"El viento soplaba con el eco de los acontecimientos pasados, pero la luna roja aún no había revelado su último secreto...""Hilo del destino"El viento susurraba en la habitación oscura, acariciando los mechones de cabello de Aisha mientras dormía profundamente. Parecía una paz momentánea, pero su rostro, aunque tranquilo, llevaba la sombra de los secretos que la perseguían. Entonces, la calma se rompió.Un frío repentino recorrió la habitación, calando hasta los huesos. Su sueño se tornó más profundo, arrastrándola sin resistencia a un lugar más allá de lo humano.El paisaje se desplegó de golpe. Un horizonte desolador se extendía frente a ella, donde las estrellas eran apenas luces distantes y el aire olía a ceniza. Un silencio opresivo pesaba sobre todo.A lo lejos, emergió una figura. Varek. Caminaba con pasos calculados, sosteniendo la mano de una niña pequeña. Su mirada tenía una dulzura efímera… hasta que soltó la mano de la niña. Su expresión se endureció.—Siempre buscando re
"Hay traiciones que no se pronuncian, solo se viven. Y cuando duelen, es porque fueron silenciosamente sinceras."La villa estaba oculta entre la selva, donde el verde era tan espeso que la luz del sol apenas tocaba el suelo. Parecía un lugar fuera del tiempo, olvidado por el mundo… y quizás también por la esperanza. Era el último rincón que quedaba tras haber vaciado cuentas, dejado atrás ruinas y huido de una cacería sin tregua. Llegar hasta este refugio remoto, al oriente de los Andes peruanos, requirió atravesar estrechas carreteras apenas transitables, como si el camino mismo quisiera impedirnos llegar.La villa, heredada por la madre de Darío y Daesa Ghali antes de casarse, ofrecía un santuario temporal, aunque no podía borrar las sombras que arrastrábamos con nosotros. Una tranquilidad frágil, al borde de romperse.Aisha se asomó al balcón cubierto de humedad. La lluvia no cesaba, pero ella no se movía. En su pecho, algo latía más fuerte que el frío: una sospecha que se arrastra
"Hay caminos que no se andan por valentía, sino por la necesidad de volver a ser quien fuiste antes de romperte."El siguiente mensaje llegó:- ../. /...-/./. - ../-/. -Me tomó solo un instante descifrarlo: "De vuelta".Después del tercer paradero, vendí la moto. Ya no tenía gasolina, y aunque me dolía abandonar algo tan confiable, no tenía otra opción. Caminé. Con cada paso sentía que me alejaba más de cualquier certeza. Finalmente, en una parada olvidada, la pantalla del celular titiló con otro mensaje:3-15-14-13-9-7-15/1Y luego uno más:-. /.../-./.-. - casaLo entendí de inmediato: "Ven a buscarme. De vuelta conmigo a casa."Venía acompañado de una instrucción precisa:“Si lograste descifrar esto, toma el dinero y los pasajes rumbo a Rumania. Bajo la primera ciudad hallarás una mochila con dinero y una llave. Uno de mis hombres te la entregará al cruzar el río en bote.”¿Guía o trampa?Mi pecho se cerraba con cada nueva instrucción. Las palabras eran claras, pero su voz ambigua
“Añorar lo que crees ver te otorga una felicidad fugaz, una ilusión vacía. Negarte a escuchar y ver lo que realmente es, te encierra en la oscuridad, presionando a otros para servir a una verdad que no puedes aceptar.”Cristal respiraba con dificultad, sus ojos escaneaban el contenido del baúl oculto de Rasen como si buscaran respuestas a preguntas que nunca se atrevió a hacer. Fotografías de momentos ajenos, cartas escritas con un cuidado que nunca había recibido de él, recuerdos de una vida que ella nunca compartió. Cada objeto era una estaca clavada en su pecho.—¡Maldito! —gritó, arrojando una fotografía contra la pared. El marco se rompió en pedazos, como su corazón.Con un movimiento frenético, tomó unas tijeras y comenzó a cortar las imágenes. Sus manos temblaban, pero su rabia la mantenía en marcha, como una tormenta que se niega a disiparse. Cada corte era un grito mudo, cada pedazo de papel que caía al suelo, un intento desesperado de borrar la historia que nunca fue suya. P
