Los hermosos rayos de sol calaron bajo mi piel, cobijándome bajo sus amarillentas alas.
Rodeé mis hombros con mis manos, teniendo la necesidad de acercarme más a la luz. Cosa que sonaba cómica, ya que la misteriosa mujer que me visitó hacía semanas me llamó Hija de la Oscuridad.
Y a mi siempre me había atolondrado el embriagador calor.
- Helena, ¿puedes pasarme una piedra? – Miré hacia mi hermana.
Melanie estaba radiante esta tarde, mientras nos sentábamos a orillas de un lago enorme, con ella al lado mia, y a pesar de su mirada lúgubre, su vestido la hacía ver hermosa
Nuestros días en la corte de Luz se resumían a pensar en formas entretenidas de pasar la tarde en un castillo sin salida.
Al principio no sonaba tal mal, pero cuando llevabas toda tu vida recluida en ese mismo castillo, ordenada para servir, al final cansaba.
Sin embargo, lo mio nunca fue servir a otros. De hecho, en el pasado, mi hermana incluso hizo mis turnos varias veces.
Por lo menos ahora me refugiaba en el consuelo de que no serviría nunca más, gracias a Ethan, cosa de la que no me sentía nada culpable. Aunque a veces, debía admitir, el pinchazo de culpabilidad me apabullaba cuando pensaba que Melanie nunca encontraría su motivo para estar aquí.
Ella no tenía a nadie que la anclase aquí, aparte de mi, y nunca podría irse ya que había nacido en el mundo feérico, pero sin embargo era humana. Y eso me dolía, aunque sabía que mi hermana no se sentía inadaptada ni mucho menos, ya que la biblioteca real la refugiaba todos los días, como su fiel amiga.
Pese a que a mi también me gustaba leer, ese hábito fue desvaneciéndose desde que desperté de mi prueba, hasta quedar reducido en el pasado. En cambio, mi refugio era Ethan, y el pequeño bosque que rodeaba Luz, justo antes de llegar a las murallas. Y ahora también lo era la sala de entrenamiento.
Aunque ahora mismo, mientras le lanzaba una piedra a mi hermana, y ella a su vez la lanzaba contra el lago, formando hondas a su paso, me sentía sumamente sorprendida de que me hubiese acompañado.
Escuché un leve burbujeo en el agua, y por un instante pensé que podía ser alguna náyade, una ninfa hija de ríos y lagos, pero cuando el guardia que me acompañaba tomó el mango de su espada, advirtiendo que no se acercase, perdí la esperanza.
Desde que había despertado de la prueba, Ethan estaba sobrepasando los límites de la protección conmigo.
Por ejemplo, cada vez que salía tenía que ir acompañada por un guardia, a pesar de que sabía luchar, y de que ambos sabíamos que nadie dentro de estas murallas me tocaría un pelo. Y gracias a eso, desde hacía meses no veía ninguna criatura que no estuviese dentro del maldito castillo.
-Edward, aléjate por favor, debo de hablar sobre algo con mi hermana.
Torcí mi cuello para observar su reacción.
Mi guardia personal bajó su mirada hacia mi, con un semblante totalmente neutral, y aunque la indecisión se reflejó en sus rasgos, asintió.
Musité un leve gracias, mientras este se retiraba lo suficientemente lejos como para camuflarse con los árboles.
Melanie me miró, y vislumbré que entre sus espesas pestañas, se hallaba una mirada jade que denotaba cansancio, - sé que solamente quieres estar sola, no hablar conmigo. De hecho, no has abierto la boca desde que llegamos.
Un aguijón de tristeza se clavó en mi pecho, sobre todo al saber que tenía razón, no había alejado al guardia para hablar con mi hermana, simplemente lo hice con la esperanza de disfrutar del paisaje sin esa sombra detrás de mi.
Y quise negárselo, de verdad que sí, pero sabía que Melanie no me creería. Era demasiado inteligente para eso, incluso con sus 15 años.
