Las puertas de la cabaña del alfa Gregor se abrieron de golpe, sacudidas por la fuerza brutal con la que Mairen irrumpió en el interior. Su respiración era pesada, sus ojos chisporroteaban de cólera y sus manos temblaban por el susto vivido. Sin dudarlo, tomó uno de los objetos decorativos de la sala y lo estampó contra la pared con un estruendo seco que hizo retumbar la habitación.—¡Gregor! —bramó con un grito que parecía un rugido—. ¡Déjate de juegos y dame la cara, maldito!En la oficina contigua, Gregor estaba en medio de una llamada con su abogado, tratando de encontrar una solución al problema que Ronald le había puesto en bandeja de plata, y levantó la cabeza al escuchar su nombre vociferado con tal ira que lo obligó a fruncir el ceño.Maldijo internamente y se pasó la mano por el rostro con exasperación.—Mierda...Ewan, su beta, también lo había escuchado y cruzó una mirada con él. Sin decir nada, ambos se levantaron de inmediato y se dirigieron hacia el salón. Lo que enco
Elyria respiraba agitada y furiosa, sus manos temblaban por la rabia contenida mientras esperaba una respuesta de Gregor. Pero él solo la contemplaba, con esos ojos dorados encendidos por su lobo interno, los cuales tenían un brillo salvaje que parecía devorarla entera.—Sabes que tengo razón —su voz tembló de indignación—. La primera vez que me rescataste en el bosque, pensé que eras diferente… Creí que valorabas todas las vidas, sin importar si éramos humanos o seres sobrenaturales, pero me equivoqué.Gregor cerró los puños, pero no dijo nada.—Esto es lo que necesitaba para dejar de aferrarme a falsas ilusiones, para que deje de idealizarte —murmuró Elyria con una tristeza desgarradora—. Es momento de que vuelva a mi hogar.Dio media vuelta con la intención de alejarse, mientras se decía que nada la iba a detener, que iba a empacar para largarse de esa manada, pero no alcanzó a dar ni dos pasos cuando una mano fuerte la atrapó de la muñeca y la jaló con fuerza.Elyria apenas tuvo t
20 minutos antes.El sol apenas comenzaba a filtrarse por las altas ventanas cuando Mairen despertó con una sonrisa de satisfacción en su rostro. No podía recordar la última vez que había estado de tan buen humor. La idea de que Elyria estuviera muerta le llenaba de un placer indescriptible, casi embriagador.«Por fin… por fin me deshice de esa princesa insignificante», susurró para sí misma, estirándose perezosamente sobre las suaves sábanas de seda.Se giró con aire despreocupado, aferrándose a las colchas con un ronroneo de satisfacción, como un gato que acababa de adueñarse del mejor rincón de la casa.—Ya me encargaré de llamar al alfa supremo para darle la mala noticia —murmuró con una sonrisa pérfida—. Tendré que inventar una historia muy convincente… algo que suene creíble, y trágico…—¡Oh, señor! ¡Fue un accidente terrible! ¡Pobre Elyria! Hice todo lo posible por protegerla, pero fui una guardiana terrible, no la cuidé como debía… La carcajada desquiciada que escapó de sus
Minutos después:El olor a madera vieja y humedad impregnaba la cabaña, mezclándose con el leve aroma metálico de la sangre. Elyria estaba atada a un poste de madera, con las muñecas enrojecidas por la fricción de las cuerdas. Intentó concentrarse, forzando su cuerpo a canalizar el poder que los brazaletes contensores no retenían del todo, pero nada sucedió. La impotencia la consumía.Un golpe le hizo ladear el rostro. Luego otro. No eran golpes para matarla, pero sí lo suficientemente fuertes para hacerle arder la piel. Sus ojos brillaban con una furia oscura mientras los dos lobos la miraban con indiferencia.—Golpear a un humano es como jugar con arcilla… son tan frágiles. No es agradable —murmuró uno de ellos, retrocediendo con una mueca de desagrado.Elyria escupió sangre al suelo, levantando la mirada con una sonrisa torcida. —Cobardes. Los mataré en cuanto pueda.— ¿Cómo piensas hacer eso? ¿Con un cuchillo de cocina? — se burló uno de ellos, provocando la risa de su compañe
