Pero eso no había pasado. Seguía sin aceptar el hecho de que existía la posibilidad de jamás verlo de nuevo, en mi mente debíamos vernos una vez más. Solo que no así. Aquí.
Me envolví en una coraza de realidad para evitar desilusionarme, porque debido a la ingenuidad me había lastimado yo sola. Estaba feliz de verlo, pero primero debía de saber qué quería, pero eso no evitó que mi sonrisa fuera grande y genuina, él solo esbozó una pequeña sonrisa, como si no quisiera demostrar que se alegraba de verme. Y eso dolió.
—A que tardaste en recordar a esta belleza —dije señalándome con actitud juguetona, pero seductora, él suspiró—. Nuevo año, nueva yo.
—No creas que no me da gusto verte bien y completa —quise tomar su comentario como un cumplido—. Pero creí que serías más responsable.
El malhumor se posicionó sobre mi cabeza.
—Y yo que me estaba alegrando de verte.
Nunca había fumado, desconocía el sabor y la sensación de hacerlo, pero cuando vi la cajetilla abierta, pensé que estaría bien tomar uno y más si debía soportar un discurso sobre la sensatez. Tal vez me viera como toda una malota, tal vez me viera un poco interesante.
—No sabía que fumabas.
Lo ignoré, tomé el encendedor de la mesa y prendí el cigarro sin detenerme a pensar mucho en qué hacer a continuación. Inhalé profundamente y tragué el humo, sin embargo, me provocó tal picazón, que comencé a toser como para expulsar mi pulmón.
—Creo que no lo haces.
El idiota se miraba divertido y sonrió. Se veía como el Lucas de antaño, el que era antes de que cometiera el error de confesarle mi amor y aquel que sabía cómo darle luz a mi vida.
—Búrlate —dije irritada—. Pero al menos dime qué quieres.
—La luna, Vi —dejé pasar el apodo—. Es luna de sangre.
Me congelé en el asiento. La luna de sangre ocurría con poca frecuencia, tampoco es que fuera tan rara, pero sí podías vivir un rato sin preocuparte por ella. Así que no me había molestado en revisar el calendario y no me había enterado.
Luna de sangre igual a baño de sangre.
Mi hermano y yo sabíamos que durante el primer día de una fase de luna no había que salir y siempre trataba de mantener ocupadas a mis amigas esos días para evitar que les ocurriera algo, pero no me asustaba. Lo que me asustaba era que estábamos afuera y en cuánto dieran las doce, las siete razas (ocho si es que los dragones sí existían), saldrían a cazar.
Y aún con fuerzas diezmadas, cualquiera de ellos era más fuerte que la mayoría de los humanos.
—¿Y qué haces aquí? —pregunté casi sin respiración—. Deberías estar preparándote para matar místicos.
—Tenía que avisarte, ya se me hacía raro que estuvieras al exterior.
Una parte de mí quería sentirse ofendida por el hecho de que me mantuviera así de vigilada. La otra parte de mí se sentía soñada porque le importaba lo suficiente como para venir a avisarme antes de cumplir con sus obligaciones de montero. El sentimiento que nunca se esfumó recobró fuerza, yo lo amaba, lo seguía amando.
Me incliné hacia él, iba a besarlo, solo un roce, pero entonces apartó la mirada y se apartó de mí. Fue solo un reflejo, duró apenas un segundo, pero su mirada se dirigió hacia el exterior. En ese momento deseé no haber volteado porque el ver a Siena recargada en un poste tan hermosa como si no estuviera lista para matar místicos me destrozó de una manera que jamás creí que podría.
Ella ni siquiera estaba volteando para acá.
No necesitaba tener un coeficiente intelectual por arriba del promedio para darme cuenta de que ellos dos tenían algo, no por nada Lucas la volteó a ver cuando estuve por besarlo.
Cuando lo miré, sentí un odio que jamás podría definir, mi cabeza punzaba y la traición se clavaba con fuerza en mi interior ¿Con ella? ¿Por qué con ella? Quería llorar, me sentí tan destrozada que apenas podía respirar.
—Vi… Escucha, no es lo que piensas…
—¿No estás con ella?
Él apartó la mirada, una pizca de culpa en su mirada.
