Estiro la manga del guante hasta que lo siento bien puesto. Al mismo tiempo, reviso el filo de mi hoja, está más que preparada para divertirse un rato. Luego, me pongo con serenidad absoluta la máscara.
Cuadro los hombros, aligero el peso en ellos. Hoy me toca relevar a un muchacho que ha estado casi doce horas en la retaguardia. No titubeo al caminar hacia dicho lugar algo iluminado por la luna que esta vez está sin acompañantes. Diviso la solitaria carretera con más suciedad en ella. Estaré sola como de costumbre.
Las luciérnagas bailan al final del camino de asfalto, acompañadas por el cantar de los grillos y ranas que aclaman una lluvia y un apareo pronto.
A veces me entra la curiosidad de cruzar el límite que es la carretera misma, para echar mis narices en las destartaladas cabañas que se pierden entre la larga maleza, no solo eso, investigar más allá de ellas y ver qué puedo encontrarme. Sin embargo, cuando estoy a punto de calmar esa insana necesidad,
Papá me estudia con la preocupación demasiado evidente. Pasea sus dedos en una caricia delicada por mi mejilla, me derrito ante ello a la vez que me inclino para recibir más su toque.—Hace unas décadas la raza vampírica estuvo en declive. Es decir, a punto de entrar en extinción. Y una familia de esa raza en singular puso su preocupación del todo en el problema. Decidieron hacer algo para mantener los suyos firmes… no fulminarse como lo hicieron otra clase de seres. Así que optaron por pedirle ayuda a un ser codicioso, pero que solo quería ser reconocido por una acción y no pediría nada a cambio por eso, pues él también estaba siendo olvidado. ¿Quién pensaría que un demonio se sentiría tan menospreciado, que haría un favor sin pedir nada? Era una locura, pero esa familia no la desaprovechó. —Entrelaza sus dedos con los m&iacu
Recuerdo que mamá siempre nos decía que había comido antes que nosotros con una tenue sonrisa. Nos sentaba en la mesa, y ella se acomodaba frente nuestro, feliz por vernos devorar los platos que con tanta devoción papá preparaba. Éramos tan inocentes que no nos percatábamos de nada extraño, pues cuando ella nos exhalaba respuestas dulces, nos confortábamos con eso. Siempre veló por nosotros, día y noche, sin importar qué.Fue una madre excepcional…Es una madre excepcional.Me limpio los pómulos sentada en mi nuevo lugar de tranquilidad. Al lado de la tumba de Ivonne con las flores bellas y grandes ya acostumbradas a su tierra. Esa costumbre de enterrar en la lápida hermosas plantas es magnífica.Por fin procesé esa historia con el corazón en mi puño. ¿Qué más da? El destino es un gran hijo de p
Quise acercarme, pero él se alejó con rapidez. Siento haberlo lastimado, pero tenía que ser sincera. No estoy para relaciones, sí que menos en un momento tan crucial como este. Le he lastimado, lo sé y tengo que remendar ese dolor, aunque sea, con hipocresía.Suspiro a la vez que dejo caer los hombros.Atisbo a Crow con las cejas arrugadas en mi dirección, curioso. Lo ignoro, tampoco estoy para dar explicaciones.—Ya conseguimos un medio de transporte, no con tanta dificultad, después de todo —exclama el mayor en medio de la asamblea.La asamblea se encarga de aceptar y/o descartar ideas para nuevas misiones, dependiendo de su importancia para con la humanidad. Esta está constituida por capitanes, líderes de grupo, entrenadores e incluso comerciantes, como mi padre, que está sentado a mi lateral con los rasgos serios y ostentosos.—Se infiltrar&a
