Cuando Yerai llegó a la escena del crimen vio un ambulancia, cosa poco común, dado que la gente que descubre los cadáveres no suele tener tanto miedo como para que les de un ataque de pánico o de ansiedad, pero siempre había una primera vez.
Al acercarse a la muchedumbre tuvo que abrirse paso entre los estudiantes curiosos y los profesores entrometidos. Al llegar a la cinta policial y enseñar su credencial pudo librarse del agobio de la gente y se fijó bien en la escena. —¿Y el cadáver? —Miró al forense que tenía cerca, que estaba en su trabajo de buscar pistas. —¿No se lo han dicho? La chica estaba viva... a duras penas, tiene la traquea destrozada, pero esta viva —Al oír eso, Yerai se sorprendió gratamente —. Obviamente la intención era matarla, pero no sé el que ha sido lo que ha impedido que lo haga. —Vale, muchas gracias... ¿Has visto a un chaval que intente cruzar la cinta pero no le dejan? —Sí, insiste en que puede pasar... Lo tienen esposado en el coche policial, ¿Lo conoces? —Será mi becario... Gracias por avisar —Se acercó hacia donde sabía que encontraría el coche policial y saludó al agente mientras se asomaba dentro del coche —. ¿Te costaba mucho esperar a que llegase? —Sonrió para tranquilizar al chaval e Ibai no pudo evitar sonrojarse por la vergüenza. —Se estaban llevando a la chica, lo cual contamina la escena bastante... solo quería... —Anda, sal, te quito las esposas. —El agente de policía lo miró mal por soltar a su rehén, pero no dijo nada por ser un subordinado de cualquiera que estuviese allí. Fueron ambos a la escena a hablar con el forense, queriendo saber que habían conseguido averiguar. —No hay mucho que contar, la verdad, siento decepcionaros... La chica estaba tumbada, el chaval que la encontró creía que se había quedado dormida y que alguien le había echado una manta por encima, pero al acercarse y ver que no reaccionaba pensó que estaba muerta... por suerte solo lo estaba a medias... cuando se recupere podréis interrogarla, no tiene pinta de que vaya a sufrir amnesia, al menos, no por ningún golpe. » La manta que le echaron encima estaba demasiado bien puesta como para que no se hubiesen dado cuenta de que estaba herida, así que se la ha puesto el asesino. Bueno, el que ha intentado asesinarla. El caso es que intentaremos sacar huellas dactilares de ahí, pero es muy poco probable que se haya quedado algo en la tela. » Aun así, pintó con spray la manta, es muy poco probable que saquemos nada en limpio si usó pintura normal, pero si ha usado alguna pintura un poco menos común podemos reducir la búsqueda... habrá que cruzar los dedos respecto a eso... » Intentó estrangularla con sus manos, es por eso que no me entra en la cabeza que fallase, es muy sencillo saber cuando has matado a alguien cuando le estrangulas, simplemente dejas de notar que respire... —¿Y si estaba tan sedada que de por si respiraba mal...? —Tanto el inspector como el forense miraron al becario, que hablaba tímidamente, con miedo a ser reprendido o comido por sus superiores —. Si la chica estaba sedada puede que apenas se le notase respirar, y dado que le han destrozado la tráquea... puede que dejase de sentir la respiración pero siguiese respirando... —Puede ser... cuando tenga el informe del hospital veré si es una teoría plausible. Ahora, si me disculpáis, voy a hacer un segundo barrido de la zona en busca de alguna pista. Ambos asintieron y se alejaron de la zona, atravesando el cordón policial y yendo en dirección del coche del mayor. —Bien... te libras de ir a clase hoy... vamos al hospital a saber cuándo despertará esa chica... ¿La conocías? —No muy bien... yo era su tutor en el TEI... —Perdona, ¿El TEI? —Oh, sí, es un programa de la universidad, Tutoría Entre Iguales... Ya sabes, de alumno a alumno... —Vale, vale... ¿entonces no la conocías? —Me ayudó el día de la presentación... y también hablé con ella ayer por la mañana... ¿Todos los estudiantes de la universidad estamos en peligro? —Espero que no... Ambos subieron al coche, preocupados por el menor de los dos, sin saber cómo se desarrollaría el caso, pero dispuestos a llegar al final. --------- A unos cuantos kilómetros de la escena del crimen, un joven de diecinueve años, rubio oscuro y con ojos marrones miraba fijamente el símbolo de euro que había aparecido grabado a fuego en la mesa de su cocina. Juraría que no estaba ahí cuando se fue a dormir la noche anterior, y eso le hacía querer saber de dónde había salido. Se acercó lentamente y lo rozó con los dedos, aún estaba caliente, lo que le asustó, así que sacó el móvil para llamar a la policía. Al intentarlo no daba señal, así que se dirigió al fijo, pensando en que tenía que cambiar de compañía. ------------- Mientras todo esto sucedía, la misma figura encapuchada que había