El espacio donde se encontraba encerrado Robin, era oscuro y opresivo; un lugar donde el tiempo no existía más que como una tortura prolongada. Robin, o lo que quedaba de él, estaba sentado en el suelo frío y sucio. Mientras sus enormes garras deformadas raspaban el concreto, creando un sonido desesperante y constante, como si quisiera desgarrar la misma realidad que lo mantenía prisionero.No tenía otro entretenimiento. Día tras día, noche tras noche, las paredes de metal reflejaban su figura grotesca y retorcida, como si fuera un recordatorio cruel de lo que alguna vez había sido. Su cuerpo no había cambiado nada, seguía siendo una amalgama de monstruosidad y desesperanza. Deseaba morir. Lo pensaba cada segundo, pero no tenía el valor para acabar con su propia existencia. Y aun así, la idea de seguir viviendo en ese estado le resultaba aún más insoportable. Había aceptado un plan insensato, un trato con la locura misma, y ahora pagaba el precio.—Se supone que yo no amaba a Cloe..
El silencio que siguió fue tan denso que podría cortarse con un cuchillo. Y Vadim, con una calma desconcertante, fijó su mirada en Cloe, quien seguía temblando. La observó por unos momentos antes de desviar su atención hacia Mason.—Aunque esta reunión fue planificada para comprobar la unión entre el rey lobo y su compañera, dejaré que hagas tu denuncia.Sin vacilar, el gobernante de los vampiros, continuó:—Como decía, quiero anunciar que el rey de los lobos es el creador de esas criaturas grotescas y deformes que han estado atacando nuestro territorio.Todos los ojos se volvieron hacia Ethan, y un brillo de ironía cruzó su rostro. Se carcajeó, encontrando risible la acusación que se le hacía.Pero no sabía aún que este simple gesto podría ser lo que desataría una tormenta mucho más grande de lo que imaginaba.—¿Y qué pruebas tienes para demostrar que tu acusación es real? —preguntó Vadim, con una calma helada, mientras sus ojos clavaban su mirada en Mason, quien no titubeó ni un in
Cloe giró la cara.—Claramente, esta mujer no dirá nada. Ella está bajo la influencia del rey pulgoso —bramó Mason como si odiara que Robin se saliera del guion ensayado.Ethan giró hacia Vadim.—Trata de leerle la mente a esta cosa para que veas que está mintiendo —le pidió con un tono de urgencia. Vadim, que había permanecido en silencio, asintió y se acercó a Robin.Con un gesto de asco, colocó sus manos en las sienes de Robin, y su poder comenzó a emanar de él, buscando adentrarse en la mente del monstruo. Pero algo extraño sucedió. Vadim se tensó, tratando de penetrar la mente de Robin, pero su poder no podía penetrar. Como si una muralla invisible hubiera sido erigida.Vadim frunció el ceño, desconcertado, mientras su poder seguía chocando contra esa barrera inexplicable. Al final, se apartó, con el rostro pálido de disgusto.—Este no es un ser sobrenatural… —dijo Vadim, como si el simple hecho de tocar la mente de Robin le repugnara. Y fue en ese momento en que comprendió l
Ya en casa, Cloe se acurrucó sobre el pecho de Ethan, como si el mundo entero desapareciera entre los latidos de su corazón. Sus dedos dibujaban círculos delicados sobre su piel, como si quisiera grabar cada curva, cada línea de su cuerpo en su memoria, como quien aprecia una obra de arte con una devoción casi reverente. Mientras lo miraba a la cara, sus ojos reflejaban una profunda curiosidad que no podía evitar esconder.— Cuéntame, por favor. — La voz de Cloe tembló, suave, pero llena de insistencia. — ¿Qué castigo te impuso ese ser... Vadim?Con una calma inquebrantable, Ethan, bajó la mirada hacia ella. Los ojos de Cloe se encontraron con los suyos, y en ese instante, la sonrisa de Ethan iluminó su semblante y aceleró los latidos de su corazón. Era un gesto tan sutil, tan lleno de seguridad, que Cloe sintió que el aire le faltaba.— No tienes que preocuparte por eso. Lo único que importa ahora es que Vadim se olvidó por completo de la debilidad de nuestro vínculo.Ethan acarici
