Isabela mordió los labios mientras su mirada descendía desde el pecho de Gabriel, hasta su prospecto, donde detuvo la mirada y vio algo que nunca había visto, un grandioso y perfecto pene.Ninguno de sus ex podía compararse con el de Gabriel.Y pensar que lloró por esas pequeñeces cuando la vida le tenía preparado algo mucho mejor.Mientras estaba sumida en los pensamientos, Gabriel le soltó la bata, dejando el cuerpo de Isabela descubierto para deleitarse con la mirada.Las manos de Gabriel la recorrieron, abarcaron los senos y los presionaron.Ella se arqueó al sentir los labios de Gabriel en su cuello, raspando con sus dientes su piel suave.Gabriel bajó, y bajó dejando una hilera de besos en cada centímetro de la piel de Isabela. Llegó a la pelvis y la besó, colocó las manos en ambos muslos y abrió más las piernas para meterse en ella y saborearla.—¡Oh, Dios! —jadeó al sentir la lengua húmeda pasando sobre su abertura, y los dientes raspando sus labios vaginales.—¡Dios, no! —dij
Esa noche, se amaron en cada momento, follaron hasta sentirse agotados. Cuando el sol salió, Gabriel despertó, la vio dormida y no quiso despertarla.Se levantó, fue al baño, se dio una ducha y al salir agarró su teléfono para mirar la hora. Faltaban pocas para que su vuelo saliera a Madrid, quería ver a su hermano, deseaba tener un encuentro con él antes de terminar ese año y así, poder un inicio a su nueva vida.Esperó que ella despertara para despedirse. Isabela quiso acompañarlo al aeropuerto. Solo se dio un baño, secó su cabello y se colocó una ropa deportiva para despedirlo en el aeropuerto.—Estaré antes de noche buena —dijo mientras la tenía envuelta entre sus brazos.Después de un largo beso se separaron.Isabela se sintió vacía, con frío, como se sentía semanas atrás. Algo que no había sentido desde que Gabriel llegó a su vida.Suspiró porque tan pronto se había acostumbrado a él.Los días pasaron con nostalgia para Isabela.Gabriel había viajado a España, y aunque sabía que
Isabel apartó la mirada de Gabriel y dijo firmemente.—No cambiaré de opinión, Daniel. Así no estuviera Gabriel en mi vida, yo jamás regresaría contigo —respondió. No podría perdonar su traición.Él la convirtió en su amante, la ilusionó con una boda, una familia, mientras ya tenía una. ¿Cómo podría tener el descaro de volver y presentarse ante ella? Era demasiado descarado.Daniel se dio la vuelta y se alejó, dejándolos a solas.Gabriel se quedó mirando a ese hombre, cuando Daniel se detuvo en el ascensor, dirigió la mirada hacia ellos y los vio besándose.—Gabriel ¿Estás enojado? —preguntó, llena de preocupación.Gabriel negó.—¿Por qué me enojaría? —le acarició el rostro—, si me has dejado claro que nadie del pasado, podría venir a interferir en nuestra relación.Isabela se aferró a él, suspirando la exquisita fragancia que emanaba de las prendas de Gabriel.—Te extrañé tanto —susurró, sintiendo que las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.—Yo también te extrañé. Cada segund
La noche de Nochebuena había llegado, y el aire gélido estaba impregnado de una magia especial que prometía una Navidad blanca, mientras los copos de nieve comenzaban a caer suavemente sobre las calles iluminadas por las decoraciones festivas que adornaban cada rincón del vecindario.Isabela se encontraba de pie frente a la imponente puerta de caoba de la casa de su padre, sintiendo un nerviosismo que le revolvía el estómago y le hacía temblar las manos.Habían pasado exactamente cinco años desde la última vez que había puesto un pie en ese lugar, en una noche como esa, cuando la traición de Rafael, su ex prometido, y las circunstancias que rodearon su compromiso roto la dejaron con el corazón destrozado y el alma hecha pedazos, alejándola de todas las celebraciones familiares que tanto había amado en su niñez.Sin embargo, esta vez era completamente diferente. Esta vez, estaba acompañada de Gabriel, su nuevo amor, un hombre que había llegado a su vida como un rayo de luz en medio de
