—Dime Maxwell ¿Que estabas a punto de hacer?
El señor lo vio de manera severa. Pero mi mirada estaba encima de sus ojos, no parecía enojado, sino... frustrado. Dios, esa mirada perdida la había visto en otra parte… cuando era niño, recuerdo que siempre ponía esa mirada cuando algo no le salía como quería o simplemente no le dejaban hacer lo que quería. Pero justo ahora no sabría interpretar esa mirada. Y me dolía pensar que la causante era yo.
—Maxwell, te he hablado.
—Perdona padre. —Dejo al Alfa con la palabra en la boca y salió corriendo lo más rápido que podía. Huía de mí. De lo que éramos. Baje la mirada.
—Lo lamento Alfa... yo...
—Tranquila —Alce mi vista a sus ojos al escuchar esas palabras—. No es tu culpa, es él quien no puede ver lo que tiene frente a su
Abrí mis ojos, lo primero que logre ver fue a mi madre. Ella estaba sentada junto a mí, tenía la mirada perdida, parecía cansada, sus ojeras me lo decían. Intenté moverme pero no pude, mi cuerpo no respondía, intenté hablar pero tampoco funcionó. Fue como verme atrapada en mi propio cuerpo. No lograba hacer nada.—Elizabeth —Por la puerta de mi habitación entró mi padre, quien parecía igual o peor que mi madre—. Cariño ¿Qué haces aquí? Sabes que debes dejarla descansar.—Lo siento —Mamá se levant&
El aire golpeaba mi cuerpo con fuerza. Mi cabello castaño se movía al ritmo del viento, en el aire ya no se sentía ese delicioso olor a bosque y tierra mojada. Simplemente estaban los olores que percibía como normales. Mi cabeza estaba inclinada y mis manos en mi regazo acariciando una flor de Loto. Supongo que así se siente cuando rechazas a tu mate.Un vacío, un dolor punzante en el pecho que no te deja por meses... y apenas habían pasado dos semanas. Mismas en las que ver a Maxwell era caer inconsciente por el lazo roto y las almas aún sanando. Ahora mismo estaba en este patio, aliviando el dolor por el incidente de hace media hora. Mi loba lloraba en silencio, aunque ella pensaba que no la escuchaba, p
Los árboles y las casas pasan con rapidez, la velocidad del autobús causa que sienta un cosquilleo en mi vientre. Llevaba apenas unas horas de camino, aun así se sentían como años. No puedo creer que haya tenido que irme de la manada por una estupidez. En mi mente aún rondan las palabras de mis padres cuando desperté. La verdad me sentía tan aturdida que no pude evitar decir tonterías.—Lo sentimos, cariño —Mamá lloraba a mares mientras me abrazaba. Yo igual, no quería irme, pero papá me estaba convenciendo—. Sabes que te amamos. No haríamos algo para herirte…—Cielo, es de vida o muerte —Asentí, aún con lágrimas en los ojos me separe de mi madre y le sonríe, ella lloró aún más—. Debe irse, amor.—No…—Mamá —Busque su mirada cuando ella
Mis párpados pesan, me siento débil, desganada, no tengo fuerzas. Mi cabeza se siente demasiado pesada, apenas y puedo moverla de un lado a otro. Hay una opresión en mi pecho y otra en mi mano, no lo entiendo. Tampoco recuerdo nada, mi mente está en blanco ¿Qué me paso? Abro los ojos y, solo veo un techo oscuro. La habitación también lo está, así que no le cuesta nada a mi vista enfocarse. No recuerdo haber despertado en una cama la primera vez. No entiendo nada... pero como si mi mente tuviera un interruptor, todo viene a mí.El hombre, la celda, su voz y luego, nada… Estaba sentada desayunando en esa cama, una tan cómoda. Era como si estuviese hecha especialmente para mí. Erickson había salido un momento y le dejo encargado a su cocinera que me preparará el desayuno cuando despertara. Era muy atento, amoroso, simpático... era el mejor, en mi opinión. Desde que desperté no ha parado de prestarme atención, incluso me da miedo que descuide su manada. Pero apenas y desperté una chica de limpieza me dijo que él había salido y que había encargado mi desayuno. Me sorprendí, nunca nadie había hecho algo así por mí, a excepción de mi madre.Y ahora aquí estoy, en esta cama, con secretos oscuros, desayunando un rico cóctel de frutas picadas con chocolate y un zumo de naranja. El mejor desayuno de mi vida, nunca pensé que comería tanto. Según la chica de limpieza, es porque pase sin comer dos d&iacCAPITULO TRECE
—Pues...Que nervios. Ya me fue mal con mi loba por no confiar en mi mate, sólo me falta que el me dejé por no decirle quien soy o por decírselo ¿Qué hago? Esta es una de las peores encrucijadas que te puede pasar en la vida cuando conoces a tus cuñados, hubiera sido peor con los suegros. Ni siquiera un crucigrama era tan difícil de responder como esas preguntas.—Viajo por... problemas...—¿Problemas? —Pregunta Arnoldo—. ¿Qué tipo de problemas?Muerdo mi labio inferior nerviosa. —En mi manada... me exiliaron...—¿Por Qué?¿Qué no puede cerrar la boca? Cada vez me está haciendo preguntas incómodas que no estoy preparada para responder. Esto es demasiada presión para mí.—Arnoldo, por favor, no hagas que se sienta incómoda.Agradezco que Erickson haya
“El dolor, mi verdad” ¿Qué palabras más caóticas y tontas para describir una vida que llevo ahora?Lo que es el verdadero dolor, lo entiendo. Ya son las 8 de la mañana y no me he levantado. Siento algo horrible en el pecho, un nudo que se expande por todo mi cuerpo. Ya no siento mis piernas, no entiendo que me sucede. Pero las lágrimas caen, el dolor en mi pecho asciende, empiezo a perder fuerzas.Hace una semana que empecé a entrenar con Areteusa. Es buena en lo que hace, he avanzado bastante con mis entrenamientos físicos y mis poderes. Después de destruir partes de la casa, ahora todo está bien. Lo malo, es que mis poderes están ligados a mis emociones. Depende de cómo este de ánimos, mis poderes saldrán bien o mal. Pero lo malo… que todas las noches mi almohada termina mojada por las lágrimas que derramo. Me la he pasado llora
—¡Abajo! —Mi grito causó la caída de Areteusa en la tierra, dejando su bello y angelical rostro besando el suelo. No había sido intencional, pero cuando mi instinto se siente amenazado, las palabras sale por si solas causando daño a mi alrededor, mi propio poder reaccionar como si fuera algo… animal, irónicamente hablando— ¡¿Areteusa estas bien?! —Camine a ella y ayude en ponerse de pie. Sus rasguños eran graves esta vez, la culpa y pena que sentí fue grande—. Mierda… cuanto lo siento, perdona. Minutos después estaba ayudando en curarla, su labio había quedado partido, tenía varios cortes en la frente, mejillas y nariz. Creo que