En el momento en que Liora vio a Ethan con su imponente presencia, acercarse a los límites del territorio de la manada, se dejó caer de rodillas, sintiendo el peso del arrepentimiento y el miedo aplastarla. Desde su posición en el suelo, con su mirada temblorosa captó los cambios en él. Percibió que Ethan ya no era el líder que había dejado atrás. Había algo oscuro, primitivo y feroz en sus ojos, un aura helada que le erizaba la piel. Un escalofrío la recorrió, y el pánico se instaló en su pecho como una niebla helada. —Eres muy valiente o muy estúpida, Liora. ¿Qué haces aquí? —. La voz de Ethan era baja, ronca, y cargada de un peligro que parecía morder. Liora apretó los puños con fuerza, tratando de calmar los retortijones en su estómago. Sintiendo que el aire helado se arremolinaba a su alrededor, intensificando el peso de su error. Aunque aún tenía su loba, la conexión con Ethan se sentía lejana, como un eco que se había desvanecido. «El vínculo mágico de súbdito y
Aprovechando que Teresa y su suegra estaban ocupadas cuidando a los bebés, Cloe decidió escabullirse hacia una de las terrazas privadas. En cuanto se aseguró de estar sola, colocó ante sí tres jugosos chuletones y comenzó a comer con un hambre voraz que no lograba desaparecer a pesar de que los bebés ya no estaban en su interior. Sentía un ligero sonrojo al imaginarse cómo podría verse devorando la carne con tanta ansia.—Qué más da, nadie me está viendo —murmuró encogiéndose de hombros.—Aquí estás— resonó una voz detrás de ella. Cloe dio un salto, con un hueso aún en la mano, y giró alarmada. Aria, con uno de los trillizos en brazos, rompió a reír.—¡Señora Aria! ¿Cómo me encontró?—preguntó, ardiendo de vergüenza.—Soy loba, querida, puedo olerte. ¿Acaso lo olvidaste? Aria le lanzó una mirada divertida, mientras Cloe se golpeaba mentalmente la frente.—No debes apenarte— continuó Aria, guiñándole un ojo—. Come todo lo que quieras, nadie aquí te juzgará. Como bien sabes, nosotros
Con una calma que apenas lograba sostener, Cloe, le había entregado el bebé que cargaba a Aria. Luego, sin dudarlo, se adelantó hasta quedar entre Ethan y Morgana, posicionándose como un escudo humano, pequeño pero decidido, que irradiaba una valentía que descolocaba a Morgana, que aun la consideraba humana, ya que Cloe seguía ocultando su poder.—Ethan no está mintiendo— afirmó. —Ese vampiro te engañó. Esta niña estaba encerrada en una especie de laboratorio que le pertenece.Con la niña temblorosa de la mano, Cloe se agachó y, con un gesto suave, pero decidido, le subió las mangas del abrigo.—Observa tú misma— continuó, dirigiendo su mirada hacia Morgana—. Mira las marcas en sus brazos. Ese maldito pálido usaba a esta niña para sus experimentos. Esas criaturas monstruosas que atacaron antes eran su obra. En ese lugar incluso intentaron dañar a mis bebés.La voz de Cloe se quebró ligeramente al final, pero no por debilidad, sino por la intensidad de su indignación. Morgana, que hab
—Confío en ti y en mi madre— respondió Ethan, con tono lleno de convicción y tristeza. —Sé que velarán por él, por todos nuestros hijos.Esas palabras fueron la gota que colmó el vaso. Ya que Cloe, impulsada por el dolor y la rabia, levantó la mano y lo abofeteó. La fuerza del golpe no lo hizo retroceder, pero sí lo dejó incrédulo.—Te quejas de que tu padre te obligó a tomar responsabilidades cuando solo eras un niño, pero ¿qué estás haciendo tú ahora?—le reclamó indignada. —¡No dejaré que mi bebé sea el blanco de todo esto!Ethan abrió la boca para replicar, pero Cloe no le dio la oportunidad. Lo tomó de la mano y lo arrastró hacia la puerta.—Acompáñame.Caminaron en silencio, atravesando el bosque hasta llegar a un claro. Ethan estaba desconcertado.—¿Qué estás haciendo, Cloe?—preguntó, al fin, sin poder ocultar su preocupación.Cloe se detuvo, con los ojos llenos de lágrimas, pero su expresión reflejaba una decisión inquebrantable.—Creo que es momento de que deje de reprimir