El dolor era insoportable. Ethan no podía ni hablar, cada músculo de su cuerpo estaba sumido en una agonía que ni siquiera un lobo podría soportar sin perder la cordura. Las articulaciones crujían, y su carne ardía como si estuviera sumergido en aceite hirviendo. —Muérdeme, ten un poco de mi sangre para que estés mejor—propuso ella pensando que se trataba de la sustancia tóxica que hacía a Ethan transformarse en esa criatura espeluznante.Ferus, dentro de él, luchaba por salir, ansioso por liberarse de la jaula humana que lo mantenía cautivo.Cloe observaba horrorizada cómo las facciones de Ethan comenzaban a transformarse, cómo su rostro de hombre se mezclaba con el de Ferus. En segundos, la metamorfosis era casi completa, y lo que antes había sido su amado, ahora parecía algo completamente ajeno, grotesco. Era el mismo ser, pero también era otro, y esa dualidad la desconcertaba, la hacía sentir impotente.Ethan sabía lo que pasaba. Reconocía la maldición que Vadim había invocado
Isabella, aún arrodillada, maldijo una y mil veces internamente, pues Cloe la ignoraba a propósito, y eso la hacía sentir más patética al estar esperando por el perdón de un ser más inferior a ella.Pero respiró profundamente y se consoló pensando que pronto podría desquitarse todo; solo debía seguir con el pedido de Caleb. Así que se mordió la lengua fuertemente hasta que se obligó a arrastrarse más hacia Cloe, y agarró sus manos, viendo cómo Cloe la fulminaba con la mirada.Cloe intentó jalar la mano que Isabella le tenía agarrada, pero Isabella se lo impidió mostrándose deplorable.—Luna, no me ignore, por favor —suplicó en un sollozo que convencía a Ethan, pero no a Cloe.—Vamos, mi luna, Isabella está arrepentida y también entendió que, si repite el mismo error, morirá bajo mis garras —intervino Ethan antes de dejarle un beso suave en el hombro a Cloe, quien todavía permanecía sobre su regazo.Isabella se tensó, no solo por lo cariñoso que se mostraba Ethan, sino por la amenaza.
Ya había caído la tarde cuando Ethan se encontraba en su salón privado, revisando un informe sobre un preocupante desvío de producción en una de sus empresas en Alemania. Aunque aquella filial era administrada por uno de sus alfas más competentes, Ethan no delegaba la supervisión total, realizando una inspección minuciosa al menos una vez al año. Esto le permitía evitar quiebras o pérdidas que pudieran afectar su territorio y, sobre todo, su reputación como Supremo.(Supremo, varios líderes de especies están aquí. Piden verlo con urgencia). La voz grave de un custodio resonó en su mente a través del vínculo mental.Ethan se detuvo, dejando el informe en la mesa de madera pulida. A su lado, Noa y Kael intercambiaron una mirada cargada de preocupación.—Esto no es normal—murmuró Kael, ajustando su postura como si esperara órdenes inmediatas.—Definitivamente, no lo es—respondió Ethan mientras se ponía de pie. Su mirada, que pasó de gris a dorada como el sol en un día furioso, estaba fi
El tono de Ethan era cortante, y el peso de sus palabras hizo que algunos de los presentes se removieran incómodos. Fue entonces cuando uno de los gobernantes tomó la palabra.—Como sabes, el creador de esas criaturas grotescas ha enviado sus experimentos contra nuestras especies. Varios de los nuestros han resultado heridos y, lo que es peor, se están convirtiendo en esas abominaciones. En cuestión de días, terminan muriendo. Hemos descubierto que una sustancia está causando estas transformaciones, pero lo que nos desconcierta es cómo algo tan simple puede matar a un ser inmortal. Sin embargo, hay una posible solución… —hizo una pausa, mirando directamente a Cloe—. Es la sangre de tu luna.La declaración cayó como un trueno en la habitación. Ethan, con un movimiento brusco, golpeó la mesa frente a él, partiéndola en dos. Se puso de pie, dejando ver como sus ojos brillaban con la intensidad dorada de su lobo interno.—¿Qué demonios están insinuando? —rugió, reverberando en toda la es