SE CONTRATA PROMETIDA
SE CONTRATA PROMETIDA
Por: Daria
Capítulo 1

Arwen Simones:

Me acosté a jugar solitario en mi teléfono y llegó una notificación de la aplicación, había sido seleccionada y tenía una cita con (un número) a las seis de la tarde en el Piccola Italia. Me habían dicho que cuando te citaban era porque ya habían visto tu foto, tu perfil con tus peticiones y aceptaban todo, abrí para ver la foto y encontré un rostro aún muy hermoso a pesar de su madurez, el cabello tan gris como sus ojos, me quedé como ida observando esos ojos de mirada tan profunda, tenía que hacer clic en un corazón en señal de confirmación, lo hice y saqué del closet el atuendo que tenía preparado para la ocasión.

Me vestí lo mejor que pude con la escasa ropa que me quedaba porque ya no tenía muchas opciones, una falda tubo color marrón que destacaba mis amplias caderas, un sweater beige cuello alto, pero ajustado a mi busto que siempre ha sido voluptuoso, botines marrones y bolso a juego, no podía hacer más, prácticamente era lo único elegante que tenía.

Maquillé mis ojos con delineador y máscara para pestañas, brillo coral en mis labios y me dejé el cabello suelto luego de hacerle algunas suaves ondas en las puntas, me vi al espejo y salí del apartamento rumbo a lo que puede ser mi salvación o el peor error de mi vida.

Llegué diez minutos antes, soy puntual y no tengo paciencia para esperar, me parece irrespetuoso que te dejen esperando más de diez minutos, en ese momento si no hubo un grave accidente que justifique el retraso, me retiro.

Era un bar restaurante muy elegante, me ubicaron en una mesa un poco apartada y realmente espero que mi cita aparezca porque en este lugar no creo que pueda pagar ni un café. Le digo al mesonero que espero a alguien, pero que llegué un poco temprano, ojalá no me acose insistiendo en que pida algo mientras aguardo.

INICIO DE FLASHBACK

Días atrás mi amiga Laura me habló sobre una aplicación para conseguir un Sugar Daddy que podría encargarse de mis gastos a cambio de un encuentro que podía durar desde horas hasta meses, al principio me pareció imposible que yo me prestara a algo así, pero al ver mi casa casi vacía por las acciones de mi madre, decidí que era mi única opción.

Tengo 21 años y soy una nerd de la tecnología, pero mi progreso está estancado porque mi madre es una drogadicta insaciable a quien no puedo dejar sola, ya que a fin de satisfacer su adicción ha vendido casi todos los muebles de nuestra vivienda, buena parte de mis equipos electrónicos e incluso mi ropa y accesorios.

He investigado mucho y existen tratamientos con los que pueden eliminar su problema para lo cual es necesario ingresarla en un centro especializado, el asunto es que ese centro es muy exclusivo lo que se traduce en impagable para mí.

Desde muy pequeña esa ha sido mi constante, porque mi padre también fue un adicto, hace cuatro años no sobrevivió de una sobredosis, mi mamá colapsó y supongo que por la depresión se hundió más en la dependencia, su aspecto es lastimoso, aparenta veinte años más de los que tiene realmente. Me ha tocado armarme con bates o cuchillos para espantar de aquí a los compañeros de droga que vienen con ella como depredadores a acabar con los alimentos y a saquear cualquier cosa que puedan canjear por su droga.

Muchas veces pienso en salir y caminar alejándome de aquí hasta que los pies no me soporten más, pero otras veo los ojos de mi madre y siempre quiero creer que en el fondo de ellos encuentro un destello de esperanza que me dice que aun puedo rescatarla, a eso me aferro y por eso decidí hacer lo que espero sea beneficioso para ambas.

Hace una semana, mi madre estaba en una de sus desapariciones (solía irse de casa por varios días y a mí me tocaba ir a buscarla a casas de drogas o cualquier otro fumadero). En fin, mientras la buscaba, me senté, por un momento, en la cafetería donde se reunían algunas de mis amigas.

