AMANDA GÁLVEZ
Dormir fue difícil y no precisamente porque extrañara mi tan confortable cama, sino porque estaba abrumada por las preocupaciones. Necesitaba trabajo, un lugar donde vivir, ir a la universidad aunque debiera descartar el lugar donde me habían admitido porque ya no tenía dinero para poder abonar. No me importaba renunciar a esa universidad por más que fuera privada porque a la que fuera tendría que estudiar de todas formas. El único problema es que tenía el tiempo en contra y las inscripciones estaban por cerrar. Sospechaba que este año no podría asistir y eso me dolía en el alma.Mercedes se despidió de mí temprano para ir a trabajar al restaurante donde era mesera. Ella no solo me había dejado quedarme, sino que confiaba en mí para dejarme sola con sus pertenencias.Con la mayoría de edad por cumplir me sería difícil encontrar trabajo. En la mayoría de los sitios piden no solo estudios completos, sino que también debían tener al menos dieciocho años. Yo tenía que comer hasta esa fecha, no podía exigirle a Mercedes alimentarme también. Sentía que estaba abusando de la hospitalidad que ella me brindaba y esperaba ser capaz de pagarle de algún modo lo que hacía por mí.Comencé a ordenar la ropa de Mercedes y luego empecé a limpiar la habitación. Las horas pasaron rápidamente conmigo encerrada haciendo el quehacer y también sin haber comido nada. Preparé un té y comí algunas galletas que aunque no me quitaron el hambre, hicieron que lo sintiera menos.Pensé en mi vida y todo lo que había cambiado. Mi padre le daba sentido a mi existencia y era el único capaz de mantener el orden, así como también a mi madre junto con su m*****a naturaleza despiadada. Jamás me había dado cuenta de que ella era así, pero bastó el momento más difícil para abandonarnos y luego dejarme a mí a la deriva.Los días pasaron con la misma rutina. No me sentía feliz con mi nueva realidad, pero al menos podía sentir que era dueña de mi destino sin la posibilidad de que alguien viniera a reclamarme como un objeto sexual, mucho menos como un trofeo vendido por mi madre.Mercedes siempre llegaba del restaurante con viandas de comida y ese fue mi alimento por unos cuantos días, pero tenía terror de que ella un día llegara y me dijera que debía irme porque aún no tenía dónde ir ni había logrado resolver como subsistir.-Quiero agradecerte por lo que has hecho por mí hasta ahora. No sé que podría haber pasado conmigo si no me encontrabas tú- Decidí vender una de las joyas que tenía para poderle pagar y con suerte podría quedarme más tiempo hasta que pudiera trabajar y aportar con los gastos un poco más-Se que habrías hecho lo mismo por mi. Yo soy adoptada y cuando murieron mis padres adoptivos la familia decidió que yo no era más que una bastarda. Me entregaron este apartamento para deshacerse de mi, algunos billetes y desde ahí debí salir adelante. Fue por esto que yo no pude seguir estudiando, pero no me quejo, no me fue tan mal- Ella sonrió con orgullo aunque lo había perdido todo y por eso fue que decidí que tenía que hacer lo mismo. Si ella pudo yo también podría-Yo no sabía nada de eso. Pensé en vender esto- Le mostré una cadenita que me regaló papá junto a unos aretes simples- Puedes tomar el dinero que me den por esto y cuando tenga mis dieciocho podría conseguir empleo en algún café o como empleada de limpieza- Ella comenzó a negar-No puedes deshacerte de lo único que tienes. Tendrás dinero, pero sentirás que lo perdiste todo- La tristeza en su mirada me demostró que ella ya había tenido que hacer eso-No tengo donde ir y solo estoy ocasionándote más gastos. Siento ser una carga para ti- Ella solo tomó mis manos y puso las joyas en ellas-Estaremos bien ya lo verás. No tienes que irte, ahora hay orden y es gracias a ti. Siento que por primera vez tengo una empleada- Ella bromeó haciendo que sonriera por primera vez en mucho tiempo y brindándome una paz que no había conseguido desde que papá se fueMercedes no solo se estaba convirtiendo en mi ángel guardián, sino también en mi única amiga y en la hermana que jamás tuve. Solamente anhelaba no perderla nunca, porque me quedaría sola en este mundo.