—Gracias por traerme.
Agarró la manija de la puerta para bajarse.
—¿Qué estás estudiando? —preguntó Dan deteniéndola. Casi ignoró y se bajó de todas formas. Necesitaba un tiempo a solas para asimilar lo que él le había dicho y el hecho de que no había posibilidad de que su padre recuperara su trabajo.
—Administración de empresas —dijo al fin—. Voy en mi tercer año, aunque debería estar en mi último año. Tuve que dejar los estudios por un tiempo cuando mi madre… —Se interrumpió al darse cuenta de que estaba diciendo más de lo que debería. Siempre prefería mantenerse reservada sobre sus asuntos. No quería, ni necesitaba la compasión de nadie—. Como sea, ya me tengo que ir. No tengo mucho tiempo.
—¿Estarías interesada en trabajar para mí?
Lo miró como si le hubiera salido otra cabeza. No podía entender cómo funcionaba la cabeza de ese hombre.
—¿Hablas en serio?
—Siempre lo hago.
—¿Cuál es el truco?
—Ninguno. No tienes que responder ahora. —Dan se inclinó hacia ella y tomó la manija de la puerta.
Su cercanía la puso nerviosa. Después de todo no era indiferente a su atractivo.
Él la miró a los ojos y se olvidó de lo que habían estado hablando. Su aroma la envolvió y se humedeció los labios antes de saber lo que estaba haciendo. Dan miró sus labios y luego cerró el espacio que los separaba.
No era la primera vez que alguien la besaba, aunque el beso de un joven inexperto y ebrio en su primer año de universidad no se podía comparar en nada a ese. Dan parecía saber lo que estaba haciendo. Empezó suave como una caricia, pero pronto se volvió más demandante. No le sorprendió que las mujeres anduvieran detrás de él y si no tenía cuidado pronto sería como la mujer que había visto en su oficina, ante el recuerdo algo de sentido común apareció en su cabeza.
¡¿Qué diablos estaba haciendo?!
No estaba en sus planes ser el juguete de ningún hombre rico. Ya tenía demasiados problemas en su vida, no iba a sumar uno más a lista.
En el momento en el que Dan colocó una de sus manos en su cintura, mordió su labio. Podría simplemente haberlo empujado, pero quería demostrar su punto.
Él se hizo para atrás lanzando una maldición.
—Será mejor que mantengas tus manos para ti mismo si no quieres que también salgan lastimadas. —Fue un milagro que su voz saliera tan clara—. No cambie a un idiota desconocido por uno conocido. Si tu proposición incluye cosas como estas, no hay nada que pensar.
—Eso estuvo fuera de lugar. —Eso no se parecía en nada a una disculpa, pero lo tomó. Dan no parecía ser de las personas que saben cómo disculparse—. No volverá a suceder. Llámame en cuanto tengas una respuesta.
No se molestó en volverse a despedir de él y bajó de su auto. Apenas lo hizo el carro arrancó y desapareció a toda velocidad.
—Idiota —murmuró antes de darse la vuelta para ir a la biblioteca.
Tenía muchos trabajos acumulados y poco tiempo para terminarlos. Debido a su economía le era difícil comprarse la mayoría de libros, así que se la pasaba en la biblioteca cada vez que tenía un momento libre.
Sentada y con un libro en manos, seguía sin poder concentrarse. Sus pensamientos regresaban una y otra vez a la propuesta de Dan, así como al beso que le había dado. Decidió olvidarse de lo último, aunque había sido bastante bueno… No, eso no importa, se regañó.
Lo que si lo hacía era la propuesta y si la iba a tomar. Sopesó los pros y los contras. Necesitaba el trabajo y no había mucho que pensar; pero, incluso si comenzaba a trabajar para él, su principal problema no se solucionaría. Todavía necesitaba el dinero para el lunes; aunque, por otro lado, rechazarlo sería una completa idiotez. Todos querían un puesto en Industria Hotelera Harris.
No podía seguir así, no había avanzado con sus deberes aún.
No tenía tiempo para lamentarse por su situación, menos cuando una buena oportunidad estaba frente a ella. Asegurarse un mejor trabajo podía ayudarla a enfrentarse a lo que se venía.
Una vez tomada su decisión se apresuró en acabar con su trabajo. Estaba cansada cuando por fin terminó. Esa mañana se había tenido que levantar temprano para ir a su trabajo.
Afuera casi había oscurecido cuando abandonó la biblioteca. Sacó su celular y miró el número del cual había recibido un mensaje de Dan la noche anterior. Estaba por llamarlo cuando su celular comenzó a vibrar en su mano. Casi lo lanzó al suelo pensando que se trataba de él, luego se dio cuenta que eso ilógico.
