Capítulo 39
La oscura escalera. Las manos ardientes del hombre sujetaban su cintura, manteniéndola cerca. Sus respiraciones se entremezclaban mientras sus sombras se fundían en la pared, creando una atmósfera íntima.

—Ana, ayúdame a quitarme las gafas... —La voz ronca y magnética de Gabriel tenía un tono seductor mientras besaba su clavícula, su aliento enviando escalofríos hasta la base de su columna.

Las largas pestañas de Ana temblaban mientras sus brazos rodeaban los anchos hombros de él, dejando escapar suaves gemidos. Su mente estaba en caos, obedeciendo cada palabra de Gabriel. Le quitó las gafas y, sin esa barrera, los besos de Gabriel se volvieron más atrevidos. Subiendo lentamente, Ana se perdía en su dulzura cuando de repente...

—¡Ana! ¡Mujer frívola! ¡¿Cómo te atreves a seducir a mi tío?! —Otra persona irrumpió en la escalera. Mateo tenía la expresión de un marido que descubre la infidelidad de su esposa.

Ana se despertó sobresaltada, su cabello empapado en sudor, mirando atónita al te
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