Dónde está Priscila

Layan sintió que la respiración se le quedó atorada en su garganta.

-PRISCILAAAAAA- gritó poniéndose en el borde del barranco y mirando hacia abajo. 

Esa era una caída grande, peligrosa y sin posibilidades de volver. O dios, o dios. Priscila, su Priscila. Si solo hubiera estado más atento. Demonios. No, no podía quedarse allí simplemente mirando.

Priscila era fuerte, no moriría simplemente por eso  ¿verdad? 

Además ese lobo que la había lanzado no podía ser quien creía. No, no, no.

La respiración se le volvió agitada pero aun así no lo pensó y sin pensarlo buscó la forma de bajar por el barranco para encontrar a unos metros una depresión de las rocas que le ayudarían a descender sin romperse el pescuezo en ello.

-Espérame Priscila- Layan se estaba volviendo loco. No le importaba nada que no fuera salvar a su loba. Si lo solo hubiera atendido más. Si solo no la hubiera dejado de atender por esos segundos.

¿Por qué cada vez que le quitaba los ojos d
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