El frío de diciembre se intensificó a medida que se acercaba la Navidad, y la ciudad se transformó en un paisaje invernal encantado.
Las luces brillaban en cada rincón, y las calles estaban llenas de gente que se apresuraba a hacer sus compras navideñas.
Sin embargo, Isabela estaba más centrada que nunca en su proyecto.
Durante la semana siguiente, el equipo de Montero & Asociados trabajó incansablemente en los planes de restauración. Isabela se encontró organizando reuniones, revisando presupuestos y colaborando con arquitectos y diseñadores. Cada día traía nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades. Convertir la mansión Victoria en un hogar para niños estaba más cerca de hacerse realidad.
Una tarde, mientras revisaba algunos documentos en su oficina, Lucía entró con una expresión de emoción en su rostro.
—Isabela, ¡tienes que ver esto! —exclamó, sosteniendo una carpeta llena de recortes de prensa.
Isabela levantó la vista, intrigada.
—¿Qué es? —preguntó, sintiendo que su curiosidad aumentaba.
Lucía dejó caer la carpeta sobre la mesa y comenzó a hojearla.
—Son artículos sobre la mansión Victoria. Parece que ha habido un interés en su historia. La gente está hablando de ella en las redes sociales y en los medios —dijo, señalando una imagen de la mansión en una publicación.
Isabela observó las historias que salían en los artículos. Eran las mismas historias que Gabriel había contado, lo que significaba que, él estaba detrás de esta promoción.
La atención que recibía la mansión podría ser justo lo que necesitaban para atraer donaciones y apoyo de la comunidad.
—Esto es increíble —dijo Isabela, hojeando los artículos—. Si podemos capitalizar este interés, podríamos recaudar fondos más rápido de lo que pensamos. Quizás no tengamos ni que aportar.
—Exactamente. Deberías considerar hablar con Elena para organizar un evento para aprovechar esta atención. Una gala podría ser la oportunidad perfecta —sugirió Elena, con entusiasmo.
Isabela asintió, e inmediatamente agarró el teléfono para llamar a Elena. La mujer contesto de inmediato.
—¿Has leído los artículos sobre Victoria?
—Ahora mismo lo estoy leyendo —hace una pausa— ¿No Crees que Gabo es encantador?
Isabela se atragantó con su propia saliva.
—Podríamos hacer una gala benéfica en la mansión. Invitar a la comunidad, a patrocinadores, a personas influyentes. Sería una forma de recaudar fondos —dijo, ignorando la pregunta de Elena.
—¡Eso es brillante! —respondió Elena—. Comenzaremos a planificarlo.
…
Al día siguiente, Elena convocó a su equipo para discutir la gala. La sala de juntas estaba llena de energía y entusiasmo mientras compartían ideas sobre el evento. Gabriel se unió a la reunión, y compartió sus ideas que una iba más buena que la otra.
—La gala debe reflejar el espíritu de la mansión —dijo Elena, mirando a su equipo—. Queremos que la gente sienta la historia y la magia del lugar.
—Podríamos hacer un tema victoriano, con decoraciones que reflejen la época de la mansión —sugirió Gabriel, sonriendo—. Podríamos incluir música de esa era y hacer que todo se sienta auténtico.
—Me encanta esa idea —respondió Elena, sintiendo que la chispa de creatividad encendía el ambiente—. También podríamos ofrecer un recorrido por la casa durante el evento, para que los invitados puedan ver el progreso de la restauración.
Durante las siguientes semanas, el equipo trabajó incansablemente en la planificación de la gala. Gabriel se encargó de coordinar con proveedores, diseñar invitaciones y promover el evento en las redes sociales.
Isabela también se unió al proyecto, y la conexión entre ella y Gabriel se fortalecía. Pasaban más tiempo juntos, tanto en la oficina como fuera de ella. Isabela comenzó a sentirse más cómoda con él, y la idea de abrir su corazón no parecía tan aterradora.
Una tarde, mientras revisaban las decoraciones para la gala, Isabela se detuvo y miró a Gabriel.
—¿Sabes? Nunca pensé que podría sentirme tan apasionada por un proyecto —dijo—. La mansión ha despertado algo en mí.
Gabriel la miró con atención, sus ojos verdes brillando con comprensión.
—Es normal. A veces, un lugar puede resonar con nosotros de maneras inesperadas —respondió, su voz suave—. Al igual que la hacienda está recobrando vida, tú también lo estás haciendo.
—¿Qué te hace pensar que estaba muerta? —Inquirió con una sonrisa, para dejar en vista que no estaba enojada.
—No digo que estabas muerta, pero si apagada. Y Victoria te ha devuelto la luz, o quizás… yo, con mis historias.