Ethan recordó cómo, hace miles de años, la diosa luna lo había condenado, y cómo, desde entonces, había permitido que la oscuridad lo consumiera poco a poco. En aquella vida, con un corazón lleno de odio y resignación, murió luchando contra los demonios, los enemigos de su especie.Ahora, renacido como Ethan, sentía que esa misma oscuridad seguía siendo una sombra en su interior, una marca que no podía borrar. Pensar en ello le hizo sentir que su destino no había cambiado: la muerte parecía ser su única salida.«Es injusto», murmuró para sí mismo, sintiendo un dolor desgarrador. Esta vez, morir cuando había recuperado a su amada era mucho más cruel que su muerte pasada. A pesar de su miedo, sonrió y continuó acercándose a Cloe.—Mi luna, te juro que esa versión de mí jamás sería capaz de dañarte, ni por placer ni por poder. Y sigo siendo el mismo. Lastimarte sería como arrancar mi propio corazón.Cloe sonrió, sintiendo un alivio profundo. Todo comenzaba a aclararse; saber que su amad
Con Cloe a su lado, Ethan sentía que estaba explorando un rincón desconocido de sí mismo, algo que le resultaba tan emocionante como aterrador. Era una parte de sus poderes que nunca había comprendido del todo, un territorio al que apenas había permitido a su alfa supremo asomarse. Siempre había temido liberar esa parte de su ser, la parte más oscura, más primitiva, por el miedo de que pudiera terminar destruyéndolo todo, incluso a aquellos que había jurado proteger.Pero ahora, todo parecía distinto. La presencia de Cloe, ahora en su forma de diosa, lo cambiaba. Durante las pocas veces que había dejado que su bestia se apoderara de él, había sentido cómo la bondad desaparecía, como si se desvaneciera en un abismo de deseos oscuros y sádicos. Con ella, ese abismo se llenaba de luz.—Haz desaparecer de tu mente todo, excepto yo —le pidió con una voz grave, cargada de autoridad, pero también con una vulnerabilidad que apenas podía esconder. Era su lobo hablando, pero también era
Ethan frunció el ceño, cerrando los ojos como si intentara captar algo más allá de ese plano. Entonces las voces se hicieron más claras, susurrando entre la bruma.—¿Dónde está el supremo? —oyó decir a Kael.Ethan soltó un gruñido bajo.—¿Por qué me buscan ahora que estoy ocupado?—murmuró, más para sí mismo que para Cloe.—Hace un rato, sentimos una conexión extraña —dijo Noa hablando con Kael, sin imaginarse que Ethan lo podía escuchar.—Yo también la sentí, es como si el alfa supremo volviera a tener la bendición de la diosa —continuó el beta—. Pero no puedo conectarme con él mentalmente.Cloe observó cómo Ethan comenzaba a caminar en círculos, como una bestia atrapada. Ella lo detuvo tomándolo de la muñeca.—Lobo, no todo es sexo. Vamos, mis bebes esperan por mí.—Solo cuando aparezca sabremos qué ocurrió, pero ahora es necesario encontrarlo.Ethan gruñó más fuerte.—Son muy fastidiosos, de seguro me están buscando para saber qué ocurrió — gruñó con los dientes apretados. —Pero he
—¿La única sin poder aquí soy yo? Ahora me siento como un cachorro sin raza —comentó Teresa, esbozando una sonrisa que intentaba parecer divertida. Sin embargo, su pecho estaba tenso, oprimido por una preocupación que no lograba ignorar, aunque quisiera aparentar lo contrario. Pues se sentía diminuta e inútil, viendo como los demás se preparaban para enfrentar a los enemigos, mientras ella permanecía al margen, escondida.—Tere, no digas tonterías. Para mí eres una de las personas más especiales que habitan en esta manada. Y mira, mis bebés opinan lo mismo —respondió Cloe, acariciando con ternura la mejilla de su bebé mientras lo alimentaba.Aria, a su lado, asintió sonriente, al tiempo que daba ligeros golpecitos en la espalda de la otra pequeña para sacarle los gases. De pronto, cuando Cloe notó a Ethan, a Noa y a Kael caminar decididos por el vestidor. Su expresión cambió. Se puso de pie con rapidez, entregándole al bebé a Teresa.—Cuídalos. El deber de Luna me llama.—¡Pero, Clo