Continuación:—¿Y a tu madre qué le harás? —susurró Elyria, inclinándose sobre el escritorio con una sonrisa que no alcanzaba a tocar sus ojos.Gregor la observó con el entrecejo fruncido.—¿A mi madre…?— preguntó, sin comprender a qué se refería Elyria. —Sí. A ella —Elyria ladeó la cabeza—. Porque hace poco hizo que unos lobos me golpearan. ¿No deberías castigarla?Gregor apoyó ambas manos en el escritorio, con tanta fuerza que sus nudillos se tornaron blancos por furia.—Pero yo no te veo golpeada.Elyria dejó escapar una risa seca, casi burlona.—Obviamente no. Después de que me torturaron, Mairen usó su poder de sanación —explicó ella, cruzándose de brazos—. Pero eso no borra lo que pasó.Gregor agudizó su olfato, buscando cualquier rastro que confirmara su declaración. Y ahí estaba… la esencia de Mairen impregnada en su piel. Un fuego denso y sofocante que no podía controlar, ardió en su pecho. Se irguió lentamente, mientras su mirada se tornaba oscura, y letal.—¿Te golpearo
A pesar de que habían pasado horas desde el incidente, Mairen seguía ardiendo de furia.La rabia le carcomía el pecho como un fuego inextinguible, avivándose con cada recuerdo de como Gregor la había pisoteado por culpa de la princesa. Y su impotencia era tan grande que más de la mitad de la ropa de Elyria yacía hecha trizas en el suelo, reducida a jirones irreconocibles.Unos golpes en la puerta la interrumpieron. Con un último resoplido, dejó caer las tijeras a un lado.Entrecerró los ojos y avanzó con paso firme, convencida de que Elyria estaba allí para echarla una vez más, para restregarle en la cara que aquella era su habitación y que no tenía cabida en ella.Pero al abrir la puerta y encontrarse con una sirvienta, su expresión se suavizó apenas. Aun así, no se molestó en reprimir una mueca de desprecio mientras se apoyaba contra el marco, observando a la mujer con desdén y aburrimiento.«Supongo que esa princesa inútil ya no vendrá a imponer su presencia… Seguro que ahora está
Elyria, que había intentado salir de la manada para buscar su teléfono en el bosque, regresó derrotada, sintiendo la frustración arder en su pecho como un fuego sofocante, ya que los lobos que custodiaban la barrera se lo impidieron.Pues resulta que Gregor había dado órdenes tajantes de no permitirle salir bajo ninguna circunstancia.—¿Qué le pasa a ese idiota?Cada músculo de su cuerpo temblaba de furia mientras avanzaba a grandes zancadas hacia la oficina de Gregor.Al llegar, intentó abrir la puerta de golpe, pero antes de que su mano siquiera tocara el picaporte, Ewan se interpuso en su camino.La miró con su eterna expresión de calma pétrea, pero con sus ojos de color amarillo profundo, fijos en los de ella.—El alfa no quiere recibirte ahora. Dijo que más tarde irá por ti.Elyria soltó una risa seca.—¡Esto es ridículo! ¡Hace horas me defendió como una madre a su cachorro, y ahora no solo me pone límites, sino que dice no querer verme! —gruñó, intentando empujarlo, pero el beta
La voz de la loba de Elyria resonó en su mente como si apenas fuera un susurro entre la bruma de su conciencia.Pero antes de que pudiera entender el mensaje, un dolor lacerante la arrancó de su conexión. Las runas de las pulseras brillaron con un resplandor incandescente, consumiendo la energía de Elyria y cerrando brutalmente la puerta a su loba. Sintió como si le arrancaran el alma. Un vacío frío y cruel se instaló en su pecho, sofocándola, dejándola sin aliento.—¡Emy! ¡No, no te vayas! —gritó con desesperación, y con voz quebrada mientras caía de rodillas.Durante su sufrimiento, Elyria no observó que Mairen se había recuperado, aunque se encontraba apoyada en la pared, y jadeaba, con el ojo izquierdo inservible, teñido de un color opaco y muerto, no pretendía quedarse sin hacer nada.Mairen sabiendo que enfrentar a Elyria era un acto tonto, decidió usar su as bajo la manga.«Mediré el poder y fuerza de esta desgraciada con mi ratón de prueba, haré que la debilite y luego le ar