Carla ladeó la cabeza con un gesto breve, casi imperceptible, como si intentara apartar de su mente lo que acababa de escuchar. Sus ojos se estrecharon, reflejando desconcierto.—¿Qué estás diciendo? —inquirió, con escepticismo, y no pudo ocultar el interés que aquello despertaba en ella.Sara dejó escapar un suspiro antes de cruzar los brazos sobre la mesa, apoyando el mentón en una mano.—¿Estás segura? —preguntó en un tono más bajo, casi como si temiera que alguien pudiera escuchar desde algún rincón vacío de la cocina.Asentí, tratando de mantenerme firme.—Lo vi claramente. Era el mismo símbolo que me describiste, grabado en un anillo que Manuel llevaba puesto.—Mmm, asumiendo que ese tal Manuel es el novio de Carla, entonces supongo que realmente deberíamos averiguar qué conexión tiene con todo esto, ¿no es así?La forma en que lo dijo era bastante casual como para parecer despreocupada, pero la chispa en su mirada la delataba. No era solo interés; parecía estar sumamente intrig
El ascenso continuaba, aunque no era tan empinado como para justificar las quejas constantes de Carla.—Yo creí que estábamos subiendo una colina, no el Everest —protestó, resoplando con dramatismo.Sara, manteniendo su paso constante al frente, respondió sin girarse, con un tono calmado pero con un deje de diversión.—De hecho, es la colina más pequeña del campus.Solté una risa breve antes de mirar hacia atrás, donde Carla caminaba con evidente desgano. Su elección de calzado era la primera señal de que esto no iba a ser su actividad favorita.—Tú eres la única a la que se le ocurre hacer senderismo con sandalias —le comenté, alzando una ceja.Carla se detuvo un segundo para ajustar una de las correas de su mochila antes de responder con su característico aire despreocupado.—Escucha, uno puede hacer cualquier tipo de actividad con estilo.No pude evitar soltar una carcajada y negar con la cabeza.—Sí, claro. Porque llevar zapatos deportivos sería un pecado mortal contra la moda —re
—¡Detente, Carla! —le grité, mientras Sara y yo corríamos tras ella.Aceleré, sintiendo el latido de mi corazón en los oídos mientras las ramas bajas me rozaban los brazos. Sara, detrás de mí, mantenía el ritmo, aunque su resoplido dejaba claro que no estaba disfrutando esta persecución nocturna. Las luces de nuestras linternas parpadeaban contra la naturaleza, creando formas inquietas que parecían perseguirla, pero Carla, impulsada por su entusiasmo desbordante, nos llevaba varios pasos de ventaja.—Esto no es normal, ¿cómo tiene tanta energía después de quejarse todo el camino? —comentó Sara, jadeando.Sin dudarlo más, aceleré el paso, forzando a mis piernas a avanzar más rápido de lo que querría después de horas de caminar. Los árboles parecían adelgazarse, dejando que la luz tenue de la luna espiara entre las ramas, mientras el sonido se volvía más claro. No era solo música; era un compás animado que se mezclaba con carcajadas y el murmullo de conversaciones.Finalmente, el camino
La pregunta quedó suspendida entre nosotras, perdiéndose poco a poco en el murmullo distante de la fiesta. Apreté los labios, intentando calmar la sensación de irritación que se apoderaba de mí. Fruncí el ceño mientras los pensamientos se alineaban con lentitud. Lucas no era del tipo que atacara sin motivo, eso lo tenía claro. Si no había reaccionado violentamente conmigo, quien le había lanzado algo a la espalda sin pensarlo dos veces, mucho menos lo haría con Sara, quien había evitado cualquier confrontación directa.Además, ella ya había hecho su parte para cerrar ese episodio, incluso pagando por la fotografía que él solicitó destruir en un arranque. No fue precisamente barato, pero Lucas había tratado su cámara como si fuera un objeto descartable, arrojándola sin el menor cuidado. Ese gesto, en lugar de intimidarme, me dejó un mal sabor de boca. No era violencia, pero sí una forma peculiar de demostrar que no le importaba nada ni nadie.—No va a hacerte nada, Sara —dije con tono
