Capítulo 79
La iluminación de su lado era tenue. La luz blanca que reflejaba la pantalla acentuaba los rasgos elegantes y afilados de su rostro, aunque sus ojos detrás de los lentes no se distinguían claramente.

Se levantó y caminó hacia un lado, la imagen se movió y, deliberadamente o no, la cámara enfocó una zona indiscreta. Ana se quedó paralizada por unos segundos antes de desviar la mirada nerviosamente, con las orejas tan rojas que parecían a punto de sangrar.

–Señorita Vargas, ¿qué le sucede? –junto con su voz profunda y clara, volvió a aparecer en la pantalla el rostro refinado de Gabriel. Se había quitado los lentes y tenía la cámara muy cerca, permitiendo distinguir cada una de sus largas y espesas pestañas.

El corazón de Ana comenzó a latir descontroladamente. Rápidamente volteó la cámara hacia atrás y tosió varias veces para disimular su inexplicable nerviosismo. –No es nada, solo tengo algo de calor –una mentira evidente.

Gabriel fingió no notarlo y, por el entorno que se veía en la i
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