11 Sangre

Cuando él abrió los ojos, ella ya no estaba, le había dicho que regresaría temprano al convento para evitar problemas. Las heridas le quemaban y ardían como el diablo y cuando intentó sentarse el mundo se le fue encima.

— ¿Qué diablos? No puedo ni siquiera mantener la cabeza erguida — se dijo con aire de frustración, alguien como él sintiéndose totalmente inútil también era nuevo, pero no agradable, para nada agradable — ¿Cuánto tiempo tardará esta tortura?

Adentro en el claustro:

— ¡Ave María purísima! — La voz de la madre superiora casi la hace saltar del susto, tomándola completamente por sorpresa.

— ¡Sin pecado, concebida! — Ella se apresuró a contestar disimulando el susto.

— Angelina, no te vi esta mañana en la oración de “mai

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