El identificador le mostró el nombre de su papá y contestó de inmediato. Nunca se sabía cuándo podía tratarse de una emergencia.
—Hola, papá. ¿Pasa algo?
—No, cariño. Solo quería saber si seguías en la biblioteca.
—No, acabo de salir; pero tardaré un poco en volver. Debo ir a un lugar primero.
Pensó en preguntarle sobre la verdad de su despido, para confirmar que Dan no le había mentido; pero no le tomó mucho tiempo darse cuenta que tal vez él no se lo había dicho porque se sentía avergonzado. O quizás, solo quizás, había sido acusado erróneamente. Skylar sabía qué clase de persona era él y lo responsable que siempre había sido con su trabajo, era difícil creer que había cometido un error tan simple.
Apreciaba lo que Dan había averiguado, pero no iba a creer fácilmente en la versión que le había dado. Confiaba en su padre.
—Está bien. Por cierto. Tengo buenas noticias —dijo él llamando su atención—. Conseguí un trabajo, no es un lugar tan bueno como el anterior y el sueldo apenas es la mitad de lo que ganaba antes, pero…
—Ya es algo. Eso es genial, papá.
Él soltó un suspiró.
—El banco me llamó ayer, pero no logré contestar. —Como el día anterior no había llegado a casa, no había hablado con su padre sobre eso—. Sé que estás ocupada, cariño; pero no sé si puedes pasarte por allí para saber que quieren. Pensaba ir yo mismo, pero tengo que presentarme a primera hora en el trabajo. Seguro que es para presionarnos con el pago, tengo que encontrar la manera de pagar los montos atrasados.
Debió aprovechar ese momento para decirle que ella si lo sabía, es solo que no quería arruinar el estado de humor de su padre.
Quizás el día siguiente.
—Tranquilo, yo me encargo.
—Gracias, cariño. No sé qué haría sin ti.
—Somos un equipo.
Se despidió de su padre y terminó con la llamada.
Ahora más que nunca estaba segura de que había tomado la decisión correcta. Dan podía ser un idiota y mujeriego, pero ella necesitaba el dinero y podría aprovechar el trabajo para hacer sus propias averiguaciones. Era un ganar-ganar.
Marcó el número de Dan y quedaron en verse en su departamento. Skylar no estaba muy cómoda con la idea, pero aceptó de todas formas.
—Adelante —le dijo él cuando llegó a su piso.
Observó el lugar, incluso su casa era más pequeña que aquel lugar. Pero parecía tan impersonal. No había nada allí que le diera vida al lugar.
—Bonito lugar —dijo por cortesía.
—Cuando mientes, la verdad escapa a través de tus expresiones. —No lo contradijo, no tenía sentido—. Mi despacho está por aquí —indicó él antes de guiarla hacia allí.
Aprovechó el momento para observarlo, estaba usando una ropa más casual y, aunque eso debería hacerlo lucir menos intimidante, no funcionaba. Quedaba claro que el aura de poder emanaba de él y no de lo que usaba.
—¿Deseas algo de beber? —preguntó él sentándose detrás de su escritorio e invitándola con la mano a sentarse del otro lado.
—No, gracias. Estoy bien.
—Entonces vamos directo a lo que viniste. —Dan le explicó todo lo que debía de hacer como su empleada. Skylar no dejó que ningún detalle se le escapara—. Tu horario no interferirá con tus horas de clases, pero habrá noches que tendremos que quedarnos hasta tarde. No soy un jefe paciente, así que espero que hagas todo bien y no tener que repetirte las cosas una y otra vez.
Él hablaba como si ya fuera un hecho de que iba a trabajar para él, ni siquiera había preguntado otra vez.
—Aún no acepté trabajar para usted —dijo tratando de que él no tuviera todo el control. Aunque era un hecho que después de escuchar más sobre el trabajo, no había manera de que no aceptara.
—Ambos sabemos que lo hiciste en cuanto me llamaste —respondió el con total seguridad.
Su maldito ego llegaba a ser insoportable. Aunque también era bueno que tuviera algún defecto.
Él sonrió de lado como si hubiera sabido lo que pasaba por su mente.
Idiota. Lo insultó en su mente mientras esbozaba una sonrisa. ¿A ver si podía leer eso?
Se recordó que era su jefe y que debía estar agradecida con él por la oportunidad. Y lo estaba. Eso no le impedía insultarlo de vez en cuando para evitar pensar en lo atractivo que era.
—Gracias por la oportunidad y daré mi mejor esfuerzo.