Isabela sonrió, y asintió, sin poder decir más nada ya que las palabras se desvanecieron.
…
Llegó el día de la gala. La mansión estaba adornada con luces brillantes, guirnaldas y decoraciones que evocaban la era victoriana. Isabela se sintió abrumada por la belleza del lugar y los temas que se tocaban, Pero mantuvo la apariencia de una mujer que nada le afectaba.
Los invitados se movían por la mansión, admirando los detalles arquitectónicos y disfrutando de la música en vivo que resonaba en los salones. Isabela se sintió orgullosa al ver cómo la gente se maravillaba con la historia de la mansión.
Gabriel se unió a ella, sonriendo mientras observaban a los invitados disfrutar del evento.
—Lo ha hecho increíble, Elena. La mansión nunca se vio mejor —dijo, con su voz llena de admiración.
—Efectivamente, nunca se había visto como hoy —respondió, recordando las visitas que hacía con su madre.
—No estoy seguro de que esto sea una buena inversión. La mansión necesita mucho trabajo —dijo uno de los socios, con una expresión escéptica al acercarse.
—Claro que lo es. Tal vez no para nosotros y nuestra sociedad, pero si para niños que no tienen un hogar —refutó levantando una copa y bebiéndola de un sorbo.
Después de eso se alejó junto a Gabriel, porque si se quedaba un segundo más, ese hombre le arruinaría la noche.
—No le des importancia a ese hombre, creo que la mayoría estará contenta de ayudar.
—No le estoy dando importancia —suspiró.
—Pero, te noto tensa —Gabriel le giró apenas el rostro, y ese contacto salpicó chispas eléctricas por el cuerpo de Isa— ¿Te ocurre algo?
Isabela contuvo el aire cuando escuchó esa voz detrás de ella. Sabía que su hermana aparecería, y estaba tan segura de que lo haría de la mano de su ex.
—Vaya, Isa, no pensé que te encontraría aquí —Gabriel observó fijamente a la mujer que acababa de llegar, y cuando ella le miró, sonrió—. ¿Es tu nueva pareja? ¿Ya averiguaste si no tiene esposa? —inquirió en tono burlón, lo que hizo que Isabela se gira para fulminarla con la mirada.
—¿Y a ti que te importa si me consigo otro casado? —Bramó Isabela.
Gabriel estaba comprendiendo apenas quienes eran esas personas, pero no sabía que problema mismo había. Solo sabía que el primer novio la traicionó al igual que el segundo.
—Me preocupas, Isa. Será una vergüenza para la familia que nuevamente salieran con un hombre casado por despecho, ya que mi esposo —se ajustó más al brazo de Rafael—, me eligió a mí antes que a ti —sonrió al decirlo.
Gabriel acababa de comprender el nivel de traición por el que había pasado Isabela, y quiso intervenir antes de que ella se saliera de control.
Atrevido llevó la mano a la cintura de Isabela, tomándola por sorpresa y haciéndole sacudir el corazón.
—No soy casado. Soy un hombre libre —miró a Isabela—, aunque estoy dispuesto a dejar de serlo si Isabela así lo quiere —el corazón de Isabela se hinchó de felicidad.
Rafael presionó los dientes y fulminó a la pareja con la mirada.
Clara hizo una mueca de desagrado mientras observaba detenidamente a Isabela, quien sonreía radiante aquella noche.
Completamente asqueada por las evidentes muestras de afecto y el romance desbordante que Gabriel e Isabela derramaban por todo el salón, dirigió la mirada hacia su esposo y notó de inmediato aquella mirada ardiente cargada de celos que emanaba de sus ojos oscuros, y eso la hizo amargar más.
En ese preciso momento, su padre Miguel Montero, quien había llegado con ellos, pero se había quedado conversando con algunos invitados en el vestíbulo, se acercó con al grupo, interrumpiendo así la intensa mirada que Gabriel le dedicaba a Isabela.
—Isabela, no esperaba encontrarte aquí esta noche —comentó, mientras dirigía una mirada inquisitiva hacia Gabriel, quien sujetaba la delicada cintura de su hija— ¿Y tú eres…?
—Es Gabriel Andrade… mi novio —respondió Isabela con voz firme, recordando que Gabriel se había presentado anteriormente como soltero y, sobre todo, la había ayudado a callarle la boca a su presumida hermana.
No deseaba que aquella elaborada insinuación terminara tan pronto solo porque su padre había hecho su aparición repentina, ya que eso únicamente provocaría que su insoportable hermana sonriera victoriosa y volviera a recalcarle su felicidad perpetua.
Isabela esperaba ansiosamente que Gabriel continuara apoyándola en esa improvisada mentira, al menos durante el transcurso de esa velada, porque de lo contrario, quedaría expuesta y en ridículo ante su familia.