Nunca imaginé que mi primer día en la universidad sería tan caótico. Mientras caminaba por el campus con mi mapa arrugado, tratando de encontrar el edificio de ciencias, me di cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que había esperado. Las personas iban de un lado a otro, hablando, riendo, como si ya pertenecieran a este sitio, mientras yo me sentía completamente fuera de lugar.Venir de un pequeño pueblo a una ciudad grande y bulliciosa era abrumador. No conocía a nadie aquí, y estar completamente sola me hacía sentir vulnerable. Todo lo que había conocido estaba a kilómetros de distancia, y aunque había estado emocionada por este nuevo comienzo, ahora solo sentía un nudo en el estómago.Finalmente, encontré el aula 203 y entré justo antes de que el profesor comenzara la clase. Busqué un asiento libre y me senté, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, eso fue imposible cuando una figura alta y oscura se plantó frente a mí.—Ese es mi asiento —dijo con voz grave.Lev
—¿Bienvenida? Parece más bien que están buscando a alguien a quien humillar para sentirse mejor con ustedes mismas —respondí con voz firme, mirando directamente a la chica rubia.Ella arqueó una ceja, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le contestara de esa manera.—Oh, tenemos una valiente aquí —dijo la secuaz con tono sarcástico.En lugar de retroceder, la chica rubia dio un paso hacia mí, con una expresión desafiante en su rostro. Extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello.—¿Por qué eres tan aburrida? —dijo, tirando ligeramente de mi cabello como si fuera un juguete.Sentí una mezcla de rabia y humillación. Nadie tenía derecho a tratarme así, especialmente no el primer día en la universidad. Sin pensar, aparté bruscamente su mano, haciendo que soltara mi cabello.—¡No vuelvas a tocarme! —exclamé, con voz tensa y mirándola fijamente a los ojos.Ella abrió los ojos con sorpresa y enojo, claramente no esperaba que le respondiera de esa manera.—¡Maldita! ¿Quién te cr
Mientras el maestro Alden hablaba, sentí una oleada de desinterés y frustración. No solo era mi primer día en la universidad y ya había tenido que lidiar con gente desagradable, sino que ahora tenía que soportar una clase sobre mitos y leyendas que no me provocaban absolutamente nada. Para mí, los cuentos de terror eran aburridos y predecibles, y no lograban emocionarme en lo más mínimo.Durante las próximas dos horas, me mantuve garabateando en mi cuaderno, tratando de encontrar la manera de hacer pasar el tiempo más rápido. Mis dibujos no tenían sentido, eran solo una mezcla de líneas y figuras abstractas que reflejaban mi deseo de escapar de aquella monótona lección.Ocasionalmente, miraba a Sara, que parecía estar bastante interesada en la clase. Le sonreía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, rezando para que esto terminara de una vez.En un momento, decidí mirar a través de la ventana. El cielo, que había estado despejado al inicio de la clase, ahora se había to
No me apetecía en lo más mínimo. ¿Por qué haría tal cosa? Ni siquiera sabía la finalidad de poner mi huella allí. Miré a Sara, buscando en su expresión alguna pista de lo que debía hacer, pero ella también parecía confundida y un poco inquieta.—¿Qué es esto exactamente? —pregunté, intentando mantener la calma en mi voz.Valeria sonrió de nuevo, pero esta vez había algo en su mirada que no me gustó.—Es solo un registro formal para la universidad —respondió con tono despreocupado—. Todos los estudiantes nuevos tienen que hacerlo.No estaba convencida. Algo en todo esto me parecía extraño y fuera de lugar.Pero antes de que pudiera decir algo, Sara puso su dedo índice en el huellero y luego plasmó la tinta en el papel. Me quedé sorprendida. ¿Para mi compañera era tan fácil hacer eso sin siquiera cuestionarse? Aunque, pensándolo bien, quizás solo quería evitarse problemas.—Tu turno —dijo Valeria, extendiéndome el huellero con una sonrisa que ahora parecía más forzada.Miré aquel objeto