-------Mis dieciocho años llegaron y con ellos una profunda tristeza. Este sería el único cumpleaños sin la persona que más quería, sin mi padre. Él ni cuando tenía mucho trabajo estaba lejos de mi, jamás hizo un viaje de negocios en esta fecha para estar conmigo. Lo necesitaba conmigo, pero se había ido para jamás volver. Solo recé y le hablé al portarretrato que tenía nuestra foto juntos.Mercedes había tenido que trabajar, pero trajo para mí un cupcake al que le puso una velita. Al menos ella no había olvidado este día. Pensaba en mi madre y en que sería de ella. Seguramente habría transformado mi cuarto en uno totalmente distinto para borrar mi existencia así como lo hizo con mi padre.Al día siguiente de mi cumpleaños comencé a buscar trabajos en todos los sitios que encontré. Llevaba un sándwich en mi bolso y una botella de agua porque planeaba no regresar como una mujer desocupada a dormir esa noche. No había podido estudiar, pero tenía que trabajar y con eso comenzar a comprar las cosas para estudiar el año siguiente.Sin tener referencias solo conseguí trabajo en una rotisería. Jamás había tenido que hacer nada en mi vida, pero ahora tendría que lavar trastes. Me enfoqué en que no había empleos malos, pondría lo mejor de mi para salir adelante y lo haría. Cuando hubiera estudiado iría a presentarme con los directivos de la empresa de mi padre para tomar mi lugar, así eso significara enfrentar a mi madre en la justicia. Solo esperaba que para ese momento aún la empresa estuviera en pie.Así no supiera demasiado de administración de empresas, sabía que con los gastos excesivos de mi madre no podría subsistir mucho tiempo lo que mi padre con tanto esfuerzo y empeño logró construir y me daba demasiada tristeza.AMANDA GÁLVEZComencé a trabajar y era muy arduo. Estaba muchas horas encerrada en el calor terrible de la cocina y a diferencia de los meseros yo no recibía ninguna propina. Ahorrar dinero de ese modo se volvía un desafío y la dueña no era muy amable. Los días que había mucha gente las exigencias eran mayores y hasta horas extra debía hacer sin ningún tipo de pago.Comprendí trabajando que no todos los jefes eran como mi padre. Había quienes se aprovechaban de la necesidad de los demás para pagar aún por debajo del precio mínimo.Aún con todas las dificultades que tenía me estaba adaptando a mi nueva realidad. Me costaba, pero cada día me resignaba un poco más. Aun así algo había aprendido, a no desviar la mirada y afrontar todo con la frente en alto. Pasé de tenerlo todo a no tener nada, pero aún mis metas eran claras. Algún día yo estaría al frente de la empresa de mi padre, o al menos recuperaría lo que por derecho me correspondía.Al cabo de dos meses tuve una oferta laboral en o
AMANDA GÁLVEZAntes creía que la universidad era igual a como muestran en las películas, dónde al llegar alguien nuevo todos voltean a mirarlo y a preguntar quién es. También creía que aparecería la amiga que ayudaba con las direcciones o el chico malo buscando seducir a la nueva. Nada de eso sucedió, esas situaciones solo ocurren en las películas de romance adolescente y nada más. Llegué a la universidad, debí buscar mis clases y nadie era capaz de ayudarme a encontrarlas. Todos estaban inmersos en sus propios asuntos como para prestarle atención a cualquier otra persona, mucho menos una nueva sin nada especial. No me quejo por ser invisible, me agrada. Me visto demasiado casual para no llamar la atención y porque mi día se reduce a clases y trabajo, es todo. Vivo agotada, me levanto demasiado temprano cada día para poder estudiar y después todo se reduce a tener varias clases, almorzar algo sencillo que preparé el día anterior porque cada centavo cuesta y no puedo permitirme comer
NARRADORAEl tiempo había transcurrido y Amanda seguía esforzándose al máximo por estudiar, cumplir la promesa que le hizo a su padre, alcanzar sus objetivos y sobrevivir. Mercedes aunque intentaba que ella se distrajera alegando que envejeceria de manera precoz a causa del estrés, se negaba a salir. Ya habían pasado fechas súper importantes en las que Amanda sintió la falta de su padre. Lo extrañaba tanto y aunque ya no lloraba, a menudo aún su recuerdo prevalecía ocasionando un gran vacío en su interior. Mercedes había comenzado a asistir a algunas fiestas con sus compañeros de trabajo. Siempre se veía hermosa antes de salir y bromeaba con que tal vez esa sería la noche en que conociera a un sugar daddy que las sacara de la pobreza para siempre. Una madrugada ella no llegó a dormir, pero envió un mensaje avisando que pasaría la noche fuera de casa y que volvería bastante más tarde. Eso alertó a Amanda y la preocupó porque no era usual. Después del mediodía llegó Mercedes con una