—Bien, sí es lo que piensas, pero…
—¿Por qué con ella?
Mi voz era veneno puro, imaginé que mi expresión era asesina, pues Lucas se alejó un par de centímetros. Tenía tantas ganas de golpearlo, de gritarle, de hacerle sufrir tanto como yo estaba sufriendo.
—No creo que haya una razón específica, solo pasó —se encogió de hombros—. Escucha, Vi…
En cuánto oí el apodo, no pude más. En aquel momento se abrió una grieta en mi interior que jamás se podría cerrar, un profundo dolor se acomodó en mi interior y supe que se quedaría ahí para siempre. Verlo era profundamente doloroso porque lo tenía tan cerca, pero un abismo nos separaba, el nudo en mi garganta se apretó y tuve que apartar la mirada para obligarme a no llorar.
Después de unos segundos, me armé de valor y pude hablar.
—No me llames así —siseé mientras me acercaba a él—. A partir de ahora, para mí no existes. Esto de aquí —me quité la pulsera que guardaba el rastreador—, se puede ir a la chingada. Tú y yo no somos familia Lucas, tú y yo no somos una m****a. No me hables jamás, no me busques de nuevo —su expresión fue neutral y eso dolió más, pues mientras yo moría por dentro, él solo pasaba un mal rato—. Porque si te vuelvo a ver te voy a matar, te voy a hacer sufrir tanto como yo estoy sufriendo y vas a desear haber muerto con tu hermana en lugar de haberte escondido en esa maleta de m****a.
A pesar de las discusiones que alguna vez tuvimos, jamás utilicé los sucesos de la muerte de su familia para herirlo, por muy enojada que estuviera jamás crucé esa línea. En ese momento ni siquiera me sentí mal o culpable, solo quería lastimarlo tal como él me lastimó a mí. Tiré la pulsera al suelo y de un solo pisotón la rompí, incluido el rastreador.
Lo dejé solo en la mesa y me fui a unir a Jossy en la pista. Un tipo desconocido se acercó a bailar conmigo y lo dejé, cuando intentó besarme no me aparté y me dejé llevar por una sublevación desconocida.
Bebí, fumé, bailé y finalmente perdí mi virginidad con un imbécil desconocido a quien no recordaría más tarde y m*****a sea, se sintió tan bien.
La luna de sangre se podía ir a la m****a, cualquier fase lunar podía irse a la m****a. Jamás me encontré con místicos a pesar de que algunas veces buscaba encuentros para desahogar tanta ira.
Aquel día me liberé y me convertí en una versión de mí de la que no estaba orgullosa, pero me daba fuerza para salir adelante y seguir bien. Me dolía como el infierno que Lucas no me eligiera, él tenía todo el derecho a amar a quién fuera con la magnitud que él quisiera, pero que fuera Siena era un suplicio.
Ella no merecía mi odio, pero no existía forma alguna de evitarlo. Sin tan solo Lucas no la hubiese llevado, seguiría en la ignorancia.
A partir de ahí todo se resumió en alcohol, tabaco, drogas y sexo. Tirarme a los excesos fue la mejor decisión que había tomado desde que dejé a los monteros atrás. Me ayudaba a concentrarme solo en mí, a olvidar todo lo que me dolía, a buscar únicamente placer.
Jossy y yo hicimos buen equipo, tanto que en algún momento Dani no pudo más y se alejó de nosotras. Mi hermano se hartaba cada vez más de mí, sus regaños se hacían más frecuentes hasta que un día simplemente no pudo más. El hecho de que me echara de su casa fue lo que necesité para caer hasta el fondo, pero incluso ahí me sentía bien.
Cuando contraje VIH debí haber aprendido la lección, pero la realidad fue que lejos de sentirme asustada, me sentí aliviada porque tal vez podría morir. No tenía el valor de matarme a mí misma en un solo acto, pero lo hacía lentamente a diario.
Era un fracaso, una vergüenza, pero estaba bien, lo había aceptado, estar en el fondo era cómodo de alguna u otra forma. Lo mejor era que no sentía y no sentir era el mejor alivio que podía tener.
