“Añorar lo que crees ver te otorga una felicidad fugaz, una ilusión vacía. Negarte a escuchar y ver lo que realmente es, te encierra en la oscuridad, presionando a otros para servir a una verdad que no puedes aceptar.”Cristal respiraba con dificultad, sus ojos escaneaban el contenido del baúl oculto de Rasen como si buscaran respuestas a preguntas que nunca se atrevió a hacer. Fotografías de momentos ajenos, cartas escritas con un cuidado que nunca había recibido de él, recuerdos de una vida que ella nunca compartió. Cada objeto era una estaca clavada en su pecho.—¡Maldito! —gritó, arrojando una fotografía contra la pared. El marco se rompió en pedazos, como su corazón.Con un movimiento frenético, tomó unas tijeras y comenzó a cortar las imágenes. Sus manos temblaban, pero su rabia la mantenía en marcha, como una tormenta que se niega a disiparse. Cada corte era un grito mudo, cada pedazo de papel que caía al suelo, un intento desesperado de borrar la historia que nunca fue suya. P
Lionel se detuvo un momento, buscando las palabras correctas.—Rasen no es solo un hombre roto. Es una bomba de tiempo. Si él lo ve como una maldición, ¿qué harás entonces?Cristal apretó los puños, luchando contra el nudo en su garganta.—No lo sé, Lionel. Pero no puedo ignorarlo. No puedo seguir pretendiendo que no está pasando.Lionel dejó escapar un suspiro, sus hombros hundidos bajo el peso de su propio conflicto.—Haz lo que creas necesario, Cristal. Solo recuerda que, si se desmorona, también arrastrará todo lo que amas consigo.Mientras Lionel salía de la habitación, las palabras resonaban en la mente de Cristal como un eco amargo. Miró hacia el espejo roto, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y determinación. "Cuando nazcan, los va a amar. Lo sé. Lo haré posible. Solo hay algo que sigue en el camino… algo que no debería estar aquí. Algo que debo borrar."El reflejo en el espejo le devolvió la mirada. Sus propios ojos, oscurecidos por una certeza que nunca antes había sen
"Con una dulce melodía que te llama, que te implora desde el alma y se fortalece sin cesar, convirtiéndose en parte de tu historia. Como un arco tensado, preparado para dar el sonido final... así solía ver a mi amada."La imagen de perfección que Rasen tenía de Cristal comenzó a desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos.Lo que antes era puro y elevado, ahora se revelaba como un espejismo. Una máscara rota que el tiempo y las circunstancias habían desgarrado sin piedad.—No soportaba la idea de no verte —susurró Cristal, pasándole un paño húmedo por la frente—. Te busqué en cada rincón de mi memoria. Fueron demasiados meses sin ti…La frialdad en su mirada era el reflejo de la tormenta interna que lo consumía.—Creí que tu ausencia me haría odiarte… —continuó— pero solo me dejó más vacía.El roce de sus labios fue apenas un eco. Para Rasen, no fue consuelo: fue una herida abierta. Fue una traición a Clear.Esa sombra lo observaba, silenciosa, desde el rincón más oscuro de su mente.
