Mason apretó los dientes, y su máscara de calma empezaba a desmoronarse. Su mirada se desvió brevemente hacia Isabella, quien lideraba a los lobos desterrados.—Rey lobo, si quieres que esto acabe antes de empezar, entrégame tu cabeza. Así de simple ponemos fin a esto —propuso Mason, con tono gélido.—Deja de soñar, podrido —gruñó Ethan, dejando que un rugido profundo atravesara el aire. Sus ojos recorrieron a los presentes, buscando un rostro específico—. ¿Dónde está Caleb?Mason soltó una risa burlona, aunque sus ojos ardían de odio.—Ese lobo, como todo perro cobarde, huyó en cuanto vio que debía pelear. Así son ustedes, nunca enfrentan de frente, siempre atacan a traición.—Mira nada más quién lo dice, el vampiro que crea criaturas horrendas para que hagan su trabajo sucio porque no tiene valor para enfrentarse a sus enemigos.Con un simple gesto de su mano, Ethan dio la orden de atacar. Los lobos de su tropa se lanzaron al combate con una rapidez abrumadora, transformándose en
Cloe, mientras tanto, se percató de que las criaturas grotescas eran un peligro que ni siquiera los hechiceros lograban contener. Su expresión se endureció, y el aire a su alrededor comenzó a cambiar. Extendiendo los brazos hacia el cielo, absorbió poder de todos los elementos: el aire, los árboles, la tierra, el cielo, que ahora se oscurecía como presagio de una tormenta divina. Los truenos rugieron y los rayos iluminaron el campo de batalla. Su cuerpo levitó con una majestad imponente, y de sus manos brotó un poder luminoso, aterrador en su intensidad. Era un poder divino, capaz de aplastar a las criaturas abominables como si fueran simples insectos. El espectáculo dejó boquiabiertas a Morgana e Isabella, quienes, por un momento, olvidaron el fragor de la batalla.Isabella, enfrentándose a Kael, se distrajo al ver la destrucción que Cloe desataba. Kael aprovechó el momento, hundiendo sus garras en su costado. Gritando de dolor, Isabella utilizó su velocidad vampírica para huir,
Al caer la noche, todos los miembros de la manada, se encontraban reunidos, en el multiuso, que era el refugio donde, en tiempo de guerras, las mujeres y niños se resguardaban, pero ahora no estaban allí en ese plan, sino celebrando su gran victoria. El retumbar de las carcajadas se mezclaba con el sonido del brindis, y el aroma a carne asada y vino fuerte inundaba cada rincón. Cloe se encontraba allí, rodeada de aquellos que la aceptaban, por fin, no como la humana que alguna vez había sido, sino como la diosa en que se había convertido. Su corazón latía con fuerza, desbordado por la gratitud por ser parte de esta unión y, al mismo tiempo, por la sensación inexplicable de que, a pesar de la victoria, algo seguía faltando.Los niños, esos pequeños y curiosos lobos de espíritu libre, que antes la miraban con desconfianza o mantenían la distancia, ahora la veían con ojos curiosos y sonrisas tímidas. Se acercaban sin miedo, preguntándose en su inocencia si, en verdad, ella era una dio
Todos salieron al aire libre, donde sus esencias se contaban con la naturaleza como seres espirituales. Cada lobo presente se quitó su calzado para sentir la tierra bajo sus pies; estaban ansiosos y emocionados a la vez.Ethan se acercó a su amada luna. —Estás lista —. Le tomó la mano. —Luna, tiene que elegir a diez lobos que serán tus guardianes. Estarán tan vinculados a ti que ellos vivirán tus emociones a flor de piel y te cuidarán con sus propias vidas— le explicó el lobo antiguo que se detuvo ante ella, y ese era el primer hombre que Cloe veía allí que había envejecido. Así que no evitó preguntarse mentalmente cuántos años había vivido ese hombre.—¿Puedo elegir que uno de esos lobos sea Samira?— inquirió Cloe extendiendo una mano hacia Samira que se mantenía alejada.—Luna, usted debe elegir a cada uno de sus guardianes.Todos los presentes observaban a Cloe con expectación y ansiedad, esperando ser elegidos.—Pues, siendo así, quiero que Teresa y Thalia también sean mis guardi