ActualidadAmo a mi hermano, en serio lo hago, es la persona a quien más valoro en el mundo, pero eso no impide que me enoje con él por no querer darme el dinero que me corresponde por herencia. Carajo, así como él tuvo todo el derecho de reclamar su cuenta en el banco, yo también tengo el derecho de hacerlo. Y lo que más me enoja es que me lo estuvo ocultando por mucho tiempo.De haber sabido que tenía una cuenta bancaria a mi nombre con una cantidad que, si bien no era tan cuantiosa como para no hacer nada toda mi vida, pero era lo suficientemente grande como para sacarme de algún apuro como en el que estoy ahorita, las cosas serían muy diferentes.—Tienes que darme la información completa —digo a través del teléfono—. Necesito el dinero urgentemente. Me pertenece.—Claro que te lo voy a dar —replica enfadado—. Pero hasta que estés limpia. No voy a permitir que con el dinero que te dejaron mis papás te de una sobredosis.La verdad no entiendo cómo es que mis padres no cancelaron esa
Me hallo flotando a la deriva, todo a mi alrededor es negro, pero no tengo miedo, más bien me relajo. La temperatura es agradable, siento cosquilleos en mi piel que me dicen que no hay razón para preocuparse. Y además está el sonido; es rítmico y agradable, tranquilo. Es como si algo rozara con…Una dura sacudida me devuelve a la realidad y me obliga a abrir los ojos.—Por dios, qué horror —mi hermano me mira con lástima—. Deberías verte.—Tampoco es como que tú seas el príncipe azul cuando te acabas de despertar.Al incorporarme, la cabeza me duele como los mil demonios. Suelto un quejido y la sostengo con ambas manos.—No me refiero a eso.Sé perfectamente a lo que se refiere.—Tuve el sueño más pendejo del mundo —dije lentamente—. El hijo de puta de Lucas estaba en Silex, se veía tan cogible como siempre, pero te juro que lo quise matar —el dolor aminora por momentos—. Ya superé al cabrón, no lo tocaría, aunque fuera tu salvación —suspiro—. Tuve que odiarlo para superarlo, ¿qué tal
Sé lo que va a pasar a continuación: Seré obligada a lo que sea que Lucas esté planeando, pues dudo que viniera nada más a dar la mala noticia, además, Karim tiene un brillo extraño en la mirada, algo está ocultando. Lo que sea que hayan planeado, no puede ser bueno porque Lucas no es alguien de fiar y definitivamente tiene la capacidad de obligar a mi hermano a lo que sea. Y en teoría a mí también, la diferencia es que yo no me dejaré tan fácil.—Muy triste y todo —bostezo y toco el agua, está tibia—. Pero debo llegar a la escuela de mierda, tengo examen y por muy poco preparada que esté, quiero presentarlo.—Viviana ¿no oíste? —su tono empieza a irritarme— ¡Papá fue asesinado!Y claro que me impacta, incluso me duele a pesar de que me reprocharan la decisión de irme en lugar de apoyarme. Siempre intenté llevarme bien con él, a pesar de que me exigía en exceso algo que ningún padre le desearía a su hija. Siempre he pensado que ser hijo de monteros es una mierda porque no te dan la de
Rigo es un imbécil, siempre lo ha sido y siempre lo será, ya está escrito en su destino, pero fuera de todo, es una persona agradable en lo más profundo de él. En cuanto llego pidiéndole ayuda, me deja estar en su casa sin ningún problema, incluso me da un par de porros de marihuana por cuenta de la casa. Ese es el maldito mejor lugar en dado caso de que se quiera escapar de los problemas… Incluyendo a la policía.—Te digo, bro —está más ebrio que una cuba—. Hay que ver todo como un todo, nada importa, al final vamos a morir.—Es mentira en parte —aporta una chica de cabello azul—. Mientras vivamos, importa, porque las acciones repercuten en el futuro o el ahora.Da una calada de su porro y exhala relajada, el aroma invade mis fosas nasales. Parte del haber dejado de fumar fue el olor, es casi insoportable, además, solo provocaba que me riera como estúpida y que reflexionara de más. Aún así, una parte de mi extrañaba esta sensación de relajación. Este instante en que nada me importa