«Si pudiera retroceder el tiempo, guardaría mis palabras en tu mente, para que no me dejara persuadir por mentiras, evitando así este miedo latente que me consume hasta en los sueños».Aisha observaba el reflejo en la ventanilla del avión, sumida en un mar de pensamientos. El mundo bajo sus pies se desdibujaba en una maraña de recuerdos y emociones. El aire se le antojaba denso, como si cada respiración fuese un acto de resistencia. Sabía que este viaje lo cambiaría todo, pero lo que no podía prever era cuánto dolería volver.El reencuentro de Aisha y CristalEl sol se ocultaba tras las colinas cuando Aisha llegó a la mansión de Cristal. El lugar emanaba grandeza, pero también una tristeza antigua. Lionel la recibió en la entrada. No intercambiaron palabras; el silencio incómodo fue suficiente.Cristal la esperaba en la sala principal, iluminada por la luz cálida de una lámpara antigua. Su silueta, con las manos reposando sobre el vientre abultado, parecía casi sagrada. Pero no fue el
Mientras tanto, en un rincón apartado del mundo, Varek avanzaba hacia su objetivo con determinación… a costa de todo.—Usaremos esta nueva dosis mejorada.—Señor, es el doble de la dosis. Es letal.—Pero efectiva —respondió con frialdad, guardando la jeringa en un estuche privado.Al cerrar la puerta del almacén, corrió las cortinas, dejando entrar apenas la tenue luz del amanecer. Frente a él, un gran pizarrón cubierto de mapas y fotografías mostraba locaciones estratégicas y rostros marcados con cruces rojas. Sin titubear, lanzó un dardo que impactó en el centro de la foto de Sanathiel.—Nunca lo entenderás, hermano —susurró—. Aisha volverá a mí. Como siempre debió ser. Antes de que interfirieran.Con movimientos lentos, casi reverentes, tomó una vieja fotografía donde Aisha aparecía de niña, rodeada de figuras que ahora le resultaban insignificantes. Besó suavemente su imagen, y luego tachó con rabia los rostros de los demás.Flashback: Luna RojaLa primera vez que Varek encontró a
“La luna roja ya estaba sobre ella.”Aisha sentía el peso de las palabras de Kerens aún flotando en su mente, como una melodía sombría que se negaba a desaparecer. Con los ojos cerrados, dejó que los recuerdos se filtraran en su corazón, trayendo consigo imágenes de los tres hermanos que habían marcado su vida de maneras que nunca habría imaginado.Primero apareció Varek en su memoria, su amor por él, real y profundo. Había sido como un incendio que quemaba con intensidad, dejando cicatrices imborrables. Bajo un gran árbol, con el sol de la tarde envolviéndolos, sus manos se habían encontrado en la corteza, sellando una promesa que parecía inquebrantable."Siempre estaremos juntos," le había dicho Varek.Pero esas palabras hoy no eran más que un eco hueco. Él ya no era el hombre que amó, sino una sombra obsesionada, poseída por una oscuridad que lo devoraba desde dentro.—¿Cuándo se rompió toda la magia entre los dos? —susurró preguntando Aisha, una lágrima rodando por su mejilla.Resp
Al amanecer, la mansión se envolvía en un frío inusual, como si el alba misma contuviera la respiración, presagiando algo que aún no había sido revelado. Aisha bajó a desayunar junto a Cristal, pero algo no cuadraba. Lionel no estaba allí, y su ausencia pesaba en la atmósfera como una sombra.Cristal, siempre impecable y radiante, cortaba trozos de fruta fresca con una elegancia ensayada. Su sonrisa era tan medida que rozaba la impostura, como si cada gesto estuviera destinado a ocultar una verdad no dicha. Pero detrás de su sonrisa, Aisha percibía algo más: un aire de complacencia que solo intensificará su inquietud.—Lionel salió temprano, ¿cierto? —preguntó, tratando de sonar casual.Cristal alzó la vista con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.—Siempre tan protector contigo… —respondió con un tono que rozaba la burla.Sin responder, Aisha regresó a la sala, buscando un momento para aclarar sus pensamientos. El silencio la envolvía, inquietante y pesado. Sentada en un sillón de t
Varek permanecía frente al espejo, el silencio solo interrumpido por el goteo constante del grifo. Observó su reflejo como si buscara algo más allá de la superficie. Pasó una mano por su cabello blanco, dejando que los mechones cayeran sobre sus hombros. Ese color era un recordatorio constante de quién era… y del peso de su linaje.Sus ojos violetas, fríos y penetrantes, parecían ver más allá del espejo, buscando respuestas en el reflejo de sus hermanos: Sanathiel, atrapado en la eternidad de un destino inmutable; y Sariel, encadenado por la necesidad de liberarse incluso de sí mismo.—¿Y yo? —pensó Varek, sintiendo el peso de la responsabilidad oprimiéndole el pecho—. ¿Soy diferente a ellos o estoy destinado a repetir los mismos errores?Giró ligeramente, dejando al descubierto el tatuaje en su espalda: un reloj de arena grabado con fuego, cada grano cayendo lentamente, marcando un tiempo que no podía detener. Sanathiel llevaba un trisquel en el hombro derecho, símbolo del flujo impla