Cuervito puede caminar entre los vampiros sin tener temor alguno. Pues según su explicación, ellos no diferencian a los híbridos convertidos… los ven como de su grupo. Tendríamos un punto a favor. Sin embargo, puede que entre los invitados lo reconozcan o algo similar. O peor aún, empiecen a percibir que es un don nadie.Allá, en ese ostentoso lugar, tengo planeado medio frasco del brebaje que disuade el aroma. Con medio trago, mi olor será poco atractivo, más no despectivo.Descubrí, al mismo tiempo, que es normal el incesto entre los vampiros. De hecho, se dividen por familias y estas son más reconocidas por antigüedad. Y para mantener ese linaje —de una manera distintiva la cual no entendí—, entre hermanos tienen una relación y los hijos cumplen dicha secuencia; en el caso tal que un integrante de esa relación tenga un destinado, se deja ir, pe
PARTE IVHabitación desdichada de recuerdos rotosObservo el vestido color begoña con frustración. Vale, sé que es necesario ponérmelo, pero no estaré cómoda, tiene mucho ¿encaje y vuelo? Lo que sea, no soy experta en eso. Lo bueno es que es largo y de manga larga, pero pegado en el tronco; me sentiría expuesta. No es en su mayoría el color dicho, en su centro hasta el final de la falda es negro, con corsé pulcro de listones de la gama del vino. Se decidió el diseño así para ocultar las pecas de mis brazos. Ah, junto a guantes de cuero oscuro, por supuesto.Me dejo caer en mi cama, en mi habitación. He pasado el tiempo suficiente con papá, para que se sienta un poquito más tranquilo. Suspiro. Desvío la atención a la puerta.De pequeña, cuando
Mi palma abierta descansa en el cristal de la ventanilla con el desosiego en mi sistema.Papá se despide moviendo su brazo de un lado a otro con las facciones también doloridas.Desvío la atención a Crow que mantiene serie, con la compostura aguda. Bufo. Examino el interior del auto; es cómodo, con piel gris en los sillones. Hace mucho que no sentía la frialdad del aire acondicionada. Evado ese detalle para seguir con mi estudio. Vukmir de vez en cuando nos ojea a través del espejo retrovisor, mantiene las manos agarradas al volante con fiereza, como si tuviese miedo de soltarse. Estiro la tela de mi vestido, algo nerviosa. Hace mucho que no me ponía un traje como este. Cierro los ojos, no quiero mirar atrás, no quiero atisbar los gestos de quienes dejo atrás.Eva trabajó rápido junto a unas mujeres raras. Me sacaron de mi acogedor hogar para llevarme a un descampado, casi a oril
Retrocedo.Crow hace el amago de seguirme. No obstante, el chófer lo detiene.—Deja que lo procese —le gruñe, muy tranquilo, como si esperase una reacción así.Observo mis palmas trémulas como si ellas tuviesen la culpa. Sacudo la cabeza una y otra vez, sin desear ingerir ese trago amargo. Es como la vez pasada en el río, cuando sus aguas me envolvieron de manera protectora. Yo llamé su ayuda sin tener la menor idea… Esos dones ya salieron a la luz del todo.—Controlarás ese poder con el tiempo —argumenta el moreno a unos pasos de mí. Entretanto, Zelig saca las maletas del baúl; finge que no ha pasado nada, más le sale mal—. Pronto empezarás a conocerlo. —No doy un paso atrás en el momento que posa su dorso en mi frente—. Vamos, entra. Necesitas calmarte.Los ojos me pican, no solo por el
El espejo es pequeño, pero me refleja a la perfección. Empiezo a desmaquillarme con sumo cuidado, las capas y capas de base me sorprenden, puesto que no pensé que se requeriría de tanto. ¿Dónde habrá conseguido ese maquillaje para el tono de mi piel? Paso la bolita de algodón por mis párpados, ensimismada. Aprendí con facilidad, pero tengo fallos en ponerme de manera perfecta la peluca. La extraigo, me veo extraña con esa malla cubriendo mi cabello natural. Al mismo tiempo, con cuidado, me saco las lentillas para después guardarlas en su estuche. Bufo. Muchas cosas sobre mí para hacer esta misión un éxito. Alcanzo la pequeña peineta, la paso por mi pelo mientras mantengo el interés fijado en la cartera de maquillaje. Para terminar, me hago una trenza. Mi tranquilidad se esfuma en el momento que la puerta impacta en la pared adyacente. Crow irrumpe la habitación y sin estar preparada, se echa sobre mí para ponerme de rodillas, debajo del ventanal. Ni siquiera he podido examin