Corro al automóvil y el caos se forma. Oigo los gritos de Rigo y los demás, alguien dice mi nombre, no reconozco la voz. Una bala de directo a un arbusto, otra va a parar a la puerta del automóvil y entonces es cuando noto lo raro: La bala se evapora en cuánto toca el metal, ni siquiera sufrió una abolladura ¿Qué mierda? Ese segundo de confusión es lo suficiente para distraerme, Lucas llega a mí en menos de cinco segundos quedo inmovilizada.Pone un trozo de servilleta en mi nariz y aspiro un aroma hermoso a lavanda con jazmín. En menos de dos segundos me quedo inmóvil. No inconsciente, no dormida, no desmayada, solo inmóvil. Puedo ver todo y sentir todo, pero es imposible hablar o moverme, empiezo a entrar en pánico, no entiendo qué está pasando.—No te asustes, solo estarás así por unas cuántas horas —explica Lucas mientras me carga—. Volverás a la normalidad. Ahora, Vi, nos vamos. No quería hacer esto por las malas, pero no me dejaste opción.Puedo contestarle que se vaya a la mier
Josué me ayuda a desempacar, aunque fue en contra de mi voluntad, pues yo no tenía planeado desempacar un solo calcetín, pues no traía gran cosa empezando porque ni siquiera hice yo mi maleta. Al ver el vestido que Karim eligió para mí, debo contener una risita, ese trozo de tela no es más que un trapo que tenía años de vivir en lo más profundo de mi clóset. Es bonito, no lo voy a negar, pero ni de broma me va a quedar.Para mal, he perdido muchísimo peso. El preferir gastar dinero para drogarme que para comer ha cobrado su precio y a pesar de que nunca tuve un cuerpo de ensueño, solía sentirme dentro de un cuerpo normal. Ahora, gracias a mis vicios, soy tan delgada que a simple vista pareciera que cualquiera podría quebrarme en dos con tal facilidad como si estuviera hecha de pan. Además, mis escasas curvas desaparecieron y la carne sobre mis huesos es escasa.No me veo tan mal como otras personas, pues he conocido drogadictos que son casi esqueléticos, con tantas lesiones y enfermed
—Preguntas hasta el final —Josué continúa—. Ellos mismos se hacen llamar dioses, el primer ataque fue hace un par de meses, Betsabé, la de tierra, hizo que se derrumbara una colina y hubo varios muertos. Algunos monteros fueron a revisar creyendo que se trataba de algún dragón o algo así. Pero de la expedición solo volvió uno; lo dejaron vivo como mensajero y el pobre dijo que estábamos perdidos.—¿Y qué dijo la diosa?—Que nos preparáramos para la guerra.—No entiendo, ¿son dioses cómo los dioses griegos? —pregunto incrédula—. Porque si son inmortales…O poderosos. O ambos, estamos perdidos.Josué se rasca la cabeza, luce incómodo.—No sabemos —hace una mueca—. Aparecieron hace dos meses, ni siquiera los más viejos saben algo. Solo hemos visto a dos, la verdad sí da miedo si quiera ver al tercero.—¿Cómo son? —una arruga aparece en la frente de Karim, siempre que está concentrado se ve así.—Pues… Raros —suspira—. Por suerte no he visto a uno en persona, pero Ari… Una amiga le tomó fo
Mamá no parece muy triste con la muerte de mi padre.Siempre tuve una impresión de ellos diferente a la que ahora estoy entreviendo. Nunca fueron sumamente cariñosos, no se tomaban de la mano y no se besaban frente a nosotros, pero siempre demostraron que se importaban con acciones. Se apoyaban, se unían cuando algo iba en contra de sus ideales o pensamientos y, sobre todo, se respetaban. Era un amor poco visto en las típicas películas cliché que tanto amaba ver cuando me sentía triste y agobiada.En aquel entonces llegué a creer que, si alguno moría a manos de los místicos, el otro sufriría desgarradoramente y su dolor sería tan atroz que no podrían descansar hasta cobrar venganza. Que jamás podrían volver a amar o interesarse en alguien porque eran el uno para el otro. Pero al parecer solo eran imaginaciones de una chica ingenua que ansiaba vivir en una burbuja color de rosa, pues al ver a mi mamá coqueteando ceñida en su vestido negro ajustado es todo lo que necesito para saber que