Así que solo obvié su comentario, mientras me giraba de nuevo hacia el lago, esperando algo, aunque ni yo misma sabía el qué.
Probablemente camuflarme con el bosque y vivir en eterna libertad.
- Esta noche vendrá la corte de Oscuridad, no sé si sé quedarán horas o días, ni siquiera sé quienes vendrán, - me atraganté con mis propias palabras, mientras me giraba hacia ella lentamente, tragando la esperanza que había arraigado en mi al pensar en mis siguientes palabras, - lo que si sé, y de hecho espero, es que estés a mi lado mientras enfrento sus críticas hacia mi.
Pasé mi lengua por mis labios, y bajé mi vista hasta el suelo, sintiendo su pesada mirada sobre mi, sopesando algo.
-Sabes que odio todas las reuniones y fiestas. Y aún mas cuando interviene la corte Oscuridad.- Fijé mi mirada de nuevo en ella. - De hecho sabes que nunca hemos asistido a una oficialmente, simplemente las hemos ojeado entre la rendija de la puerta.
Melanie me observó, mientras pestañeaba lentamente, - puede que tú estés hecha para este mundo. Pero yo no pertenezco a eso, pertenezco a la soledad y al silencio, no a los jóvenes jugando a ser reyes.
Fruncí el ceño, mientras mi hermana parecía ser una mujer sabia en el cuerpo de una niña.
- Melanie, en serio. Eres mi hermana, la única persona que queda de mi familia. Te necesito. – el por favor estaba implícito en mi voz, mientras apretaba una piedra al azar que había rozado mi mano segundos antes.
Mi hermana apartó su quejumbrosa mirada de mi, y sin un indicio de arrepentimiento en su voz, habló.
- No, Helena, no me necesitas. Necesitas el aire que respiras, y desde luego, necesitas más libertad. Pero a mi no, - sé levantó de la fértil tierra, - no, desde luego que a mi no.
Apreté aún más la dura piedra en mi mano, y entrecerré los ojos mientras fijaba la mirada en el lago, sin querer comprobar a donde sé dirigía mi hermana.
Escuché sus pasos a lo lejos, y mientras la tristeza se intensificaba en mi pecho, estuve a punto de decirle a Edward que quería marcharme, que incluso el aire fresco se sentía agobiante en mis pulmones.
Pero no lo hice, por que entonces se escuchó un leve murmullo llamando mi nombre.
-He-Helena, ¿eres Helena? Dime que si.
Me levanté buscando esa fina voz, tan fina que incluso parecía irreal y melodiosa.
Giré sobre mis talones, sintiendo el nudo de la curiosidad agitarse dentro de mi.
Al bajar la vista a la tierra, vislumbré una especie de mujercilla de color azulado, mirarme con esperanza.
Deduje que era la náyade que había estado a punto de mostrarse ante nosotros.
Me agaché, sonriente, - si, soy yo, ¿Cómo sabes mi nombre?
La náyade suspiró de alivio y la vi pasarse los dedos por su gran melena de color agua marina, - eso no importa, solo quiero entregarte un mensaje.
Fruncí el ceño, deshaciendo mi sonrisa, pero ella siguió hablando respondiendo mi pregunta silenciosa.
- No te diré quien me ha ordenado enviártelo, pero te diré el mensaje. – Ella me miró, haciendo resaltar su escamosa piel gracias a la luz. – Esta noche atacarán. Mantente cerca de Ethan, y por nada del mundo bajes la guardia, ni te fies de nadie,- ella entrecerró los ojos, aunque rápidamente cambió su expresión por una radiante sonrisa de dientes afilados, - por cierto, soy Aqua.
La náyade se desvaneció, antes de darme tiempo a hacerle las miles de preguntas que rondaban mi mente.
Pero antes de irme a pensar en lo que había dicho, recordé algo.
