Stacy coloca las bolsas en el suelo y cruza los brazos sobre su pecho mientras respira hondo. Sabe que es necesario que mantenga la calma pase lo que pase. No es un hombre normal, lo supo desde el momento en el que entró al restaurante. Algo en sus expresiones y en su forma de ser la mantiene alerta.
—Creo que olvidaste que esta es la puerta de servicio, no se puede entrar por aquí, además, ya está cerrado —le dice ella calmada, pero con voz firme.
—Menos mal que no estoy aquí para comer entonces —la afirmación del hombre suena más a una amenaza.
Al escucharlo, ella se aleja un paso, pero él es más rápido y la agarra firmemente de la muñeca, sujetándola con fuerza.
—¡Suéltame! —le ordena ella.
—No hasta que consiga lo que quiero.
Un millón de horrores pasan por la mente de Stacy, pero se mantiene fuerte y los aparta, necesita tener la cabeza despejada para pensar con claridad.
—¿Qué es exactamente lo que quieres? —le pregunta ella.
El hombre la mira de arriba abajo lascivamente mientras la aprieta más fuerte del brazo.
—He visto los billetes grandes en tu delantal. Quiero el dinero, todo —estira su mano hacia ella y sus nudillos rozan su garganta.
En un rápido movimiento, la rubia levanta su rodilla derecha y lo golpea en su entrepierna, justo donde más duele.
—¡Zorra! —grita él.
—Lo siento, pero no puedes quedarte con mi dinero y mucho menos amenazar a una mujer de esa forma.
El hombre suelta un gruñido y se lanza hacia ella. Está a solo milímetros de su cuerpo cuando de pronto, se aleja.
Hombros anchos, zapatos caros, pero en la oscuridad lo que más le llama la atención a ella es el pesado brillo de sus ojos grises contrastando con la opacidad de la noche y del callejón.
—Yo que tú me lo pensara dos veces antes de volver a poner un solo dedo encima de ella —la voz de Xavier se extiende por todo el lugar, es pasiva, baja, pero, sin dudas, tenebrosa, fría e increíblemente amenazante.
El hombre hace oídos sordos de esa amenaza y arremete contra Xavier, solo para que este le demuestre que acaba de tomar la decisión equivocada.
Stacy se estremece ante el crujido del hueso, el chirrido de la piel desgarrada mientras la sangre cubre a ambos hombres.
—¡Basta! ¡Xavier, lo vas a matar! —la rubia ha perdido toda la calma y está sumida en un completo pánico.
Sin pensarlo dos veces, agarra a Xavier por el brazo antes que este arremeta de nuevo contra la cara del asaltante. Le toma varios segundos pero, finalmente, Xavier se centra en ella y la tensión en su cuerpo se disipa.
—Puedo acabar con esto, Stacy.
—Ya está herido, no quiero empeorarlo. De todas formas, no vale la pena.
Xavier se toma unos minutos para respirar profundamente mientras aprieta sus puños al lado de su cuerpo en un intento por calmarse.
—Si vuelves a intentar algo así, si me entero que estás cerca de ella de nuevo, haré que desees estar muerto ¿Me has entendido?
El asaltante mueve lentamente su cabeza en señal de asentimiento, es lo único que puede hacer para dar una respuesta debido a lo magullado que ha quedado.
El corazón de Stacy martillea contra su pecho mientras Xavier se acerca lentamente hacia ella.
—¿Te encuentras bien? ¿Te ha hecho daño?
—Estoy bien, no me ha hecho nada. Me alegro de que hayas llegado —le confiesa ella de forma sincera mientras piensa en lo que hubiera sucedido si él no hubiese llegado a parecer.
—Yo también —le responde él y la mira a los ojos. La oscuridad se arremolina tras los suyos, pero, en lugar de asustarla, la reconforta.
—Gracias por salvarme.
Xavier asiente y hace una mueca de dolor. Ella examina su figura solo para notar por primera vez que su linda y fina ropa está cubierta de sangre pegajosa y de que tiene un corte en el pecho.
—Estás herido. Creo que vas a necesitar unas suturas.
Xavier aparta su atención de ella y se mira el pecho. Cuando se toca la herida sisea del dolor siendo consciente del mismo por primera vez.
