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Capítulo 2: No se ha acabado

—¿Quién era esa?

Dan no pensaba darle ninguna explicación, no tenía porque hacerlo. Su relación nunca había sido de ese tipo.

Se preguntó qué demonios estaba haciendo allí, para comenzar. Ninguna mujer jamás había irrumpido en su oficina y menos de la manera que ella lo había hecho.

—¿Qué haces aquí? —preguntó en lugar de responder.

El humor de Jenna cambió tan rápido que casi dudó si era la misma mujer que había estado despotricando contra una desconocida minutos atrás. Pensó en Skylar que había tenido la mala suerte de verse atrapada en una situación incómoda.  

Jenna le dio una sonrisa coqueta y se acercó a él moviendo las caderas seductoramente. Ninguna de esas acciones provocó una reacción en él.

—Quería saber porque no contestas mis llamadas. —Jenna colocó una de sus manos sobre su pecho y lo acarició.

—Jenna, te dije que se acabó —dijo tomándose el tiempo de vocalizar cada palabra como si hablara con una niña. Su paciencia estaba a nada de agotarse.

Ella pareció verse afectada por un segundo, pero no lo afectó en lo más mínimo. Incluso cuando la gente lo acusaba con frecuencia de ser alguien cruel y sin sentimientos, siempre era justo. Dejaba las cosas claras antes de involucrarse con alguien. Y mientras lo que tenían duraba, les daba costosos regalos y las llevaba a cenar a los mejores restaurantes.  

Jenna tenía suerte de que no la arrastraba hasta los ascensores después de lo que había hecho.

—Dan, ambos sabemos que no estabas hablando en serio —dijo ella deslizando su mano hacia abajo—. ¿Qué te parece si salimos a cenar esta noche y después quizás podrías tener algo de suerte?

Sin molestarse en ser educado la tomó por la muñeca deteniendo su avance y la hizo hacia atrás. No tenía tiempo para sus juegos.

—Estaba hablando muy en serio. Sabías desde el principio cómo funcionaría esto.

—Dan…

—La próxima vez evita hacer un show como el de hoy o haré que el personal de seguridad te saqué.  

—Eres un bastardo.

—Nunca dije lo contrario.

Se acercó a la puerta y la abrió. Luego, con la mano le ordenó que saliera. No pensaba dejarla en su oficina. No se iba a arriesgar a que ella hiciera algún desastre en sus cosas.

Estaba tarde para reunirse con su padre y no le gustaba la impuntualidad.

—Esto no se ha acabado.

La miró sin inmutarse y ella golpeó el pie en el suelo como una niña que no se sale con la suya. Viéndola actuar de esa manera, se preguntó porque había salido con ella en primer lugar. Era linda, pero bastaba con conocerla un poco más darse cuenta de que era caprichosa y malcriada.

Jenna era hija única y sus padres tenían el dinero suficiente para cumplir cada uno de sus caprichos. Estaba seguro que en su vida había hecho algo que no fuera para ella misma. No es que le importara. Podía parecer un cínico, pero lo al involucrarse con ella solo había estado buscando alguien con quién pasarla bien.

Debería haber terminado con ella mucho antes.

Esperó hasta que Jenna desapareció de su vista antes de salir de su despacho rumbo al de su padre.

—Emma, llama a seguridad y que se aseguren de que la señorita Anderson deja el edificio —dijo deteniéndose frente a su secretaria.

—Está bien, señor. —Ella sonrió mientras se metía un mechón de cabello inexistente detrás de la oreja.

Emma había dejado en claro con sus actitudes que estaba interesada en él. Sí, eso no iba a pasar. Nunca mezclaba los negocios con el placer, eso podría muchos problemas. Si no fuera porque ella hacía su trabajo bastante bien, hace tiempo habría pensado en cambiarla.

—Creí que nunca llegarías —dijo su padre mirándolo desde su escritorio cuando entró a su oficina.

—Algo me entretuvo, pero ya estoy aquí.

Entró y cerró la oficina detrás de él, luego caminó hasta la silla disponible.

—¿Cómo va la adquisición del nuevo hotel en Australia?

—Sin ningún problema, como era de esperarse. Me reuniré con los dueños dentro de una semana para terminar de cerrar el acuerdo y podremos comenzar con las renovaciones. Tengo el equipo que trabajara en el proyecto a la espera. Si todo marcha bien deberíamos estar abriendo al público dentro de seis meses.

Su padre asintió satisfecho con lo que escuchó.

—Es bueno saberlo. Pienso llevar a tu madre allí en nuestras siguientes vacaciones. Ella siempre ha querido conocer ese país, que mejor oportunidad que esta.

Su padre y su madre llevaban más de tres décadas casados y su matrimonio solo se había fortalecido con los años. Pese a que habían querido tener muchos hijos, solo lo habían tenido a él después de que su madre tuviera un embarazo y complicados que casi les cuesta la vida a ambos. Su padre amaba a su madre y había preferido no tener más hijos antes de arriesgarla a algo parecido otra vez.

