Mi imagen de una bienvenida cálida y llena de alegría fue opacada por el ambiente que se creó después de ver al chico que tengo a mi lado izquierdo. Todo estaba tenso. Mis padres no dijeron nada, el Alfa y su hijo tampoco. Me acerqué otros dos pasos y fue suficiente para que mi madre se acercara corriendo y me abrazara como sólo ella sabía hacerlo. Acepté gustosa su gesto. Papá no tardó en unirse, entre los tres suspiramos al tenernos cerca. Fue como recobrar vida en ese instante. Mi familia, la tenía de vuelta.
—Los extrañe.
—Nosotros a ti hija —Dijo mamá. Me apretaron más sacando el aire de mis pulmones y sonreí por eso—. Mucho.
—Demasiado. —Corrigió papá. Reí al verlos así, tan emocionados al igual que yo.
—Ah —Me aleje, recordando que traía conmigo a Erick. Gire mi r
MaxwellLas veces que fui testigo de los castigos de mi padre en mi niñez, quede traumado en la forma cruel que castigaba. Sus métodos más sutiles eran desgarrar trozo por trozo la piel con un cuchillo de cocina, hasta cortar dedos lentamente. Obviamente la manada no se daba cuenta de nada, sólo sabían que las personas osadas que desafiaban su ley no volvían. Comencé a pensar lo peor cuando está mañana Isabella le alzó la voz en medio del desayuno.Nunca había visto a Dimitri tensar la mandíbula y contener la ira ante semejante humillación, lo peor, en su propia casa. Isabella estaba ganando un lugar en el calabozo y, no el mejor.—Cázala, secuéstrala, manipula ¡O ve con una maldita bruja! Pero a esa chiquilla malcriada la quiero de nuestro lado ¡Ya!Caminaba como León enjaulado por toda su oficina, la rabia er
IsabellaUna palabra dirige mi vida últimamente:estrés.Entre el colegio, deberes impuestos por el Alfa, ocultar mi identidad, salida con mis padres -aunque aquí me estresa el no llegar a tiempo para pasarla juntos-. ¡Sobre todo mantener al Alfa en su lugar! Ese hombre causa más problemas de los que pensé.Justo ahora me encuentro en el patio, sentada en una silla frente a la mesa del jardín, se había vuelto mi lugar para las tareas y pasarla con Erickson. Apenas habían pasado unas semanas desde que estamos aquí y eran las mejores. Dejando de lado la intromisión del Alfa en mi vida. Algún día le daré su merecido.—¿Qué tal todo? —Preguntó Erick acercándose. Había llegado recién, según me comentó antes de irse, mi madre le invitó para charlar. Comenzaba a ll
Mi cabeza daba vueltas, el hedor a humedad y hierbas se coló por mi nariz causando mi despertar inmediatamente. Al abrir los párpados, los muros de piedra desgastados fue lo primero que vi. Esto era parecido a un calabozo antiguo. Los barrotes eran nuevos, no cabía duda, pero las paredes junto con el lugar apestaban a viejo.Levante mi cuerpo de donde estaba tumbado, camine alrededor en círculos sólo para detectar olores y darme una idea de donde estaba metida. No había nada más que bosques bañados del rocío, humedad en la tierra y paredes. Eso y el olor a cazador, la sangre seca impregnada en sus cuerpos me decía que había más de cinco docenas alrededor de este lugar. Quiz&aacu
IsabellaNo he comido en días, mi cuerpo está débil, esos hombres vienen cada noche a inyectar un líquido espeso y doloroso de color rojo, parecido a la sangre coagulada. Después de cada inyección término retorciendo mi cuerpo del calor que me invade, quedo paralítica por minutos y después caigo en un sueño profundo.No tengo la menor idea de cuantos días han pasado, a pesar de ver el sol y la noche, no tengo claro el tiempo que paso dormida. No sé dónde estoy, no sé qué me hacen, no sé qué me espera, no sé nada y no puedo hacer nada. Me volví tan patética en tan poco tiempo. Sólo deseo volver a él...—Erick... por favor... ayúdame...Me cansé de rogar por el cada que despierto. Me duele todo, duele incluso mi alma. Comienzo a caer en picada. No puedo ni con mi
Maxwell—Tercia de ochos... —Saque mis cartas y las mostré, Erick sonrió burlón. Era mala señal para mí.—Tercia de... ¡Ases!—¡Oh vamos! Cruce mis brazos sobre mi pecho bufando por mi pérdida, otra vez. Mi compañero de juego sólo sonrió y se regocijo con el dinero ganado. Sí, no era divertido cuando no apostaba.
La noche se cierne sobre nosotros y este terreno baldío de abandono. Han pasado seis días desde que desperté sin memoria, con dolores de cabeza cada cierto tiempo y una voz femenina que me llama desde lo más profundo de mi subconsciente. Algo está mal conmigo. Las estrellas se hacen menos brillantes en cuanto la luna comienza a desaparecer en el cielo, dándole la bienvenida al amanecer que se abre paso entre las montañas del este. Esa es mi señal para volver al intento de habitación que tengo en este lugar a punto de caerse.El tipo llamado Cole me da unas capsulas cada mañana, después de eso si siento dolores de cabeza tengo que decirle para otra toma. No le he comentado de la voz que
Erickson—¡No Isabela! ¡Joder ven para acá! ¡Deja de correr!Tener a Isabela de esta manera ha sido un martirio estos últimos días, se la pasa queriendo escapar y golpeando a todo aquel que se le acerqué, sin importar quien sea. Entregarla hace un par de semana en mi manada fue un completo error, eso pienso ahora, ya que nadie es rival para su agilidad.Areteusa se llevó un ojo morado por darle de comer un día, dijo que se lo perdonaría
Erickson—¡Imbécil! Mira lo que has causado por tus inoportunas apariciones. No eres el hombre invisible.Desearía que lo fuera. Este idiota ha causado más problemas en un par de días que yo cuando era más joven. Le daré si merecido cuando sepa que Isabella está bien. Comienzo a creer que debo ponerle una orden de alejamiento a ese vampiro. Es un idiota, no me extrañaría que todas las protegidas a su cuidado hayan caído en las manos equivocadas como mi mate.—No fue a propósito. No creí que se asustaría, resbalaría y... golpearía su cabeza.Gruñí y grite el nombre de nuestra bruja para que la revise. —Juro que te daré tu merecido. Comienza a correr.Retrocedió con las manos en la espalda, silbado como si eso fuera a distraerme de su presencia o la culpa que él ten&