—Seguro que sí, nunca acepto nada menos. Ahora que eso está arreglado, quería comentarte que la dueña del club me llamó hace un rato, quería saber porque me lleve a su empleada.
Se mordió la mejilla interior. Tal vez había sido mala de ignorar las llamadas de Laurie.
—Yo no trabajo para ella.
—Eso no es lo que ella parecía pensar. ¿Qué hacías allí, Skylar? Y esta vez no tienes más opción que responder. Quiero estar seguro que no me estoy metiendo en ningún problema al contratarte.
—No tiene nada de qué preocuparse.
—Juzgaré eso por mí mismo.
Se debatió entre mandarlo al demonio y perder el trabajo que apenas había conseguido o decirle la verdad. La elección no fue difícil.
Cuadró los hombros y lo miró directo a los ojos. Le diría lo que quería saber, después de todo no estaba avergonzada por tratar de hacer lo necesario para ayudar a su familia.
—Necesito dinero, así que acepté participar en la subasta. —Estaba segura de que Dan sabía de qué subasta hablaba, después de todo él conocía el club.
Si él se sorprendió por la revelación que acababa de hacer, no lo demostró.
—¿Para qué necesitas el dinero?
—Eso no es asun… —Él alzó una ceja—. Mi familia tiene una deuda con el banco y estamos atrasados, perderemos la casa si no la pagamos.
Dan abrió la gaveta y sacó una chequera.
—¿Cuánto? —preguntó con el lapicero en mano.
—¿Qué?
—¿De cuánto estamos hablando?
—No hay manera de que reciba dinero de usted. No sé lo que espera a cambio; pero solo para dejar las cosas claras, no me acostaré con usted.
Él la miró como si lo aburriera.
—No soy de los hombres que le gusta explicarse, pero lo haré por esta vez. No necesito pagarle a ninguna mujer para que se acueste conmigo, ellas vienen libremente. —Skylar casi podía ver la arrogancia emanando por sus poros—. Y no le estoy regalando este dinero, lo pagará con su trabajo. Considérelo un préstamo. Pese a lo que dicen las personas, no soy un completo insensible. ¿Está todo claro ahora?
Guardó silencio por un segundo antes de asentir.
—Entonces ¿cuánto?
Skylar le dijo el monto y él comenzó a escribir como si no fuera nada.
—Aquí tiene. Acérquese el lunes a primera hora a recursos humanos, ellos le esperaran con su contrato y luego venga a verme para comenzar.
—Está bien.
—Y señorita, Skylar. Mantenga su celular siempre encendido.
Skylar quería compartir su felicidad con alguien y mientras viajaba de regresó a casa, le envió un mensaje a su amiga para pedirle que se encontraran cerca de su casa. Ella respondió en seguida diciendo que la vería allí. Lo más probable es que todavía estuviera preocupada por ella. La noche anterior había regresado al departamento de su amiga totalmente derrotada, creyendo que había arruinado la única oportunidad de salir adelante. Llamó también a su actual jefe para decirle que dejaría de trabajar para él. Debido a que no tenía un contrato formal, no esperaba que hubiera ningún problema aún con tan poca antelación, pero él la sorprendió al decirle que era un alivio porque tenía en mente prescindir de sus servicios en los próximos días y no sabía cómo decírselo.Pese a que Da
—Tengo el documento que me pidió —dijo Skylar entregándole una carpeta—. Subrayé las partes más importantes e hice algunas anotaciones. Consideré todos los puntos que se tomaron en cuenta en nuestra reunión. —Muy bien. ¿Sabes si Emma se puso en contacto con los inversionistas de nuevo proyecto para concertar la cita?—Sí, su reunión se llevará a cabo el lunes a las diez de la mañana. —Ella miró su agenda antes de continuar—. Respecto al proyecto de Australia, los primeros informes acaban de llegar. Debería estar en su correo. Los revisé y las renovaciones están marchando según lo esperado.Asintió y le dio una sonrisa de aprobación.En un par de semanas, Skylar se había adaptado bastante bien a sus funciones y lo estaba haciendo mejor que bien. Además, estaba haciendo q
—Nos vemos mañana, jefa —se despidió James. No se contuvo de rodar los ojos ante el apodo—. Eso no es lo que haría una señorita.—Con lo mucho que me importa. Vete de una vez antes de que se me ocurra algo más que de debas hacer. Hablando de eso creo que…James sacudió la mano y desapareció apresurado. Ese era su segundo día de trabajo y Skylar no le había dado ni un corto respiro. Aunque su jefe no le había dicho la verdad respecto a porque lo estaba poniendo a su cargo —no es que él diera explicaciones alguna vez—, era obvio que era una especie de castigo.En ese corto tiempo le había bastado para llegar a la conclusión que James no era un mal sujeto, solo demasiado pagado de sí mismo y un algo arrogante. Sonaba a alguien muy conocido, debía ser algo de familia. Como sea, no sabía lo que había hecho p
