Capítulo 200
Samuel se sentía impotente. Sospechaba seriamente que Ana estaba allí para avivar el fuego. Cualquier persona normal, al verlos así, intentaría calmarlos. Pero Ana hacía justo lo contrario. Era una completa loca.

Armando soltó una risita ambigua, se metió las manos en los bolsillos, se encogió de hombros y dejó de enfrentarse a Samuel.

—Esta vez la culpa es mía. Me llevé a Santi y olvidé avisarle a Viviana. Lo siento mucho.

Armando se disculpó sinceramente. Aunque Viviana sentía resentimiento, no podía decir mucho en ese momento. Había hecho que todos perdieran el tiempo, Armando era sin duda el culpable. Pero, por suerte, Santiago estaba bien.

El niño, adormilado, se acurrucó en los brazos de Viviana, y se quedó profundamente dormido tras el cansancio.

Mientras Armando declaraba, llegó la comida que Gabriel había mandado traer. Manuel reservó una sala de descanso para Ana y los demás. Isabella sintió envidia por el trato especial.

El asistente colocó la comida con una sonrisa cortés.
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