La náyade tenía una marca negra en el pecho, cosa que solo portaban seres de una corte.
El mensaje provenía de la corte Oscuridad.
-Estás preciosa. – Giré ante la voz de Ethan. Solté un bufido, mientras mis pies se sentían incómodos sobre esa monstruosidad llamada tacón.No me importaba mi aspecto, ni siquiera mi incomodes, solo me importaba lo que pasaría dentro de algunos minutos, cuando tuviese que bajar las escaleras tomada de la mano de Ethan, y con la mirada de todos sobre mi. Miré hacia el suelo, rezando para que Ethan no adivinase mis pensamientos, - deberíamos bajar. Los nervios parecieron acrecentar en mi vientre, mientras escuchaba esas palabras. No estaba preparada. No quería escuchar sus críticas que me hacían sentir inferior. No me malinterpreteis, amaba ser humana. Pero en este mundo era la presa fácil, y a nadie le complacía que la presa fuese reina en un futuro.-Yo…, no estoy lista, - levanté mi mirada, encontrándome con un confundido Ethan. Él avanzó unos pasos hacia mi, y yo no mostré la intención de retroce
“Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si quereis probar el carácter de un hombre, dadle poder.- Abraham Lincoln”Antes de poder abrir siquiera mi boca, Ethan se apresuró a apretar mi mano y a responderle a la princesa. -No es mi juguete, Aïcha. Y si vuelves a dirigerte a ella, hazlo con respeto, o sino lo consideraré traición a la corte de Luz. Ella abrió los ojos sorprendida, mientras su madre soltaba una sonora risa. Tómalo perra. La reina no parecía para nada ofendida, en todo caso, divertida. -¿En serio entrarías en guerra por una humana? – Ethan pareció titubear, cosa que hizo que mi pecho se oprimiese en espera de su respuesta. -No es una humana, es mi futura prometida. – Ethan sonó tan seguro al decir aquellas palabras que estuve a punto de saltar sobre él. Sin poder evitarlo, una sonrisa satisfecha decoró mis labios. La princesa, que parecía realmente estupefacta a
“ℂuando te vi me enamoré, y tu sonreiste por que lo sabías. "-¡Proteged a la realeza! – Los gritos en un segundo tomaron el castillo, sumiéndolo en la peor de las catástrofes.Y mientras alguien tiraba de mi brazo, mis pensamientos siempre eran los mismos.Yo podía haber evitado esto. Yo lo sabía.Y alguien de la corte Oscuridad también, e iba a averiguar quien era.-¡Helena! ¡Muévete!Mi mirada estaba observando al hombre que me gritaba a esas palabras, pero mi mente estaba tan lejana que apenas percibía el bullicioPero entre esa enorme niebla mental que me abrumaba, un solo pensamiento me hizo mantenerme cuerda.Melanie.Mi hermana también estaba aquí, pero ella estaba desprotegida.-Mi hermana. Tengo que buscarla.Mi voz estaba entrecortada y temblorosa debido al miedo, mientras me levantaba con ayuda de Kilian de la silla.Él ni siquiera me respondió, y yo tampoco se lo exigí.Por un instante me preg
“Todo hombre alimenta un secreto sueño que no es la bondad ni el amor, sino un desenfrenado deseo de placer y egoismo. – Grabriele D' Annunzio”Entonces los guardias abrieron las puertas de la habitación que compartía con Ethan. Ante mi apareció la enorme estancia, y erguido sin un solo rasguño, me recibió mi futuro prometido. Las puertas volvieron a cerrarse con un sordo ruido, y entonces, exhalé enfadada, -¿Quién crees que eres para hacerme venir contra mi voluntad? ¡A mi, Ethan! ¡A la persona que se supone que amas! Mis gritos tronaron en la habitación, acallando el silencio que aguardaba segundos antes. -Mi hermana no aparecía, ¿sabes? ¡Y tu guardia estuvo a punto de dejarla para salvarme a mi! Y no solo eso, ¡en mitad de todo esto vinieron tus guardias y no tú a buscarme, y podías haberlo hecho por que apuesto lo que sea a que has estado todo el tiempo aquí! Solté el aire que había contenido al grit