—¿Novio? No nos habías mencionado en ningún momento que estuvieras saliendo con alguien —cuestionó su padre con evidente sorpresa y algo de desconfianza en su tono de voz.
Tragando pesadamente saliva y notando con alivio que Gabriel no hacía ademán alguno de desmentir su declaración, Isabela continuó con la mentira.
—¿Desde cuándo debo informarte sobre cada aspecto de mi vida personal y mis relaciones? —respondió, con cierto tono desafiante.
El distinguido empresario entrecerró los ojos con suspicacia. Apartó su penetrante mirada y la posó analíticamente en Gabriel—. Es un verdadero placer conocerte, muchacho.
—El placer es completamente mío, señor Montero —respondió con tono formal mientras presionaba respetuosamente la mano de Miguel Montero en un firme apretón.
—Espero sinceramente que puedas convencer a Isa de pasar la próxima Nochebuena en nuestra casa familiar. Por supuesto, que tú también estás cordialmente invitado.
Gabriel agradeció cortésmente por la inesperada invitación, y momentos después Isabela lo condujo discretamente hasta un rincón apartado del salón donde pudieran conversar con privacidad y nadie alcanzara a escuchar su importante conversación.
—Gabriel, realmente lo siento mucho…Este le cubrió suavemente los labios con su mano, impidiendo que continuara disculpándose innecesariamente.—Yo intervine voluntariamente y te involucré en esta elaborada mentira —la observó intensamente—. ¿Deseas que continuemos manteniendo esta farsa ante todos? —Isabela tragó nerviosamente y asintió levemente con la cabeza—. Muy bien entonces, para que todos los presentes que nos están observando en este preciso momento crean que lo nuestro es completamente real, debo besarte ahora —el cuerpo de Isabela se estremeció bajo la intensa mirada de Gabriel—. Voy a besarte en este momento.Retiró su mano con delicadeza de los labios temblorosos de Isabela.Mientras la contemplaba a los ojos fue acercándose cada vez más a ella con movimientos calculados.Quedó tan próximo a su rostro que sus labios rozaron suavemente una parte de la nariz de Isabela, provocándole un cosquilleo.Debido a que era más alto que Isabela, enganchó delicadamente sus dedos en e
La noche avanzaba con un aire mágico y misterioso, como si las brillantes estrellas en el cielo aterciopelado estuvieran conspirando silenciosamente para celebrar la innegable conexión entre Isabela y Gabriel.Los faroles del parque habían sido testigos mudos de sus risas cristalinas y confidencias susurradas, mientras compartían secretos y sueños bajo la luz plateada de la luna.Después de su extenso paseo por los senderos serpenteantes del parque, donde el tiempo pareció detenerse entre conversaciones profundas y miradas cómplices, decidieron continuar su velada en un lugar más íntimo.Al llegar al moderno apartamento de Isabela, ubicado en un edificio art déco del centro de la ciudad, ella se detuvo dubitativamente un momento antes de introducir la llave en la cerradura, mientras sus pensamientos se arremolinaban como hojas en otoño.El pasillo, iluminado por elegantes apliques vintage, parecía contener el aliento ante este momento crucial.Gabriel, siempre atento a los matices más
Hizo una pausa.—Mi padre siempre se caracterizó por ser un hombre extremadamente meticuloso y cumplidor —continuó, haciendo girar el vino en su copa con movimientos elegantes mientras su mirada se perdía en los reflejos del líquido—. Si establecía una fecha de entrega, era porque estaba completamente seguro de poder cumplirla. Entonces decidió tomar las riendas del proyecto de Marcos para acelerar el proceso —hizo una pausa significativa, como reuniendo fuerzas para continuar—. Durante las inspecciones de rutina, una sección completa de la estructura colapsó repentinamente, sepultando a varios miembros del equipo, incluido mi padre —concluyó con voz quebrada por el dolor del recuerdo.—Oh, Gabriel… Lo siento tanto. Debió ser una experiencia devastadora para ti y tu familia —murmuró Isabela, su corazón contrayéndose ante el dolor reflejado en los ojos de él.—Lo fue, pero Marcos llevó la peor parte de esa tragedia —admitió, permitiendo que el silencio llenara la habitación por unos mo