cometido un crimen horas antes acechaba la casa del preocupado adolescente que ahora intentaba llamar por el fijo, sin éxito de nuevo. Había planeado esto durante años, no iba a dejar ningún cabo suelto... Sintió un leve dolor en las manos, había dejado a la chica viva, tal y como lo había planeado, pero sus manos habrían seguido estrangulándola tranquilamente... había sentido impulsos de destrozar a esa joven por sus pecados, por haberse sentido mejor que muchos y disimulándolo con lástima... Se centró en su nuevo objetivo, este verdaderamente había cometido peores pecados. La sangre empezó a hervirle al recordar todo lo que sabia que ese estúpido había hecho, así que, antes de descontrolarse, respiró hondo y se metió en su mundo, recordando uno de tantos pecados que había cometido para centrar su ira en castigarlo. ------ AÑOS ANTES ------ La noche era oscura en el bosque. Nadie se había dado cuenta de la ausencia de toda una habitación de chicos en la excursión, o si lo habían hecho, pero no le habían dado importancia ya que, con dieciséis años, todos se habían escapado alguna vez para emborracharse o irse de fiesta. Los chavales habían ido bastante lejos, a un claro en el bosque donde podían proceder con su plan sin ningún problema. Al llegar, cuatro de los cinco chavales rodearon al que se había quedado fuera del plan, quien se empezó a asustar. —Vamos, Samuel... seguro que te lo pasas bien... —Joritz se rió de su propio comentario, recordando la tortura que le tenían planeada, y dejó de acercarse, mientras sus tres lacayos seguían acercándose. —¿Q-qué? P-pensé que solo íbamos a dar una vuelta... —¿Con un marginado como tu? —Joritz soltó otra risotada —. Contigo solo se puede salir para hacerte la vida imposible... Ya sabéis que hacer... Ante esas palabras, dos de los tres que se seguían acercando lo agarraron y tiraron al suelo, poniéndole una mordaza en la boca para mantenerla abierta. Por un momento, la víctima temió ser violada, pero recordó que tenían demasiado orgullo hetero como para eso, así que no supo si relajarse o tener más miedo. Vio como Joritz sacaba varias botellas opacas de la mochila y se las iban repartiendo entre el y el único que no le agarraba. Se empezó a retorcer cuando vio como le acercaba la botella a la boca.Lo tenían bien agarrado y le hacían mantener los ojos abiertos, manteniendo sus párpados separados con los dedos, cada uno desde un lado. No pudo hacer nada mientras el que le iba a torturar destapaba la botella y ponía un paño sobre la boca de la misma para que no se saliese el contenido. —Sinceramente... no recuerdo lo que Joritz ha metido en cada botella... así que esto lo hace aun mas divertido... solo te puedo decir que nos ha salido muy caro... menos mal que el padre de nuestro querido líder está forrado... Le metieron la boca de la botella entre los labios para luego retirar el paño rápidamente, quemándole los labios por el roce y la boca y la garganta por lo que sea que le hubiesen hecho tragar. Mientras intentaba toser para aliviar el dolor, repitieron la maniobra con otra botella. Lo que entró esta vez fue en polvo. Al retirar la botella vieron como polvos blancos y espuma salían de la boca de su víctima inmovilizada. —Tío, le has metido detergente... Eres un cabrón... ¡Me encanta! La risa fue colectiva y Samuel empezó a perder la consciencia mientras le enchufaban una tercera botella. Antes de cerrar totalmente los ojos, pudo ver una figura masculina borrosa entre los árboles. -------- PRESENTE ------- De vuelta en la realidad, el encapuchado se acercó a la puerta trasera y la abrió sin apenas esfuerzo. Camino con pies pesados hacia la cocina, donde se encontraba su víctima, con la sangre borboteando en todo su cuerpo y, como si la ira le diese poderes, apuntó con un cuchillo de la misma cocina a su víctima. —Vamos, Joritz... Seguro que te lo pasas bien... Repitió la misma frase con la que él torturó aquella noche a Samuel, sonriendo como un demonio, haciendo que la cara de miedo del que tenía delante fuese aún mayor. Aunque a Samuel lo salvó el que alguien llamase a una ambulancia, él no correría la misma suerte.El encapuchado lanzó el cuchillo hacia su víctima sin pensárselo ni apuntar, dando justo en el blanco, atravesando su mano con el cuchillo y destrozando la palma, haciéndole gritar de dolor y terror.—Siempre vi que eras horrible con los demás... es hora de que pagues... niño rico y asqueroso...Antes de llegar a terminar la frase estaba lanzando un segundo cuchillo, también de esa misma cocina, a la otra mano, agujereándola igual que la anterior. Teniendo a su víctima indefensa, con las manos abiertas.—¿Qué pasa? ¿Con agujeros en las manos se te escapa el dinero? ¿Sin dinero no tienes poder? ... ¿O es que tienes miedo porque estás solito?
