Capítulo 95

La sensación recorre la totalidad de mi cuerpo mientras intento no entrar en pánico. Arlen nota que algo me ocurre, pues da un paso hacia mí, pero alzo una mano para darle a entender que necesito espacio mientras retrocedo otro paso. Me concentro en respirar y mentalizarme de que este dolor no es mío, que el sentimiento proviene del loco dragón y sus tonterías. No, sentimiento no, la emoción. Ellos no tienen sentimientos.

Y la dura pedrada de la realidad me cae de golpe en el estómago.

—Viviana Munguía —Ivonne se acerca con cinco monteros armados hasta los dientes—. Es hora de cumplir lo pactado.

Concentrarme en algo más que no sea el hechicero es el antídoto perfecto para el enojo o furia o lo que sea que sintió Xiw, pues de pronto se evapora la sensación y recupero la compostura.

—Sí, vamos.

Como una persona grosera y cobarde ignoro a Arlen quien me observa visiblemente preocupado, pero agradezco que no se entrometa y no pregunte. Desecho la necesidad de voltear a verlo una vez más
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