—Este lugar es muy hermoso, no había tenido la oportunidad de venir antes.Dan miró a su cita tratando de procesar sus palabras. Había salido con Sadie un par de veces en el pasado. Era una mujer hermosa y no esperaba nada de él más que un encuentro ocasional. Usualmente disfrutaba de su compañía, pero esa noche sus pensamientos estaban atrapados en otro lado y le estaba costando bastante mantenerse concentrado. —Lo es —respondió sin saber que más decir. Al parecer su respuesta fue suficiente porque Sadie continuó hablando.Se preguntó por qué estaba allí en lugar de su departamento. No estaba de humor para una cita, ni para nada en realidad. Debería haberle enviado un mensaje a Sadie para cancelarle tan pronto dejó el ascensor, pero no se sintió bien haciendo eso con poca antelación. En su lugar había decidido co
—Está bien, iré con usted —aceptó Skylar sin estar del todo segura de cuan inteligente era; pero sabía que tenían que hablar. Tenía que dejarle claro a su jefe que su relación era estrictamente profesional y no iba a lograr eso evitándolo.Además, era mejor hablar en un lugar público antes que regresar a su oficina. Eso mantendría a Dan bajo raya y ella podría concentrarse en que decir y no en lo que se sentiría que la besara otra vez o cómo se veía detrás de su traje. Esa última pregunta la había estado fastidiando demasiado.La noche anterior le había costado dormir. Cada vez que había cerrado los ojos había visto a Dan junto a ella haciéndole cosas que estaba segura no debería haber imaginado acerca de su jefe.Cansada y con ojeras debajo del maquillaje, esa mañana, mientras viajaba
Dan tenía la capacidad de pasar de fuego a hielo en un parpadeo. Habían pasado algunos días desde que él la había invitado a cenar para hacerle su inesperada proposición y, ahora, él actuaba como si nada hubiera sucedido. Al parecer era una clara declaración de que la pelota estaba en su cancha y que hasta que ella no decidiera que hacer a continuación, él no iba a decir nada más. ¿Quién demonios le hace una proposición como esa a una mujer y luego actúa como si nada? Bueno, pues dos podían jugar al mismo juego. No pensaba decir nada hasta que él lo hiciera, aunque tenía una respuesta clara. No había manera que se involucrara con su jefe. No era ninguna idiota, ella tenía mucho que perder a diferencia de él. No, no se iba a arriesgar a perder la poca estabilidad que había ganado por deseo y una noche de sexo. Los sonidos de pasos en el pasillo la sacaron de su ensoñación. Miró el reloj en su muñeca y se dio cuenta que aún faltaba quince minutos para l
Dan entró a la casa de sus padres, la casa en la cual había crecido. La ama de llaves la guio directo a la sala.Sus padres estaban sentados en uno de los sillones y su tía estaba en el sofá individual con una taza de té en la mano. Saludó a su papá y a su tía, antes de acercarse a su mamá.—Feliz cumpleaños, mamá —dijo Dan inclinándose un poco para abrazarla. Luego se separó y le entregó una pequeña maceta que tenía una rosa en su interior.Su mamá amaba la jardinería, así que prefería las flores vivas a cortadas. Él, como su único hijo, no tenía ningún problema en complacerla. —Gracias, hijo. —Ella le entregó la maceta al ama de llaves—. ¿Viniste solo? —preguntó mirando por sus costados como si de milagro alguien fuera a apar
Dan observó a Laurie tratando de saber si había hablado en serio. No confiaba en ella, pero en esas circunstancias no le quedaba más opción si quería llegar con Skylar pronto.—Sabe que no le conviene ningún truco sucio —amenazó—. No me gusta las estupideces.La mujer lo miró en silencio unos segundos y luego asintió. Eso fue suficiente para él, si ella sabía lo que le convenía no iba a hacer nada imprudente. Dan no iba a tener reparos en acabar con ella si intentaba algo, aunque probablemente lo haría de todas formas.Nunca le había importado mucho aquel negocio en el pasado. Las cosas habían cambiado con esto. Si se habían llevado a Skylar a la fuerza probablemente no era ni la primera ni la última vez que lo hacían y eso era otra cosa. No iba a desviar la mirada sabiendo que había mujeres que corr