Mercedes seguía cuidándose lo mejor que podía debido a su situación. Ella siempre había pensado que enfermar no es el derecho de las personas pobres porque si no trabajan no pueden llevar a su mesa el pan de cada día. Odiaba eso, en verdad lo hacía. Maldijo haber perdido a su familia y estar desamparada en el momento en que más falta le hacía. Solamente contaba con su joven amiga, pero ¿Qué podría hacer ella? Sabía cuánto se esforzaba por enorgullecer la memoria de su padre y sobrevivir en el intento. Valoraba inmensamente los pequeños detalles que Amanda le daba cada día que podía hacerlo. Uno de los compañeros de trabajo de Mercedes tenía contactos en cierta manera importantes. Ella sabía que él estaba trabajando a modo de penitencia por haber despilfarrado parte de una fortuna que no solo a él le pertenecía. Ella se estaba preparando para lo peor y solo quería que si algo saliera mal, Amanda no estuviera tan desamparada criando a su pequeño hijo. Hizo lo más sensato que le dictó su
Amanda esperaba fuera de la habitación junto a la enfermera que sostenía a León. Rezaba porque Mercedes soportara y luego ese momento fuera un mal recuerdo. No era justo que ella estuviese en esa situación crítica, una mujer tan fuerte y luchadora como ella.Recordó el sueño donde su padre le mostraba una sepultura y un escalofrío la recorrió por completo. No quería pensar que esa podía ser su amiga, de ninguna manera. ¿Qué haría ella con un bebé recién nacido que necesitaba a su mamá? No había podido tomar pecho ni una sola vez ese pequeño y ella apenas si había aprendido a sostenerlo. El equipo médico salió después de la habitación y ella estaba temerosa de escuchar lo que tenían que decir. -Hicimos todo lo posible, pero su corazón se debilitó demasiado y su pronóstico no es favorable señorita- Amanda sintió que se le aflojaban las piernas y cayó al suelo de rodillas llorando desconsolada -¿Por qué? Si ella siempre fue sana, no entiendo- Pidió una explicación, no lo entendía-Lla
Tras haber ocurrido una semana del deceso de su mejor amiga, a quien consideraba su única familia, Amanda debió seguir adelante con su vida y afrontar su nueva responsabilidad. Ella no había tenido ni un novio, pero de un día para otro se había convertido en madre. Si no iba a trabajar sería despedida. Sus cuestiones sentimentales no le importaban a su jefa, quien demasiada consideración había tenido por lo que había ocurrido, pero más no podía esperar por un empleado. Dejó a León en casa de Laura luego de darle instrucciones sobre su cuidado, pero la joven ya era madre así que sabía cómo cuidar de un bebé. Llegó a tiempo para reincorporarse a su trabajo. No tenía ánimos pero debía fingir una sonrisa aunque su corazón estuviese hecho añicos. Se sentía inmensamente preocupada por León y solo pensar que esa rutina se repetiría día tras día la hacía sentir abrumada. El día laboral transcurrió con algunos clientes difíciles que tenían ánimos de discutir. Ella no se sentía lista para a
León seguía creciendo y cada vez se parecía más a su madre, solo que su cabellera no era dorada, sino de un hermoso color castaño que seguramente había heredado por su inútil padre. Amanda recordaba a ese hombre que le había robado el corazón a su amiga y se llenaba de rabia. Si tan solo él se hubiese quedado con Mercedes, con su dinero probablemente habría podido ayudarla y tal vez el tráfico final se podría haber evitado. -No sabes cuánta falta me hace tu mamá. Dicen que ninguna mujer está preparada para ser madre, pero yo apenas tuve unas horas- Hablaba con León quien le mostraba una linda sonrisa y la veía con sus hermosos ojos idénticos a los de Mercedes -Mira, esta es tu mamá, era muy hermosa y tú también lo eres- Le mostraba una fotografía de su mamá para que él desde muy pequeñito supiera quien fue su madre León comenzó a quedarse dormido y ella con cuidado lo dejó sobre su cuna para arroparlo con mucho cariño. Amanda, pese al dolor de su corazón, lo amaba y hubiese dado la
Amanda dejó durmiendo al pequeño León y se sirvió una taza de café bien cargado. Necesitaba mantenerse despierta porque tenía un examen en pocos días. Sus momentos de estudio solo podían ocurrir cuando reinaba el silencio y eso se traducía, a los lapsos de tiempo cuando León dormía. Luego de haber repasado lo que ya sabía de memoria, guardó sus elementos de estudio y tomó lo que más la preocupaba, los servicios que estaban próximos a su fecha de vencimiento. Amanda había reunido el dinero para pagar la electricidad, pero León necesitó leche. Su pediatra le había recomendado otra fórmula luego de cumplir sus seis meses y ella primero buscaría lo mejor para que el creciera sano y fuerte. Cuando pagó aquello sintió que tendría problemas si no encontraba trabajo pronto. Miró como los servicios se acumulaban impagos y buscó lo que le quedaba para vender. Había intentado obtener dinero por un par de aretes, pero nunca faltaba quien se aprovechaba de la necesidad de los demás y ofrecía un