Capitulo XXXIV
Comenzó a abrir los ojos lentamente, sentía los párpados pesados y la luz que iluminaba la estancia le provocaba punzadas de dolor en la cabeza, parpadeo varias veces antes de poder abrirlos por completo, con evidente preocupación observó que se encontraba en la habitación de un hospital, su cuerpo estaba envuelto en unas sábanas blancas tan inmaculadas como el techo y las paredes que también eran del mismo color. A su lado había muchos cables y varias máquinas con números y líneas brillantes. Cada una con un sonido propio y enloquecedor, el zumbido inquieto de una de ellas estaba provocándole dolor de cabeza. Tenía una aguja en su muñeca con una manguera fina por donde le estaban suministrando algún tipo de medicamento, y en la otra una especie de gancho colgado en su dedo índice con unos cables conectados a uno de los aparatos. La joven se sentía confundida, mareada, y sumamente débil. ¿Qué hacía ella en aquel lugar? ¿Acaso estaba herida? En la habitación no había nadie, no veía a
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