Los gritos salían de la oficina del teniente. Tanto él como Yerai gritaban al otro. El primero decía que había que sacar a Ibai del caso, que era un problema tener becarios en casos así y que ya había causado el retraso de la investigación y, con ello, mínimo la muerte de una persona, además de haber colaborado con el asesino. Yerai, en cambio, defendía que su becario se quedase. Decía de todas las veces que había sido de utilidad y que ahora más que nunca necesitaba estar en la comisaría el mayor tiempo posible por estar bajo la amenaza de un asesino.
Llevaban horas discutiendo allí. Ibai se calmaba poco a poco, mientras recibía malas miradas de otros agentes e inspectores. Incluso el hombre de la limpieza lo miraba mal.
Justo antes de golpear la puerta con los nudillos algo dentro se le encogió y empezó a recordar todas las cosas que le habían pasado durante el bachiller cuando fue el nuevo.--------------PASADO--------------Nada más entrar al instituto respiró hondo. había sido el nuevo antes, aunque a los siete años no importaba mucho eso, ya que los amigos se hacían con facilidad, pero ahora tenía 16 y estaba a punto de entrar en un edificio que no conocía, lleno de gente que no había visto jamás.Respiro hondo de nuevo y dio un paso al interior. Se dio cuenta de lo diferente que era a su antigua ESO, lo diferente que era al bachillerato al que habían ido sus compañeros... Cogió
Tras salir del despacho del rector, Ibai se dirigió a la comisaría. Sabía que ya no era becario allí y que no podría colaborar en el caso, pero no era eso lo que buscaba. No, ahora mismo solo quería hablar con alguien, y Yeri le parecía la mejor opción, siempre era la mejor opción.Una vez llegó, vio como el inspector se sorprendía de verlo, y era normal, había dimitido de ser becario en el lugar el día anterior para que él no perdiese su puesto de trabajo remunerado.—Pensé que habías dejado las prácticas aquí...—Ya... no vengo como becario... si no como amigo... quiero compañía... no estoy muy bien...
El joven de ojos azules despertó atado a la dama de la justicia que había cerca de la facultad de derecho. Vio la hora en un termómetro con reloj cercano, las dos y dieciocho de la madrugada.Afinó la vista y pudo ver una figura que caminaba por ahí, entre los coches del parking, los árboles y el termómetro.—¡Oye! ¡Ayúdame!La figura lo miró directamente. Javier no pudo ver su cara, estaba totalmente cubierta por un buff hasta la nariz y unas gafas de visión nocturna en los ojos.Se empezó a acercar y Javi se arrepintió de haber gritado. Si no llega a haberlo hecho seguramente la figura, que ahora sabía era su verdugo, no lo habría visto.
Ibai tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras iban en el coche, estaba más feliz que un niño con zapatos nuevos... iba drogado de amor, siendo sinceros. Yerai dejó el coche parado con los paralelos puestos para que Ibai se bajase pero, antes de que se soltase el cinturón siquiera, lo besó a modo de despedida. El universitario bajó del coche y se fue a la cafetería del aulario que tenía al lado para tomar algo antes de clase, ya había desayunado, pero la noche anterior había dormido poco, así que mezclar un café y un Cola Cao no le vendría nada mal. Mientras mezclaba ambas cosas en el vaso, oyó arrastrar la silla de enfrente y levantó la mirada de golpe, asustado por si era Ma
La lluvia caía fina sobre la tierra. La poca luz solar que se colaba entre las nubes negras era de un pálido mortecino. Cada rayo de sol escalaba las frías piedras de mármol pulido hasta alcanzar la madera de roble color champán que protegía a la joven pálida que no respiraba desde hacía un par de días.Todo era perfecto para la ocasión, o al menos eso le parecía a la figura encapuchada que miraba desde la lejanía el funeral. Se recreó en la joven que subía al atril a decir unas palabras. Su piel pálida, con un leve rubor que la declaraba en vida, los ojos azules como el cielo y el pelo rubio oscuro corto que apenas le llegaba a los hombros.-La verdad es que no soy la más indicada para esto, hablar en público nunca me gustó y tampoco se me dio bien jamás, pero... no puedo dejar que la persona que más he amado en mi vida se vaya de este mundo así sin más, sin despedirme... -La voz y el cuerpo de la joven temblaban por varias razones. Llevaba un rato llorando, la rabia de perder a su p
Las vacaciones de verano... esa época de ocio, esparcimiento y descanso... una época que acababa de acabar.El despertador hizo que Ibai abriese los ojos y viese el techo de su piso. Hacía ya tres años que había empezado la universidad, era su último año en ese infierno que otros llenaban de fiestas.Se levantó despacio de la cama, no tenía nada que hacer antes de la universidad, no desayunaba, no tenía nadie a quien saludar y nadie se le acercaba demasiado en el día a día, así que no importaba mucho si ducharse le daba algo de pereza y lo dejaba para después de comer.Pululó por las habitaciones de la casa buscando su ropa y sus deportivas, perdiendo el tiempo en hacer varios viajes de un lado a otro antes de por fin meterse en el baño y abrir la ducha. Dejó que el agua cayese por su espalda, sin meter la cabeza bajo el chorro, no quería despejarse, no aún, no quería meterse en la realidad aún.Cuando terminó de ducharse, cogió la toalla y se la puso a la cintura mientras salía al f
------PRESENTE------—S-sí... ¿Han vuelto a atacarte? —Ibai negó, tampoco había tenido mucha interacción social desde que dio la charla para los nuevos.Miró lo que traía entre los brazos, un archivador verde, de plástico semitransparente, con los bordes de tela negra, parecía hecho por ella. Llevaba una hoja cuadrada de unos cinco por cinco perdida por la zona que se veía a través de la tapa traslúcida. En la hoja había un garabato al que no le dio importancia.Dejó a la chica sola en el pasillo sin tiempo a que ella dijese otra cosa, no quería que le hiciese preguntas sobre lo que pasó, no quería hablar con una chica que no conocía, no le gustaba casi hablar con la gente que sí conocía de la universidad.Subió al segundo piso y miró por la ventana antes de meterse en el aula y ponerse en su sitio de siempre, al fondo en la esquina más alejada de la puerta. Tardó poco en sacar el portátil, no iba a pasar muchas horas en la universidad, solo tenía que estar para un par de asignaturas
Cuando Yerai llegó a la escena del crimen vio un ambulancia, cosa poco común, dado que la gente que descubre los cadáveres no suele tener tanto miedo como para que les de un ataque de pánico o de ansiedad, pero siempre había una primera vez.Al acercarse a la muchedumbre tuvo que abrirse paso entre los estudiantes curiosos y los profesores entrometidos.Al llegar a la cinta policial y enseñar su credencial pudo librarse del agobio de la gente y se fijó bien en la escena.—¿Y el cadáver? —Miró al forense que tenía cerca, que estaba en su trabajo de buscar pistas.—¿No se lo han dicho? La chica estaba viva... a duras penas, tiene la traquea destrozada, pero esta viva —Al oír eso, Yerai se sorprendió gratamente —. Obviamente la intención era matarla, pero no sé el que ha sido lo que ha impedido que lo haga.—Vale, muchas gracias... ¿Has visto a un chaval que intente cruzar la cinta pero no le dejan?—Sí, insiste en que puede pasar... Lo tienen esposado en el coche policial, ¿Lo con