—Así que este es el famoso Gabriel —miró a Isabela y le dedicó una sonrisa claramente forzada que no ocultaba su desdén—. No puedo creer que hayas logrado encontrar a alguien después de… todo lo sucedido.Isabela sintió que la rabia comenzaba a burbujear peligrosamente en su interior ante el comentario malintencionado, pero Gabriel, percibiendo su tensión, la tomó de la mano con firmeza, dándole un apretón tranquilizador que le recordaba que ya no estaba sola—. Es un placer conocerte, Gabriel —añadió, con una sonrisa calculada que no alcanzaba a iluminar sus ojos fríos y calculadores.—El gusto es mío, señora —respondió Gabriel con una cortesía impecable mientras presionaba suavemente la mano de aquella mujer.—Bueno, como ya estamos todos reunidos, propongo que pasemos a la mesa —anunció, intentando disipar la tensión que se había formado en el ambiente. El mayordomo, que había servido a la familia durante décadas, comenzó a indicar sutilmente el camino hacia el comedor principal.Er
El silencio en la mesa se volvió tan denso que podría cortarse con un cuchillo. Todos los familiares permanecían callados, procesando la brutal honestidad de las palabras de Isabela.—Isabela, ¿es que aún te duele que me haya casado con Rafa? Hablas con tanto resentimiento que, deja claro que aún estás dolida.—Por favor, que te diga las verdades no quiere decir que estoy dolida, querida hermana —hizo una pausa y miró a Rafael con una sonrisa.—Yo de ti, mejor le preguntaría a tu esposo si me ha superado.Los familiares cubrieron la boca para no murmura y reírse ahí mismo—. Porque yo, lo he superado completamente —aseguró con convicción.—Pues no parece —dijo su padre furioso esperando que ese tema se cerrará.—Lo que sucedió es algo que ya no me causa ni el más mínimo dolor o perturbación —dirigió una mirada llena de amor hacia Gabriel, quien permanecía en silencio—, pero siempre es saludable refrescar la memoria de aquellas que se consideran moralmente superiores cuando en realidad
La importante reconstrucción Victoria continuó avanzando según lo planeado, y paralelamente, la fascinante historia sobre Elizabeth y su arquitecto también seguía desenvolviéndose.Ahora Isabela se deleitaba escuchando esa romántica historia que Gabriel compartía con pasión en cada momento oportuno, encontrando paralelos sorprendentes con su propia historia de amor.Durante esa misma semana, poco antes de las celebraciones de año nuevo, Gabriel viajó a Madrid por compromisos profesionales. Aprovechó para reunirse con su hermano, con quien discutió extensamente sobre nuevos y prometedores proyectos empresariales, y juntos consideraron la posibilidad de pasar las festividades de fin de año en familia.La temporal ausencia de Gabriel mantenía a Isabela en un estado de constante inquietud y añoranza. Para empeorar la situación, Daniel no cesaba en sus persistentes intentos por conseguir una nueva oportunidad con ella. Como parte de su estrategia, había inaugurado estratégicamente una sucu
Las horas pasaron lentas mientras transformaba su café en un rincón navideño. Colocó pequeños abetos en las mesas, colgó estrellas doradas del techo y dispuso velas aromáticas estratégicamente. Poco a poco el local iba dando una forma mágica navideña.Cuando llegó al último tramo de luces para el escaparate, ya eran casi las nueve de la noche. Fue entonces, mientras ajustaba la última sección de luces, cuando lo vio en el reflejo del cristal: un hombre alto y abrigo negro, con una bufanda blanca y muy abrigada envuelta en su cuello. Aquel extraño se había detenido al otro lado de la ventana y quién sabe desde cuándo la estaría contemplando. En cualquier otra circunstancia, quizás se habría sentido intimidada por un desconocido observándola a esa hora, y de esa forma, pero había algo en su mirada que la mantuvo inmóvil e hipnotizada.En el momento que sus ojos se encontraron a través del reflejo, Helena sintió una extraña conexión, como si alguien dentro de ella hubiera presionado un b