LA PRISIÓN

La mansión Arriaga, con su fachada imponente y sus amplios salones, seguía siendo un refugio de lujo para todos los que habitaban en ella, pero para Isabela, se había convertido en una prisión de la que no podía escapar. Cada rincón de la casa le recordaba su sufrimiento, la frialdad de su esposo y las constantes humillaciones que recibía de Camila. Pero lo que más la desgarraba era la indiferencia de Leonardo, quien, con cada día que pasaba, parecía alejarse más de ella.

Desde la última conversación con su marido, en la que él había defendido a Camila sin dudar, Isabela no sabía cómo enfrentar su realidad. Todo lo que deseaba era ser vista, ser escuchada, pero parecía que todo a su alrededor conspiraba para mantenerla en las sombras.

La Presencia de Darío

Sin embargo, había algo diferente en los últimos días. La presencia de Darío en la mansión, aunque inesperada, había traído consigo una pequeña chispa de esperanza para Isabela. A pesar de su actitud protectora y su constante defens
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