Cuando volvió a su piso, Ibai estaba muerto de cansancio, agotado física y mentalmente. Pensaba meterse en la cama, coger el portátil y ver alguna serie en Netflix, pero algo lo detuvo a mitad del salón.La estancia era pequeña, un sofá con su mesa de café, un mueble para un televisor bastante más grande del que él podía permitirse y una zona libre cubierta por una alfombra que usaba para tirarse ahí a jugar a juegos de mesa cuando venía algún amigo que no tuviese un segundo mando para la consola.Se acercó lentamente a la mesita de café, donde esperaba un sobre negro con un sello de lacre rojo. Se sentó en el sofá sin dejar de mirarlo, sin saber qué hacer con ello, y dejo la mochila lentamente a su la
Alicia no dejó que un contratiempo así parase su ritmo de vida. Si, era cierto, podía morir, pero también era cierto que, si paraba todos los planes que tenía para hacer, mucha más gente morirá.Tras las clases cogió el autobús 5 para ir al bulevar, descansando los 20 minutos que duraba el viaje sentada en las incómodas sillas. Se arrepentía de no haber cogido su bici esa mañana, habría sido más barato y menos contaminante haber ido en bici en vez de en autobús.Cuando bajó se fue directamente hacia el río y luego giró a la izquierda, buscando el portal en el que se encontraba la Fundación Adsis, en la que hacía voluntariado.Entr&oa
El chirrido y el gas la empezaron a atontar demasiado, no tenía ya escapatoria, estaba muerta. Esa última película que se ve de tu vida antes de morir se vio afectada y trucada por los últimos recuerdos que su verdugo le hizo tener.-------------- PASADO -----------------Mientras Alicia estaba con sus amigas en el mismo rincón del patio de todos los días un barullo se empezó a montar a lo lejos.Desde donde estaban no podían ver gran cosa, solo gente apilada alrededor de algo o alguien.Aunque sus amigas pasaron, Alicia se levantó y caminó hacia el lugar. Los barullos que se montaban a la hora del recreo no solían interesarle, querí
Ibai caminaba lentamente por los pasillos de la universidad, centrado en su cuaderno de apuntes.No había podido dormir bien anoche, el miedo impregnado hasta los huesos por la situación en la que un homicida le acechaba por las sombras de la comisaría le había hecho mantenerse alerta toda la noche.Al ir a por un café a la máquina sintió un tirón del brazo y vio como todo alrededor se oscurecía. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad pudo ver que se encontraba en el armario de conserjería y se asustó.Le vinieron a la mente todas esas veces en las que fue objeto de burla y le encerraban en uno de esos para retenerlo durante horas o estiraban de él al interior para darle una pali
La situación era cada vez más sombría, se avecinaba el desastre y no había nadie que lo detuviese. Garikoitz se acercaba cada vez más al empollón que no había sabido dejar su orgullo de genio atrás para mantener su integridad física.—Quedamos en que si no cumplias desearías ir al infierno porque te torturarían menos de lo que haré yo... así que, dime... ¿Por qué lo has hecho? —Son iguales... lo que piense el profesor de cada uno de los dos también afecta.... —Ah... así que es eso, ¿No? —Gari cogió una bar
--------------------- PRESENTE ----------------Tras terminar las clases de la universidad, ya de noche, Gari salió del edificio cansado, deseando coger la moto para largarse a casa y descansar junto a su chica.Al llegar al parking de estudiantes buscó su moto entre todas las demás y no pudo evitar soltar una maldición al verla. Tenía las ruedas pinchadas y los guardabarros medio soltados.Sacó el teléfono móvil y llamó a la asistencia, no llegarían hasta dentro de media hora. Se encendió un cigarro y se apoyó en la moto para enviarle un mensaje a Maite diciéndole que llegaría tarde por ese contratiempo, adjuntando también unas fotos de la moto para no perderlas en e
Los gritos salían de la oficina del teniente. Tanto él como Yerai gritaban al otro. El primero decía que había que sacar a Ibai del caso, que era un problema tener becarios en casos así y que ya había causado el retraso de la investigación y, con ello, mínimo la muerte de una persona, además de haber colaborado con el asesino. Yerai, en cambio, defendía que su becario se quedase. Decía de todas las veces que había sido de utilidad y que ahora más que nunca necesitaba estar en la comisaría el mayor tiempo posible por estar bajo la amenaza de un asesino.Llevaban horas discutiendo allí. Ibai se calmaba poco a poco, mientras recibía malas miradas de otros agentes e inspectores. Incluso el hombre de la limpieza lo miraba mal.
Último capítulo