—Tenemos un botiquín de primeros auxilios dentro. Ven conmigo —le dice ella y, de inmediato él se da cuenta de que no es una petición, sino una orden.
Las cosas no podían estar más locas de lo que ya estaban. En una misma noche, Stacy había conocido a Xavier, un hombre extrañamente misterioso e interesado en darle una propina exagerada solo por conocerla; otro hombre la había intentado asaltar y el mismo Xavier había aparecido para rescatarla como si hubiese sido sacado de un cuento de princesas ¿Qué más podía sucederle?Lo mínimo que podía hacer ella era prestarle los primeros auxilios y atender el corte que él se había hecho en su mano.Por mucho que se lo repetía para sus adentros, había otra razón por la que estaba haciendo eso, Xavier le atraía y, su parte curiosa, necesitaba conocer más sobre él.Él par de ojos grises la siguió hasta la cocina del restaurante sin decir una sola palabra. Stacy rebusca en una de las alacenas hasta encontrar el botiquín.—Supongo que tengo suerte de que seas una estudiante de enfermería ¿eh? —dice él siendo el primero en romper el hielo.Stacy le da un asentimiento con su cabeza, pero no dice nad
Los golpes en la puerta no cesan y logran que a Stacy se le haga un nudo en el estómago. Está tan asustada que lo único que piensa es que la policía la encontró, su tío, el sheriff del pueblo tuvo que haber movido sus hilos y dio con ella más pronto de lo que pensaba.“No puede ser, es imposible. Salí de la casa directo hacia aquí. No tomé ninguna carretera central, me desvié todo lo que pude para evitar que alguien me viera.” Pensaba ella en un intento de brindarse un poco de esperanza.—Si no abres la puerta encontraré la manera de entrar. No podrás mantenerme fuera.Esa voz, tenía algo particular, algo que, a pesar de todo el temor y los nervios, la atraía, pero, no tenía tiempo para pensar en ello. Fuera quien fuera, Stace no pensaba abrir esa puerta, era lo único que se interponía entre ella y el mundo exterior, era lo único que le estaba brindando algo de seguridad.La rubia pensó en esconderse. Ella no abriría la puerta, pero la madera de la que estaba compuesta no parecía muy
La tensión recorre el cuerpo de Stacy por enésima vez en una misma noche. Por más que lo piensa no comprende cómo es posible que su vida haya podido cambiar tanto en cuestión de segundos.—¿Qué está pasando? —le pregunta ella aterrorizada.—Parece una especie de control policial, no es normal que hayan tantos coches a la salida del pueblo.Justo en ese momento, la chica se dio cuenta. Nadie conocido la había visto, pero todavía llevaba la misma ropa anegada en sangre.—Demonios ¿Crees que el recepcionista del motel podría haberlos llamado?Esa era la única razón posible para que todos esos policías estuvieran ahí a esas horas de la noche.Xavier le echa un vistazo a la ropa manchada de la rubia y hace un gesto de incomodidad.—Es posible, dada la sangre. Si están tras de ti, si te están buscando, tu ropa te delatará.Los hombros de Stacy se ponen más rígidos de lo que ya estaban y sus cejas se fruncen al sentir el miedo recorriendo todo su cuerpo ¿Cómo es posible que a cada minuto que
Una vez no hay asomo de Xavier por ninguna parte, Verónica conduce a Stacy al piso de arriba hasta la que será su habitación a partir de ese momento.Cuando la ama de casa se marcha, la rubia le echa un vistazo a la espaciosa habitación. Las luces titilan en lo alto.Stacy nunca había deseado tanto en su vida darse un baño, necesitaba quitarse de encima el olor a hierro de la sangre seca y las manchas de la misma de su cuerpo, así que se baña y se cambia antes de acomodarse en la cama de felpa.“Podría acostumbrarme a esto” —Piensa ella justo antes de que se le cierren los ojos sin darse cuenta de cuándo se queda dormida.Jadeante se despierta sobresaltada. El corazón le martillea en medio del pecho mientras hace su mayor esfuerzo por recuperar el aliento. Gira su cabeza hacia el reloj que tiene en la mesita de al lado solo para darse cuenta de que son apenas las 3:29 de la madrugada, solo había dormido unos minutos.En medio de la oscuridad, los latidos de su corazón son lo único que