“Somos facilmente engañados por aquellos a quienes amamos. – Molière”-¿Qué? Eso es imposible. Las brujas no han podido entrar a este mundo.Kilian alzó una ceja, mientras se giraba hacia Tyler, - veo que tenéis a la humana como un simple adorno adorable.Fruncí el ceño, ofendida por sus palabras.-Primero, no soy un adorno. Y segundo, no me vuelvas a llamar adorable.Kilian parpadeó y mientras posaba su vista en mi parecía que era la primera vez que se percataba de mi presencia.-Perdona, pero, ¿en qué momento hemos pasado a tener la confianza como para que me hables así?Bufé, hastiada, - justo en el momento en el que has llegado y te has entrometido en una conversación privada.Tyler carraspeó, notablemente abrumado, - bueno, señora, príncipe, buenas noches.Él hizo una
“La verdad rara vez es pura, y nunca simple. -Oscar Wilde”-Señora, ¿está bien?Aparté mi fija mirada del escritorio, y la fijé en la doncella.Separé mis entreabiertos labios, y mientras tragaba saliva las mismas palabras bailaban en mi cabeza.-Las brujas vinieron a por ti, preciosa.-Si Helena se entera de esto nunca me perdonaría.Y aún así, a pesar de eso, lo echaba tanto de menos…-¿Señora?Mi perdida mirada se giró hacia ella, y disipando la niebla que atormentaba cada pensamiento, hablé, - si, estoy bien.Ella asintió con una sonrisa, -ah, y otra cosa. Llame al príncipe Kilian, dile que es urgente.Noté como la doncella frunció el ceño durante unos instantes, y la sospecha deslumbró en sus ojos.Pero, sin decir nada más, se giró musitan
“La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener. -Gabriel García Márquez”Parpadeé lentamente, mientras mis pupilas se asimilaban a la oscuridad. Las mantas me cubrían dándome calor, como un refugio escondido, y mientras los porrazos en la puerta despertaban mis agotados sentidos, supe al instante quien era. Aparté las múltiples mantas de mi cobijo, y apoyé mis descalzos pies en la fría madera, mientras me preparaba mentalmente para lo que iba a pasar a continuación. Me abrigué con una bata de terciopelo, mientras me acercaba a la puerta aporreada. Abrí esta, mientras un suspiro tembloroso salía de entre mis labios, y mi organismo se agitaba por nerviosismo. -Amor. Las palabras golpearon contra mi como una puñalada, mientras los azules ojos de Ethan me recibían. Por un instante estuve a punto de saltar a sus brazos y perdonarle cada fallo que cometió. Estuve a punto de pe
“El corazón fue hecho para ser roto- Oscar Wilde “Mis pies parecían pesados sacos mientras intentaba seguir el ritmo de mis acompañantes, quienes no intentaron ni por un solo segundo aminorar su paso, por lo que la diferencia de distancias era notoria. Ahora, mientras corría sin aliento intentando no ser atrapada, era consciente de mi absurda decisión. Si, Ethan me estaba ocultando algo, y sí, probablemente esta sería la primera vez que pisara alguna franja de tierra fuera de Luz. Pero, ¿eso merecía la pena a cambio de una enorme pelea, y probablemente poner en riesgo mi relación con Ethan? ¿Solo por pisar territorio desconocido asumiría las consecuencias de un castigo?No, probablemente con la mente fría no lo haría. Pero mientras corría, sudorosa y confundida de la razón por la cual había llegado a esto, estaba segura de que ya no podía retroceder. -Helena, ¡cuidado! – fruncí el ceño ante la alterada voz de Kilian, mientras miraba sobre mi ho