s
—El proceso no será tan largo —dijo Raphael mientras cortaba un trozo de carne en el plato de Heather, evitándole a ella el trabajo—. August Warden lleva desaparecido ya casi tres años, nunca se comunicó ni por carta ni por teléfono, abandonó completamente su hogar… Son puntos que un juez tendrá en cuenta para darte un fallo favorable—. Tess asintió en silencio. Estaban en la casa Calahan, con Georgina, Phillip, Heather y Raphael sentados a la mesa. Georgina, aun con su avanzado embarazo, amaba invitar a los que consideraba sus hijos a cenar.Los niños habían venido con Tess, y ahora cenaban en la cocina vigilados por el personal de la casa.—No hay fallos favorables en un divorcio —dijo Georgina con un suspiro lleno de pesar.—Mamá está en contra del divorcio —dijo Heather—. Ella es de las que opina que hay que luchar
Tess abrió los ojos despertando de su sueño, y ahora estaba completamente alerta. Comprobó que Nicolle, que dormía con ella en la amplia cama, estaba profundamente dormida, y sonrió pasando un dedo por su tersa mejilla. No se escuchaba nada excepto su respiración… No sabía qué era lo que la había despertado, todo parecía silencioso y en su lugar, así que se quedó allí, en su cama y bajo las sábanas, escuchando la silenciosa noche.Pero no estaba del todo silenciosa; hubo un ruido, uno muy mínimo, como de madera al ceder… Y recordó que una parte del suelo en el pasillo sonaba un poco cuando se la pisaba.El corazón le empezó a latir acelerado y se sentó de súbito en la cama; si fuera uno de sus hijos que se había despertado, ya los habría escuchado llamarla, pero se quedó allí varios segundo
—Tess… —empezó a decir August mirándola, como si esperara que ella lo interrumpiera, echara a llorar, o le reclamara, pero ella simplemente se quedó allí, cruzada de brazos, mirándolo sin mostrar emoción alguna en su rostro. Parecía más bien estudiarlo, como si se viera diferente y ella no lograra reconciliar este nuevo aspecto con el del antiguo August.Él, al parecer desconcertado por su actitud, se quedó allí en silencio, sin añadir nada más.—¿Qué esperas de mí, August? —preguntó ella elevando un poco el mentón y apretando suavemente sus labios.—¿Qué… espero de ti? —August frunció el ceño y la miró bastante confundido, y Tess no pudo evitar dejar salir una risita incrédula.—¿Quién crees que soy ahora? —volvi&o
Adam se quedó allí viéndola irse, con un cúmulo de sentimientos haciendo carrera en su pecho. El encuentro se había dado al fin, y esto había salido muy diferente de lo que alguna vez imaginó. Si Tess se hubiese tirado sobre él, abrazándolo, sintiendo alivio por su regreso, o se hubiese mostrado dolida, pero con esperanza, su corazón habría muerto dentro de su pecho, porque eso habría significado que, aunque se sentía traicionada, ella aún había estado esperando a su esposo, lo que indicaba que también lo amaba… Pero ella despreciaba a August, o eso era lo que parecía.¿De verdad, Tess había olvidado por completo a August? ¿Había muerto ese amor realmente? Todo lo que ella le había dicho le indicaba que sí, pero, ¿sería así de verdad? Un amor verdadero es difícil de olvidar; un amor
—¿Y cómo… te sentiste al verlo? —le preguntó suavemente Heather a Tess, que estaba sentada frente a ella, con los brazos fuertemente cruzados, sus ojos secos y moviendo agitadamente un pie.—¿Qué cómo me sentí? Pues… sentí ira. Me sentí furiosa, con ganas de… escupirlo.—¿No sentiste un poco de dolor?—¿Dolor? Me dolió en el alma el tiempo perdido todos estos tres años. Tres años, Heather, ¡tres años de mi vida! —Heather la miró y suspiró, pero no interrumpió a su amiga—. Ya no me duele él, ahora sólo pienso que es un maldito hijo de… —Heather la detuvo alzando sus cejas, pues el pequeño Roger estaba en sus brazos, con la barriguita llena de leche y dormido. Tess se mordió los labios—. Sólo me sent&iacut
Tess regresó un poco tarde en la noche. Se había quedado en casa de Heather lamentándose por haber perdido ante August en el juzgado, y de paso, Raphael le había contado todo lo que habían averiguado de su flamante ex marido. Heather le había pedido que se quedara a pasar la noche, pero Tess se había negado. Necesitaba tiempo para pensar, para acomodarse a su nueva realidad… otra vez.—Gracias, John —le dijo al chofer de Heather, que la había traído hasta aquí y la ayudaba con Rori, que dormía ya profundamente, mientras ella llevaba a Nicolle, también dormida. En un brazo llevaba el bolso en el que guardaba algunas cosas de los niños, y Kyle, algo cansado y adormilado, se aferraba a su mano libre.Antes de entrar los dos adultos se detuvieron, y John se puso en alerta cuando vio un sujeto acercarse desde la casa.—Un intruso —susurró J
August ayudó a Kyle a acostarse, le quitó los zapatos, le ayudó a ponerse el pijama y luego lo arropó, conversó unos minutos con él y le besó los cabellos al igual que Rori cuando al fin cerró los ojos.—No me quiero dormir —dijo Kyle con una sonrisa—. Es tan genial que estés aquí.—Tú lo has dicho —le dijo August—. Genial… y así será siempre.—¿Lo prometes?—Lo juro—. ¿Por qué estaba haciendo esto?, se preguntó Tess cerrando con fuerza sus ojos. August, sabía, era un hombre voluble, cambiante. Hoy era un entusiasta de la familia, la vida y el amor… pero en unas semanas estaría por allí, quejándose de las obligaciones, de la rutina, de no poder salir con sus amigos por tener que cuidar tres críos. Y los que sufrirían serían
Tess abrió los ojos y apagó la alarma de su teléfono móvil sin la más mínima energía. Oh, cuánto necesitaba seguir durmiendo, de verdad… Hasta el mediodía, quizá.Pero los niños debían ir a la escuela, y ella trabajar, y nada de eso le sería posible si se quedaba aquí remoloneando en la cama.A veces sentía que esta era la parte más dura de ser madre soltera.A veces, porque en realidad había muchas otras.Se sentó y miró a su lado en la cama, pero Nicolle no estaba, lo que le hizo fruncir el ceño. ¿Dónde estaba esa pequeña?, ¿se habría ido a despertar a sus hermanos, como hacía a veces? Dobló la espalda allí sentada en la cama y se masajeó la cara. Estuvo allí unos minutos hasta que, inevitablemente, todos los momentos vividos el día