Lionel se detuvo un momento, buscando las palabras correctas.—Rasen no es solo un hombre roto. Es una bomba de tiempo. Si él lo ve como una maldición, ¿qué harás entonces?Cristal apretó los puños, luchando contra el nudo en su garganta.—No lo sé, Lionel. Pero no puedo ignorarlo. No puedo seguir pretendiendo que no está pasando.Lionel dejó escapar un suspiro, sus hombros hundidos bajo el peso de su propio conflicto.—Haz lo que creas necesario, Cristal. Solo recuerda que, si se desmorona, también arrastrará todo lo que amas consigo.Mientras Lionel salía de la habitación, las palabras resonaban en la mente de Cristal como un eco amargo. Miró hacia el espejo roto, sus ojos reflejando una mezcla de miedo y determinación. "Cuando nazcan, los va a amar. Lo sé. Lo haré posible. Solo hay algo que sigue en el camino… algo que no debería estar aquí. Algo que debo borrar."El reflejo en el espejo le devolvió la mirada. Sus propios ojos, oscurecidos por una certeza que nunca antes había sen
"Con una dulce melodía que te llama, que te implora desde el alma y se fortalece sin cesar, convirtiéndose en parte de tu historia. Como un arco tensado, preparado para dar el sonido final... así solía ver a mi amada."La imagen de perfección que Rasen tenía de Cristal comenzó a desmoronarse en un abrir y cerrar de ojos.Lo que antes era puro y elevado, ahora se revelaba como un espejismo. Una máscara rota que el tiempo y las circunstancias habían desgarrado sin piedad.—No soportaba la idea de no verte —susurró Cristal, pasándole un paño húmedo por la frente—. Te busqué en cada rincón de mi memoria. Fueron demasiados meses sin ti…La frialdad en su mirada era el reflejo de la tormenta interna que lo consumía.—Creí que tu ausencia me haría odiarte… —continuó— pero solo me dejó más vacía.El roce de sus labios fue apenas un eco. Para Rasen, no fue consuelo: fue una herida abierta. Fue una traición a Clear.Esa sombra lo observaba, silenciosa, desde el rincón más oscuro de su mente.
«Si pudiera retroceder el tiempo, guardaría mis palabras en tu mente, para que no me dejara persuadir por mentiras, evitando así este miedo latente que me consume hasta en los sueños».Aisha observaba el reflejo en la ventanilla del avión, sumida en un mar de pensamientos. El mundo bajo sus pies se desdibujaba en una maraña de recuerdos y emociones. El aire se le antojaba denso, como si cada respiración fuese un acto de resistencia. Sabía que este viaje lo cambiaría todo, pero lo que no podía prever era cuánto dolería volver.El reencuentro de Aisha y CristalEl sol se ocultaba tras las colinas cuando Aisha llegó a la mansión de Cristal. El lugar emanaba grandeza, pero también una tristeza antigua. Lionel la recibió en la entrada. No intercambiaron palabras; el silencio incómodo fue suficiente.Cristal la esperaba en la sala principal, iluminada por la luz cálida de una lámpara antigua. Su silueta, con las manos reposando sobre el vientre abultado, parecía casi sagrada. Pero no fue el
Mientras tanto, en un rincón apartado del mundo, Varek avanzaba hacia su objetivo con determinación… a costa de todo.—Usaremos esta nueva dosis mejorada.—Señor, es el doble de la dosis. Es letal.—Pero efectiva —respondió con frialdad, guardando la jeringa en un estuche privado.Al cerrar la puerta del almacén, corrió las cortinas, dejando entrar apenas la tenue luz del amanecer. Frente a él, un gran pizarrón cubierto de mapas y fotografías mostraba locaciones estratégicas y rostros marcados con cruces rojas. Sin titubear, lanzó un dardo que impactó en el centro de la foto de Sanathiel.—Nunca lo entenderás, hermano —susurró—. Aisha volverá a mí. Como siempre debió ser. Antes de que interfirieran.Con movimientos lentos, casi reverentes, tomó una vieja fotografía donde Aisha aparecía de niña, rodeada de figuras que ahora le resultaban insignificantes. Besó suavemente su imagen, y luego tachó con rabia los rostros de los demás.Flashback: Luna RojaLa primera vez que Varek encontró a