En contraste, Thalía permaneció firme. La pequeña hechicera soportó el proceso con una serenidad que asombró incluso a los lobos más fuertes. No vaciló ni un instante, su esencia pareció armonizar con el poder que recibía, demostrando una fortaleza inesperada que la distinguía entre todos.—Te acepto, manada. Me uno a ustedes, no solo con mi marca, sino con mi alma. Soy de ustedes y ustedes son míos.Con esas palabras, el vínculo se selló, y una oleada de energía recorrió incluso la tierra misma. Las marcas de los guerreros respondieron brillando como luces fugaces en la oscuridad, demostrando que estaban unidos bajo la luz que Cloe representaba.Era como si cada uno de los guerreros, cada una de las almas vinculadas a la manada, se fusionara con su espíritu, aportándole una fuerza y conexión que nunca había imaginado. Y cuando todo se calmó, cuando el resplandor de las marcas comenzó a desvanecerse, Cloe sintió que ya no era solo una mujer, ni solo una diosa. Era el lazo vivo entr
El espacio ancestral que Ethan había creado con la magia divina de Cloe brillaba con una energía que parecía venir de los confines de los tiempos. Dentro de aquel paraíso temporal, ellos experimentaban un remanso de paz, pero Cloe percibía algo más. Aunque Ethan le dedicaba una sonrisa, sus ojos traicionaban una angustia que no podía ocultar.—¿Estás pensando en tu padre?Ethan apretó tanto los puños, que los músculos de sus brazos se tensaron. Y una sonrisa feral se dibujó en su rostro, dejando ver sus colmillos lobunos, afilados.Pues para estar en ese lugar debía estar transformado en alfa supremo.—En este momento olvidemos a Caleb —respondió—. Sé que pronto descubriré la cueva en la que se esconde y pondré fin a esto de una vez por todas.De repente, Ethan rompió la distancia entre ellos. Con un movimiento ágil y firme, la abrazó por la cintura, levantándola del suelo como si no pesara nada. En su forma humana, Cloe ya era mucho más pequeña que él, pero ahora, en su transforma
Cada hendidura del cuerpo de Cloe, se estiraba para darle cabida, enfundándolo como un guante hecho a medida. No había forma de ignorar lo bien que se ajustaban el uno al otro.Ethan se detuvo, afirmando una mano en la cadera de su amada y la otra en su hombro. Mientras su pecho se elevaba y se hundía con grandes rugidos contra su espalda. Ella dirigió su atención hacia los temblorosos muslos de él. Sintiendo que se estaba partiendo en dos y parecía que a él le pasaba lo mismo.El olor tentador de sus pieles inundaba el aire que los rodeaba y se unía al del incienso que perfumaba ese espacio.Ethan metió la mano por debajo de ella, frotándole el clítoris con aquellos enloquecedores círculos a la vez que la penetraba con embestidas largas y acompasadas. La sensación que Cloe estaba viviendo era increíble: notar cómo se estiraba, se encogía. Como aquellas manos apretaban sus caderas y como aquellos labios succionaban su piel sin que las bombeadas con precisiones expertas se detuvier
Cloe no podía estar más feliz. Una sonrisa tonta adornaba sus labios mientras sentía los fuertes brazos de Ethan aferrados a su cuerpo, como si temiera que pudiera escaparse incluso en sus sueños. Él dormía profundamente, acariciando con la respiración cálida, el delicado arco de su cuello, enviándole un escalofrío reconfortante que la hacía sentirse protegida.Con cuidado, comenzó a deslizarse fuera de la "jaula" que Ethan había formado con sus brazos. Mirándolo con ternura y urgencia, temerosa de despertarlo. Cuando finalmente logró liberarse, salió corriendo al baño, sintiendo una risa suave escaparse de sus labios.De pie, frente al inodoro, dejó escapar un suspiro de alivio mientras calmaba su vejiga.—Ufff, qué rico… —murmuró para sí misma, con una sonrisa adormilada.Estaba tan agotada después de haber pasado la madrugada en vela, que decidió que aprovecharía para dormir un poco más mientras los bebés seguían descansando. Sin embargo, apenas había dado tres pasos fuera del b