Capítulo 55
El sonido seco de la bofetada hizo que el ambiente cayera a cero grados.

La cabeza de Ana se giró por el impacto, su pálida mejilla visiblemente hinchada y enrojecida, evidenciando la fuerza del golpe.

Los labios de Samuel temblaron, las palabras que quería decir se transformaron en frías acusaciones.

—Ana, no te pases de la raya.

Nunca había pensado en ponerle una mano encima a Ana.

Con o sin lazos de sangre, Ana era la hermana con la que había convivido por más de veinte años.

Mientras fuera obediente, los Ramírez no tenían problema en mantener a una persona más.

Lástima que Ana siempre se oponía a Isabella.

Entre la hija biológica y la que no lo era, la elección era obvia.

Además.

Ana le debía la vida a Isabella, ¿con qué derecho la maltrataba?

Con este pensamiento, los pocos restos de culpa que Samuel sentía se desvanecieron por completo.

Ana mantenía la mirada baja, sus largas pestañas proyectando sombras que ocultaban las emociones que se agitaban en sus ojos.

Tocó con la punta d
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