La gente seguía preguntándose como con dos padres con un matrimonio tan sólido, él había terminado siendo tan cínico y mujeriego. La respuesta era simple, no siempre encontrabas algo tan único. Al verlos juntos siempre se había preguntado si alguna vez encontraría algo como lo de ellos. Cada vez se convencía más de que no. Las mujeres parecían más interesadas en lo grande que era su estado de cuenta y él no tenía problema con ello mientras no esperaran amarrarlo.

—Por cierto, tu mamá quiere saber si vendrás solo o acompañado a la cena de esta noche.

Cada viernes su padre preguntaba por lo mismo, casi parecía que ese era su verdadero motivo al llamarlo a su oficina más que los negocios. Porque eso de los informes de trabajo no tenían mucho sentido. Era muy bueno en lo que hacía y su padre lo sabía.   

—Ya sabes la respuesta.

—No puedes mantener esa vida que tienes por siempre. Un día conocerás a la mujer de tu vida y ella te juzgará por tu inmensa lista de conquistas. O una de tus amantes te apuñalará por la espalda cuando la abandones. Lo que pase primero.

—Muy gracioso.

Su padre sacudió la cabeza con desaprobación.

—El karma puede ser una patada en el culo.

Dan decidió que era mejor cambiar de tema. Su padre y el compartían algo en común, los dos podían ser muy obstinados.

La imagen de la mujer que había conocido poco tiempo atrás, se le vino a la cabeza y recordó que tenía que hablar con su padre de lo que ella le había comentado.

—Escuché que despediste al administrador de uno de nuestros hoteles.

Usualmente no se metía en las decisiones de su padre. Él era alguien que no actuaba sin tener motivos razonables. Pero Skylar había hablado con tanta pasión que decidió prometerle que hablaría en su nombre. E, incluso después de eso, ella no había parecido demasiado convencida.

Su padre era un hombre comprensivo por lo general, pero seguro no habría apreciado la interrupción de una desconocida en su oficina. Él mismo no lo hubiera hecho. Es más, ni siquiera sabía porque había intervenido en lugar de llamar a seguridad para que la sacaran.

Había sido movido por la curiosidad, algo que hace tiempo no sentía. No todos los días alguien se presentaba en su edificio demandando hablar con el dueño, con tanta seguridad. La mayoría temía su apellido de por sí.

—Sí. Hubo un incidente y el gerente del lugar me puso al tanto en una de mis visitas programadas.

—¿Qué sucedió?

—Perdimos algunos clientes el último mes por un error en las reservas. Revisé el informe que me entregaron, al parecer fue más de un par de veces y ya le habían llamado la atención por ello. Les ordené que se hicieran cargo de ello.

Y allí estaba la explicación.

Al parecer la señorita Skylar no tenía la información completa.

—¿Por qué estás interesado en eso? —preguntó su padre.

—Nada importante. —Negó de inmediato. Tal vez demasiado rápido porque su padre lo miró con sospecha.

Se mantuvo en silencio. No había manera de que admitiera que lo hacía como un favor. Su padre podía sacar las cosas del contexto y antes de que se diera cuenta se lo estaría contando a su madre.

Se despidió de su padre y de regreso a su oficina, se detuvo a solicitarle el número de teléfono de Skylar a su secretaria. Le hubiera dicho a Emma que se encargara de hablar con ella, pero dado que la información era algo delicada optó por que sería mejor que lo hiciera él.  

—Aquí tiene.

Asintió antes de irse a su oficina.

Detrás de su escritorio agarró el teléfono, pero no se atrevió a marcar. Nunca vacilaba con algo; pero Skylar seguro comenzaría despotricar en contra de él en cuanto le dijera las razones. No parecía ser de esas mujeres que se rendían con facilidad, seguro dudaría de su palabra, algo que también era una completa novedad para él. Nadie nunca dudaba de lo que decía.

No estaba dispuesto a enfrentarse a otra mujer histérica por las siguientes horas. Decidió esperar al final del día y concentrarse en su trabajo, ya había perdido mucho tiempo.

El resto de la tarde pasó con rapidez mientras se encargaba de revisar algunos documentos.

Casi se había olvidado de la llamada cuando la tarde se acababa, pero entonces abrió la gaveta donde la había guardado y supo que no podía posponerlo. No era su estilo.

Agarró el teléfono, pero otra vez no marcó; esta vez porque su padre entró a su oficina. Él tenía la expresión tensa y supo que algo no andaba bien y casi podía apostar que era.

—Mi hermana acaba de llamarme. No logra ponerse en contacto con su hijo.

No le sorprendió ni un poco. James era la oveja negra de la familia, siempre dando tumbos sin un rumbo en específico. Y le gustaba desaparecerse con bastante frecuencia y gastar un dineral en bares. Algo que no le habría importado si hiciera algo por ganarse ese dinero.

—Me encargaré. —Su tía era la única otra mujer por la que haría cualquier cosa, la primera era su madre—. Estaremos en casa para la cena.

Su padre le dio una mirada de agradecimiento.  

Cogió su chaqueta y marcó algunos números antes de dar con el paradero de su hermano. No le sorprendió cuando le dieron el nombre del local en el que se encontraba.

Se subió a su vehículo y se dirigió allí. Sabía dónde quedaba porque él mismo había ido allí un par de veces.

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