Angelina caminó de puntitas para hacer el menor ruido mientras afuera el ladrido de los perros parecía enmascarar un poco los demás sonidos, y se acercó a Adriano poniéndole una mano en la boca. El hombre abrió los ojos e intentó decir algo, pero la chica acercando un dedo a sus labios movió la cabeza negativamente en señal de que no emitiera una sola palabra.
Ella le hizo un gesto para que comprendiera que había gente fuera del Establo y él agudizó el oído.
Angelina acortó la distancia entre los dos y se inclinó para murmurarle algo muy cerca.
— ¡Shisss! No hables, la policía está fuera, necesito esconderte para que no te encuentren, te moveré un poco y te cubriré con algo del lodo de los establos de los caballos, no será agradable, pero ocultará tu olor y confundirá a los perros.
Él pareció comprender la idea y asintió con la mirada. Angelina se puso manos a la obra, y tomó un balde que luego lleno con paladas del lodo de los animales y lo trajo has
Adriano la siguió con la mirada mientras ella salía del establo. Esperó a que el ladrido de los perros ya no se escuchara, como tampoco las voces de los efectivos policiales, y entonces se arrastró con mucha dificultad para salir de debajo del tumulto de paja y lodo. Estaba temblando de frío, podía sentir como su cuerpo se estremecía y el hielo le calaba hasta los huesos. Se tendió sobre el heno limpio y seco y cerró los ojos. Angelina entró de nuevo en el convento y se deslizó sigilosamente por el lugar en busca de todo lo que necesitaba, recordó que Sor Juana había preparado agua de rosas como aromatizante natural para la capilla y que estaba en el almacén, así como las barras nuevas de jabón. Se infiltró y tomó lo que necesitaba para regresar lo más rápido posible, pero a mitad de camino recordó que no tenía una muda de ropa limpia para que el enfermo se cambiara. — ¿De dónde voy a sacar ropa de hombre? — Se detuvo a pensar por un momento. De pronto, en medio de un rayo de ilum
Adriano la miró con intensidad, esos ojos grises endiabladamente sensuales podrían encender incluso a la Madre Superiora, o eso pensó Angelina.El hombre tal vez no era completamente consciente del efecto que le causaba a la pobre chica, si lo hubiera sido, no habría perdido la oportunidad de seducirla, aunque no tuviera una pisca de fuerzas, las habría sacado de donde fuera, una mujer como esa no era para desperdiciar, incluso si vestía con traje de monja.¡Sí! Eso era lo de menos, con quitárselo resolvía el problema. Y entonces su cabeza, bien sabida de todo lo que Adriano había vivido en la cama, y en donde fuera con una mujer, se imaginó deshaciéndose del bendito vestido negro luto.¿Por qué tenía que ser negro como el luto? ¿En serio estarían de luto por su virginidad bien guardada? ¡Quién sabe! Algo en su entrepierna se
— ¿En dónde estabas metida Angelina? ¡Me quedé por horas esperándote!, hasta vino la policía y revisó todo el convento ¡Centímetro a centímetro! — Sor Juana le reclamó molesta — Pensé que éramos buenas amigas, pero en realidad no sé qué pensar ahora…Angelina bajó la mirada en automático muy avergonzada, estuvo de nuevo a punto de confesarle todo a Sor Juana, pero luego se arrepintió, tal como la última vez, no quería mentirle, ni ocultarle nada, la apreciaba y ciertamente así como ella Angelina también la quería como una fiel amiga, pero si le decía todo, seguramente Soy Juana no querría mentir, ni siquiera por su amistad, nada justifica un pecado como la mentira.— Perdóname… en verdad se me olvidó por completo.— ¿Se te olvid
— ¿Estás loca? — Sor Juana musitó apenas con los labios y sin emitir sonido, pero con una expresión de asombro total. Angelina solamente suplicó con la mirada que no la delatara por el momento, después le explicaría todo, le diría de qué se trataba, pero ahora necesitaba que mantuviera la boca sellada, cosa demasiado difícil en su amiga que tenía un carácter un poco exasperante a veces. Sor Juana no pudo evitar poner cara de impresión y la Madre Superiora se le quedó mirando. — ¿Sucede algo Sor Juana? La mujer se giró para verla mientras buscaba en su cabeza, algo que responder que no implicara mentir. — ¡No! Nada Madre, solo que es indignante lo que usted dice. — ¿Indignante? ¡Explícate! — Pues que no debería perderse nada aquí, me asombra en verdad… — tratando de deshacerse del problema. — Mmm… — La Madre Superiora lo había tomado por el lado de que tal vez la monja regordeta y molesta ponía en duda sus palabras, pero con aquella explicación se dio por convencida — Bueno, com
