Capítulo 57
El silencio invadió la sala.

Samuel, con el rostro encendido de ira y humillación, apretó los puños mientras la vergüenza lo envolvía por completo.

Nadie esperaba que Gabriel hiciera algo así: sostener la mano de Ana y abofetear violentamente a Samuel.

En Terraflor, aunque los Ramírez estaban en declive, su próxima alianza matrimonial con los Herrera aún los hacía temibles.

El gesto de Gabriel... era claramente pisotear el orgullo de los Ramírez y aplastarlo sin piedad.

—Samuel, ¿estás bien? ¿Te duele? —Isabella, saliendo de su asombro, intentó torpemente tocar donde Gabriel había golpeado.

Samuel se apartó con expresión sombría.

A sus treinta y dos años, jamás había sufrido semejante humillación.

¡Gabriel no le había mostrado ni un ápice de respeto!

La furia de Samuel había alcanzado su punto crítico, a punto de estallar.

Pero la razón le decía que se contuviera; no podía enfrentarse a Gabriel.

Incluso sin el respaldo de los Urquiza, Gabriel por sí solo era alguien con quien no debía
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