Capítulo 74
Esta conclusión dejó a Ana bastante sorprendida.

El agente, mientras respondía mensajes en su teléfono, de repente exclamó:

—¿Cómo? ¿El señor Urquiza del apartamento de al lado también quiere vender?

Ana se disponía a regresar a casa cuando, ya en el auto, recibió una llamada urgente de Lucía:

—Ana, ¿estás libre? ¿Podrías venir al hospital?

Ana se dirigió inmediatamente hacia allá. Encontró a Lucía postrada en la cama del hospital, pálida como un papel. Esa misma mañana había estado bien, pero al ir al baño comenzó a sangrar profusamente. Era la primera vez que le sucedía algo así y, asustada, pensó primero en Ana.

—El doctor dice que no es nada grave, solo una infección —explicó débilmente.

Ana la consoló un rato. Ver a la habitualmente enérgica Lucía en ese estado vulnerable la hacía parecer una simple jovencita.

—¿Segura que no quieres decirle a Fernando?

Lucía soltó una risa amarga:

—¿Acaso él puede sufrir en mi lugar? No tiene caso. Ya me odia su madre por haberme llevado la mitad
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