La novicia lo miró a los ojos antes de drenar la herida, sabía que iba a ser doloroso y en verdad lo menos que quería era causarle dolor, pero no podía dejarla en ese estado. A veces la cura requiere del dolor, así como los cambios y lo que es bueno para cada uno, por lo general es doloroso al principio, pero luego trae sus beneficios.— Lo haré a la cuenta de tres, ¿Está bien? — Le dijo con algo de temor, esta era la parte que menos le gustaba de ser enfermera causar dolor.La voz delicada y melodiosa de la joven, infundió confianza en Adriano, él tomó su muñeca y la miró fijamente al azul de sus ojos.— Hazlo, sé que dolerá como el demonio, pero confío en ti — clavando sus pupilas grises en las de ella sabiendo que no lo dañaría por gusto, no ella, ella no podría.Angelina inspiró hondo
Adriano la miró con asombro atar cabos y claro, la razón de la enfermedad de Angelina, de su estado de salud era él, nadie más que él.— Me diste tu sangre…Ella bajó la mirada en una afirmación silenciosa mientras él procesaba con calma la información.— Pudiste haber muerto — Continuó con voz gélida.— No, no extraje tanto como para ponerme en verdadero riesgo, solo lo necesario — Ella se apresuró a decir.— Igual, estás muy débil por mi culpa.— No es tu culpa…— Ah, ¿No? ¿Y entonces de quién?— ¡No entiendo por qué te molesta tanto tener la sangre de una mujer en tus venas!— ¿Eso es lo que crees? ¿Qué me molesta tener la sangre de una mujer en mis venas? ¡Por todos los santos, Angelina! ¡Me molesta que te arriesgaras para salvar la vida de un don nadie!— No eres un Don nadie, ¡Eres una criatura de Dios!— Puede que hace mucho lo fuera, ahora realmente lo dudo, soy más una criatura del Diab…— No te atrevas a mencionarlo en esta conversación, ya con que maldigas más de la cuenta
El frío se colaba por las hendijas de las paredes de madera del establo y Adriano se frotaba los brazos con intensidad intentando entrar en calor y volverá a sentir de nuevo sus dedos, aunque por ahora no sabía que era más incómodo, la fuerte presión en el pecho o intentar mover las manos.Estaba preocupado, el frío era tan intenso que se le durmieron las piernas, cuando Angelina lo ayudó a ponerse de pie fue doloroso, era como si el hielo se le hubiera metido en los tuétanos y se le dificultaba incluso respirar.Angelina luchó por cruzar con Adriano hasta el otro lado el rosal, los fríos vientos los golpearon con fuerza y de pronto, algo parecido a una lluvia fina comenzó a caer sobre ambos calándolos hasta los huesos.La joven estiró una mano para comprobar lo que más temía. Nieve.La primera nevada había llegado, y ella se encontraba e
Adriano se relamió el labio mientras sentía como su masculinidad se endurecía y comenzaba a reclamarle desahogo. Observó como el pecho de la joven subía y bajaba lentamente con la tranquilidad de quien está aislada de sentirse en peligro. « ¡Qué inocente es! », él pensó, « Es una alma pura e ingenua, no tiene idea del peligro al cual se enfrenta estando cerca de mí, no sospecha ni un ápice lo que soy, ni lo que puedo llegar a ser, como tampoco lo que puede sucederle cerca de alguien como yo…» Adriano suspiró. « Tengo la facultad de dañar todo lo que toco, de poner en peligro a quienes me rodean, de arruinar las vidas de quienes se acercan demasiado a mí, y no puedo evitarlo…» los pensamientos tóxicos en la cabeza de Adriano hacían un ruido ensordecedor, parecido al de un enjambre de avispas que no lo dejaban aclarar su mente. Continuó atormentándose mientras, al mismo tiempo, sus deseos y bajos instintos se acrecentaban de forma animal, queriendo hacer suya al ángel que dormía prá