CAPÍTULO VI

“Todo hombre alimenta un secreto sueño que no es la bondad ni el amor, sino un desenfrenado deseo de placer y egoismo. – Grabriele D' Annunzio”

Entonces los guardias abrieron las puertas de la habitación que compartía con Ethan.

Ante mi apareció la enorme estancia, y erguido sin un solo rasguño, me recibió mi futuro prometido.

Las puertas volvieron a cerrarse con un sordo ruido, y entonces, exhalé enfadada, -¿Quién crees que eres para hacerme venir contra mi voluntad? ¡A mi, Ethan! ¡A la persona que se supone que amas!

Mis gritos tronaron en la habitación, acallando el silencio que aguardaba segundos antes.

-Mi hermana no aparecía, ¿sabes? ¡Y tu guardia estuvo a punto de dejarla para salvarme a mi! Y no solo eso, ¡en mitad de todo esto vinieron tus guardias y no tú a buscarme, y podías haberlo hecho por que apuesto lo que sea a que has estado todo el tiempo aquí!

Solté el aire que había contenido al grit

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