Capítulo 47
Al ver la confusión de Ana, María añadió: —¿Recuerda aquella noche que durmió en casa del señor Urquiza?

Ana no podría olvidarlo. Fue la noche que mordió al tío de su ex. Un destello de vergüenza cruzó sus ojos, pero mantuvo la calma: —¿Tú... estabas allí?

Sus recuerdos de esa noche estaban fragmentados. Al despertar, solo había visto a Gabriel. Si esta mujer tenía una relación especial con Gabriel, el propósito de esta conversación sería obvio.

—No me malinterprete, señorita Vargas. Vine con el maestro. Como le habían drogado y yo soy mujer, era más apropiado que yo ayudara.

Ana cayó en cuenta y preguntó: —¿Entonces tú me cambiaste la ropa?

María asintió: —¿Por qué?

Ana guardó silencio. No podía admitir que había pensado que fue Gabriel – sonaría demasiado presumida y vergonzoso.

—Nada —María, aunque curiosa, no insistió.

—En realidad, si no nos hubiéramos encontrado hoy, probablemente la habría visitado después.

Ana intuyó el asunto: —¿Quiere consultarme sobre un tema sentimental?

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