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Lara no pudo evitar quedarse profundamente dormida el resto del viaje a pesar de que quería estar pendiente de todos los movimientos de la otra loba intrusa, pero había cierto personaje en su panza que no ayudaba con la situación y la mantenía agotada. Ni siquiera abrió los ojos cuando Mathew la llamó casi a medianoche para un bocadillo pues faltaban horas para llegar a la manada. Solo se acurrucó más hacia él y continuó con su sueño intentando recuperar sus energías.

Tampoco lo hizo cuando el carruaje se detuvo por fin, apenas a dos horas de que amaneciera y comenzaron las voces a su alrededor, ni cuando el alfa la sacó cargada, la llevó hacia la habitación, le quitó las cargadas prendas sobre su ropa y la tapó con la gruesa colcha. Nada hizo que Lara recobrara el sentido y de cierta forma Mathew se preocupó, pero Byron y el médico, después de comprobarla, solo habían dictado que el estrés y el viaje la habían agotado demasiado.

Eso al menos hizo que el alfa respirara aliviado, pero
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