La proposición de Xavier deja a Stacy incrédula. No solo son altas horas de la madrugada, sino que tampoco estaba preparada para dar clases de nado en la piscina del hombre ridículamente millonario que la está protegiendo.—¡No tengo traje de baño! —la voz sale de la garganta de Stacy casi como un chillido.Xavier es un hombre extremadamente apuesto, es más que eso, él es hermoso, de seguro las mujeres se le lanzan a los brazos, mujeres bellas y, la rubia está segura de que un nado nocturno con ropa holgada de dormir no es lo más sensual de la vida.—Pues, báñate en pijama, o desnuda, como más lo prefieras, solo baja aquí.—No puedes estar hablando en serio.—Puedo darte un millón de otras cosas para ponerte si lo que te preocupa es estropear el pijama —dice y se sumerge un momento bajo el agua antes de salir a la superficie con una amplia sonrisa, esta vez, Stacy puede verle los dos hoyuelos ridículamente perfectos— Ven de una vez, el agua está increíble.—Eso parece. Tenía que haber
A la mañana siguiente, Stacy se despierta sorprendentemente fresca y lista para empezar el día sin poder creer que la sugerencia de la natación nocturna funcionara en verdad.Recordó que Xavier la estaría esperando para desayunar, así que decidió colocarse un vestido cómodo, pero atrayente. Le llegaba hasta la mitad de sus muslos, era ceñido hasta su cintura y después caía libre mientras la espalda quedaba afuera, protegida solo por unas pequeñas tiras cruzadas.Después de vestirse, baja corriendo las escaleras y se dirige directo al comedor para desayunar y para ver a Xavier. Sin saber por qué, estaba emocionada por encontrárselo de nuevo.—Buenos días, corazón. Toma asiento —le dijo él recorriendo su cuerpo con la mirada cuando ella hizo su entrada— ¿Estás lista?—¿Lista? —justo en ese momento, ella se dio cuenta de que debía estarse perdiendo algo ¿había olvidado parte de la conversación de la noche anterior? — Lo siento, al parecer mi cerebro no está despierto aún ¿Para qué tengo
Xavier entrelaza los dedos de ambas manos encima de la mesa y se inclina hacia atrás en su asiento, mirando a Stacy con una ceja levantada y un aire a hombre peligroso que le puso los pelos de punta a la rubia.A pesar de ello y de lo que sugería su lenguaje corporal, ella se sentía a salvo con él. La había protegido, la había ayudado cuando no tenía por qué hacerlo. Lo que quería a cambio no podía ser tan terrible ¿verdad?Ella no se dejó amilanar, también podía jugar ese juego, así que, cruzó los brazos sobre su pecho sin apartar los ojos de él ni una sola vez.—No sabía que tendría que pagar un precio, sobre todo cuando apareciste ofreciendo tu ayuda de forma “desinteresada”.—Yo nunca dije que fue de forma desinteresada, sencillamente te dije que te ayudaría y protegería y eso hice, eso estoy haciendo, además, no creo que te importe pagar mi precio —una vez más, esa sonrisa maliciosa se le dibujaba en su rostro— Quiero ayudarte, debería haber empezado diciendo eso, lo hago porque
Las palabras de Xavier dejaron a Stacy completamente atónita, no podía creer lo que acababa de decirle ¿Qué implicaba exactamente lo que le estaba proponiendo? Ella no tenía ni idea, pero estaba dispuesta a averiguarlo.—¿No te estarás refiriendo a que te sirva como a una especie de esclava sexual, no? —los ojos grises de Xavier centellearon de pura diversión.Él da un pequeño paso hacia atrás para poder mirarla a los ojos con más facilidad haciendo que ella extrañe de inmediato el calor que emanaba de su cuerpo.—No, no estaba pensando en eso, pero si nuestra relación progresa, cosa que deseo mucho que suceda, llegaría hasta ese punto de manera natural y no te opondrás. Créeme, una vez me tengas en tu cama, querrás que siga ahí.Los ojos océano de la rubia se abren de par en par. No sabía que le sorprendía más, si el hecho de que acabara de confesar que quería una relación con ella, o la alta estima que se tenía a sí mismo.—¡Wow! ¿Nadie te ha comentado nunca que tienes el ego más gr