Capitulo XXXV
Los siguientes días fueron bastante estresantes para Merida, siguieron haciéndole exámenes de todo tipo. Como había dicho el doctor comenzaba a recuperar los movimientos de su cuerpo, se sentía más fuerte, pero aún no tenía fuerzas para ponerse de pie, aunque ya podía mover las piernas, la trasladaban de un lado a otro en sillas de ruedas. El doctor estaba feliz con el progreso de la joven en tan poco tiempo. Merida le pidió ayuda a una de las enfermeras para poder arreglarse el cabello, ya que lo llevaba muy largo y se le hacía difícil mantenerlo bien peinado. Siempre llevaba la bata del hospital y ya estaba ansiosa de poder usar ropa normal y salir de ahí. Aunque no tenía idea de que haría o a donde iría una vez que le dieran de alta. No recordaba donde vivía, ni siquiera tenía dinero, el doctor le había dicho que los hermanos Akakios se estaban haciendo cargo de sus gastos médicos lo que significaba que le debía dinero a unas personas que no conocía. Como pagaría su deuda con ellos,
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