Llegué con ojeras y abatida, me sentía cansada de caminar tanto buscando a mi madre, Olivia, al verme, me ofreció un café, le contaba de mi plan para esa noche cuando llegó Laura, bien vestida, bellamente maquillada, cabello radiante y luciendo unos senos de silicona espectaculares. Hacía meses que no la veíamos, tomó asiento en nuestra mesa colocando sobre esta un teléfono de última generación que parecía una Tablet de lo grande que era, enseguida Olivia le dijo:

            –¿Te ganaste la lotería?

Soltó una carcajada y respondió:

            –Encontré la solución a todos mis problemas de dinero.

            –¿Cómo? –Dijimos Olivia y yo al unísono súper interesadas.

            –Les diré porque son mis mejores amigas, pero no divulguen, ¿prometido?

            –Prometido –dije yo.

            –También lo prometo, habla ya. –La apresuró Olivia.

            –Existe una aplicación donde te registras describiendo tus encantos, subes cinco fotos para demostrar parte de esos atributos e indicas tus aspiraciones, de allí te conectan con otra aplicación donde hay usuarios dispuestos a cumplir tus aspiraciones a cambio de compañía y cariño.

            –¿Cómo es eso de tus aspiraciones? –Quiso saber Olivia.

            –Tú explicas algo como: “Quiero terminar mis estudios”, o “tengo una gran deuda”, o “un familiar requiere una costosa operación”.

            –¿Eres una prepago? –interrogué a mi amiga.

            –No realmente, en esa aplicación consigues a alguien con posibilidades de ayudarte, son personas con dinero suficiente para regalar y piden a cambio tu atención por días, semanas o meses.

            –Eres una prepago –confirmé.

            –Está bien, lo soy, pero es alguien fijo y por un tiempo determinado, no es cada noche con varios tipos por centavos.

            –¿Qué edad tienen?, son viejos, ¿verdad? –preguntó Olivia.

            –Sí, no consigues a ninguno menor a 60 años, son viudos o divorciados.

            –¿Es seguro? –quise averiguar.

            –Te ofrecen privacidad y sanidad.

            –¿Cómo averiguo más de esa aplicación? –indagué ansiosa.

            –¿Lo considerarías? –me preguntó Laura.

            –La situación con mi madre me supera, vendió mis computadoras y ahora estoy frita, porque no he podido recuperarlas, así no puedo trabajar.

            –¿Y el dinero que obtuvo? –preguntó Laura.

            –Cualquier cantidad que le hayan dado, la debe tener en sus venas o en sus pulmones –respondí con tristeza.

            –Realmente lo lamento amiga, la mía me da la lata, pero cuando le pongo un fajo de billetes en la mano me regala una gran sonrisa y termina el regaño –comentó Laura.

            –La mía haría exactamente lo mismo –señaló riendo Olivia.

            –Yo usaría el dinero para equiparme y poder trabajar, aunque lo primero sería internar a mi madre en un centro especializado.

            –¿Crees que puedan curarla? –preguntó Olivia.

            –Quiero creer que sí –contesté con pesar, poniéndome de pie y despidiéndome para continuar mi búsqueda de esa noche.

***

Un par de días después de esa conversación, contacté a la aplicación, leí todo sobre la misma en un día y su noche, aun así, tardé una semana en decidirme, prácticamente obligada por el hambre, ya que, en mi alacena, solo quedaba una lata de frijoles que abriría cuando mamá apareciera, porque se había ido de nuevo y, esta vez, antes de irse, se llevó mis últimas herramientas de trabajo.

Por ello, tomé el coraje necesario y me registré, cruzando los dedos esperando obtener una respuesta pronto. Estaba muy preocupada por tener sexo con un desconocido y al principio no sabía cómo plantear lo de mi virginidad, así que en las aspiraciones coloqué algo sutil a ver si era lo suficientemente inteligente para captarlo y tal vez obtener un poco más de dinero por ello, sé que esa condición puede resultar valiosa para algunos hombres, aunque muy en el fondo aspiraba a que me seleccionara un señor que no quisiera intimar, ojalá fuera alguien que solo necesite una acompañante para fiestas o cenas. Mientras esperaba respuesta, puse un tono especial en mi teléfono para saber de inmediato si eran ellos.

FIN DE FLASHBACK

           

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