La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las delicadas cortinas de gasa del apartamento de Isabela, fabricando un cálido y acogedor resplandor dorado que iluminaba cada rincón de la habitación.Isabela despertó lentamente, con esa agradable sensación de paz que solo proporcionan las mañanas perfectas, sintiendo el reconfortante calor del cuerpo de Gabriel a su lado.Se giró delicadamente para mirarlo y una sonrisa genuina se dibujó en su rostro al ver su expresión serena mientras dormía plácidamente, con su respiración acompasada y tranquila, como una suave melodía matutina.No podía creerlo, en serio ella se había atrevido a dar ese paso tan apresuradamente, algo que no había hecho con ningún otro.Sus principios siempre habían sido firmes y tradicionales, pero con Gabriel todo parecía fluir de manera natural y correcta, como si el universo hubiera conspirado para unir sus caminos en el momento preciso.Inhaló profundo mientras observaba al hombre en la cama, su mente v
Isabela mordió los labios mientras su mirada descendía desde el pecho de Gabriel, hasta su prospecto, donde detuvo la mirada y vio algo que nunca había visto, un grandioso y perfecto pene.Ninguno de sus ex podía compararse con el de Gabriel.Y pensar que lloró por esas pequeñeces cuando la vida le tenía preparado algo mucho mejor.Mientras estaba sumida en los pensamientos, Gabriel le soltó la bata, dejando el cuerpo de Isabela descubierto para deleitarse con la mirada.Las manos de Gabriel la recorrieron, abarcaron los senos y los presionaron.Ella se arqueó al sentir los labios de Gabriel en su cuello, raspando con sus dientes su piel suave.Gabriel bajó, y bajó dejando una hilera de besos en cada centímetro de la piel de Isabela. Llegó a la pelvis y la besó, colocó las manos en ambos muslos y abrió más las piernas para meterse en ella y saborearla.—¡Oh, Dios! —jadeó al sentir la lengua húmeda pasando sobre su abertura, y los dientes raspando sus labios vaginales.—¡Dios, no! —dij
Esa noche, se amaron en cada momento, follaron hasta sentirse agotados. Cuando el sol salió, Gabriel despertó, la vio dormida y no quiso despertarla.Se levantó, fue al baño, se dio una ducha y al salir agarró su teléfono para mirar la hora. Faltaban pocas para que su vuelo saliera a Madrid, quería ver a su hermano, deseaba tener un encuentro con él antes de terminar ese año y así, poder un inicio a su nueva vida.Esperó que ella despertara para despedirse. Isabela quiso acompañarlo al aeropuerto. Solo se dio un baño, secó su cabello y se colocó una ropa deportiva para despedirlo en el aeropuerto.—Estaré antes de noche buena —dijo mientras la tenía envuelta entre sus brazos.Después de un largo beso se separaron.Isabela se sintió vacía, con frío, como se sentía semanas atrás. Algo que no había sentido desde que Gabriel llegó a su vida.Suspiró porque tan pronto se había acostumbrado a él.Los días pasaron con nostalgia para Isabela.Gabriel había viajado a España, y aunque sabía que
Isabel apartó la mirada de Gabriel y dijo firmemente.—No cambiaré de opinión, Daniel. Así no estuviera Gabriel en mi vida, yo jamás regresaría contigo —respondió. No podría perdonar su traición.Él la convirtió en su amante, la ilusionó con una boda, una familia, mientras ya tenía una. ¿Cómo podría tener el descaro de volver y presentarse ante ella? Era demasiado descarado.Daniel se dio la vuelta y se alejó, dejándolos a solas.Gabriel se quedó mirando a ese hombre, cuando Daniel se detuvo en el ascensor, dirigió la mirada hacia ellos y los vio besándose.—Gabriel ¿Estás enojado? —preguntó, llena de preocupación.Gabriel negó.—¿Por qué me enojaría? —le acarició el rostro—, si me has dejado claro que nadie del pasado, podría venir a interferir en nuestra relación.Isabela se aferró a él, suspirando la exquisita fragancia que emanaba de las prendas de Gabriel.—Te extrañé tanto —susurró, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.—Yo también te extrañé. Cada segund
La noche de Nochebuena había llegado, y el aire gélido estaba impregnado de una magia especial que prometía una Navidad blanca, mientras los copos de nieve comenzaban a caer suavemente sobre las calles iluminadas por las decoraciones festivas que adornaban cada rincón del vecindario.Isabela se encontraba de pie frente a la imponente puerta de caoba de la casa de su padre, sintiendo un nerviosismo que le revolvía el estómago y le hacía temblar las manos.Habían pasado exactamente cinco años desde la última vez que había puesto un pie en ese lugar, en una noche como esa, cuando la traición de Rafael, su ex prometido, y las circunstancias que rodearon su compromiso roto la dejaron con el corazón destrozado y el alma hecha pedazos, alejándola de todas las celebraciones familiares que tanto había amado en su niñez.Sin embargo, esta vez era completamente diferente. Esta vez, estaba acompañada de Gabriel, su nuevo amor, un hombre que había llegado a su vida como un rayo de luz en medio de