Tres años antes
Exactamente un año atrás había logrado entrar a la universidad. Y no era híbrida o virtual como estaba acostumbrada, si no presencial con edificios hermosos, aulas de todo tipo, compañeros variados y laboratorios increíbles.
Mi hermano fue quien me convenció de intentar entrar a una universidad, pues mi plan original era quedarme acostada mientras me retorcía en mi propia miseria y esperaba a que milagrosamente mis problemas desaparecieran.
—Está bien llorar y remojarse en el fracaso durante un rato —me había dicho Karim muy serio—. Pero no puedes escapar de tu realidad. Llora, recóbrate y pelea, tienes un mundo de oportunidades allá afuera —me miraba con tanta ternura que empezaría a llorar—. Y no estás sola, Vi. Ya no.
Karim también conocía el mito del Montero Celestial, él sabía en términos generales de qué trataba y también era consciente de que era muy probable que se refiriera a mí, pero si yo era algo escéptica, el lo era el triple.
—No la odies, no es su culpa —Karim intentó proteger a Siena—. No debieron esconder su nacimiento, pero en tal caso es culpa de la tía.
Y era verdad, si desde el principio ambas hubiésemos sabido que alguna de las dos sería nombrada Montero Celestial, estaríamos preparadas, no habría decepciones ni disgustos, pues desde el principio habríamos sabido que podíamos ser o no.
Karim logró hacerme salir de la cama, casi me obligó a estudiar para el examen de admisión y, sobre todo, me ayudó a ver qué es lo que querría hacer en un futuro.
La idea de ser psicóloga quedó atrás, lo elegí porque debía estudiar algo, pero jamás me convenció. Al final me decidí por química, después de todo, eso era lo más cercano que estaría alguna vez a la magia.
Llevaba cuatro horas metida en el laboratorio esperando a que se llevara a cabo la destilación de un compuesto. Ya habíamos terminado todo el trabajo teórico y solo debíamos esperar a que lo práctico arrojara los resultados que esperábamos.
—¿Qué dirías si te propongo beber hasta el amanecer? —susurró Daniela en mi oído—. Todo seguro, una casa cómoda y cuando mucho unas siete personas.
La miré. Su sonrisa traviesa que solía aparentar inocencia solía ser irresistible para unos, pero en mi caso, había sabido desconfiar de aquello que parecía no romper un solo plato y que al final resultaba ser lo más malévolo del mundo. Ajá, hablaba de los malditos duendes. Daniela no era para nada como ellos, su alma era pura mientras que los elementales eran perversos, pero Daniela era muy convincente para algunas cosas.
—Diría que suena falso.
Ella soltó un quejido. Llevábamos un año conociéndonos, era un año menor que yo, pero a veces sentía que nos separaba un abismo.
Cuando Karim vio el resultado del concurso de selección de la universidad y resultó que fui aceptada, prometí dar todo de mí e incluso más para hacer que funcionara. Porque ya había perdido mucho, no estaba dispuesta a hacer tonterías para perder lo que acababa de conseguir.
Karim vivía bastante bien, claro que él tenía ocho años más que yo, pero lo había logrado. Tenía un departamento bien ubicado, pagaba a tiempo todos los gastos, siempre tenía comida en el refrigerador y además criaba de forma increíble a una iguana. Una vez incluso la vi durmiendo en su cama porque se escapó de su jaula.
A él le había costado esfuerzo, sacrificio y trabajo, algo que yo también estaba dispuesta a hacer. Karim no tenía una buena racha en el amor, pero era exitoso en su trabajo. Yo tampoco tenía una buena racha en el amor, pero intentaría ser una profesionista exitosa como él.
Los primeros meses fueron pesados, cada recuerdo de Lucas dolía como la m****a. Las primeras dos semanas imaginaba que aparecería en la puerta y me diría que recapacitó y que debíamos estar juntos. Y así me pidiera volver con él al mundo montero, lo haría sin dudarlo.
Por momentos recordaba a Ariana y a Josué, no me pude despedir de ellos. Una parte de mí seguía resentida con Ariana, probablemente siempre lo haría, pero Josué era un caso diferente y a veces imaginaba que iba caminando por la calle y sin querer nos cruzábamos.
Dada la vida tan peligrosa de un montero, ellos dos bien podrían estar muertos.
Fue gracias a Dani, a Karim y a Jossy que logré salir adelante. Mi hermano y mis amigas me hacían ver la vida menos gris y al final logré volver a sonreír.
Pero no había hecho ninguna tontería, nada de beber, de fumar, de drogarme, ni siquiera... Bueno, sí, seguía virgen. Lucas ya no era parte de mis sueños, su recuerdo me seguía doliendo, pero su imagen cada vez aparecía menos y solía distraerme de mil formas como las clases de crossfit o las clases de natación. Además, estaba apuntada a danza aérea y aunque sufría demasiado estando en las alturas, me ayudaba a no pensar en mi miseria.
—Vamos, Viviana —se lamentó—. Llevamos un año siendo amigas y no hemos bebido una sola vez.
—Porque no bebo, ya te dije.
—Pero ¿por qué? —observó las gotas caer—. Si es por cruda o cruda moral yo también he tenido. Se te pasa. Juras jamás beber de nuevo, pero lo superas y vuelves a beber.
Pero es que ella no había perdido la dignidad de la manera en que yo lo hice. De no haber sido por mi estupidez, Lucas no se habría enterado de mi enamoramiento y no habría intentado alejarme. Esa noche fue la que cambió todo.
—Solo no me gusta... ¿Va a ir Jossy?
Jossy era la chica más extrovertida que jamás había conocido. No me consideraba tímida en absoluto, se podría decir incluso que mi seguridad en mí misma rayaba en el egocentrismo. Se lo atribuía a mi época como montera, pues nos la vivíamos compitiendo, debíamos confiar en nuestras habilidades y sobre todo en nuestros instintos.
Además, era sociable, no al nivel de tener amigos esparcidos por todas partes, pero sabía caerle bien a la gente y siempre tenía tema de conversación.
Pero Jossy hablaba hasta con las paredes, no entendía como éramos tan amigas si Daniela era tímida, yo era el punto medio y Jossy era el alma de la fiesta.
—Claro que va a ir —Dani dijo como si fuera obvio—. Ella me pidió que te convenciera.
Y eso era lo que me aterraba. Jossy salía de fiesta cada fin de semana, no tenía límites y de alguna forma siempre tenía planes para el after. Estar con ella significaba que podríamos terminar en la playa sin recordar cómo llegamos hasta ahí. Una vez chocó su auto contra un poste y ella durmió en el pavimento hasta que un conductor pasó cerca y llamó a la policía y a una ambulancia.
—Podemos intentarlo el año que entra si solo estamos nosotras tres.
—No, Viviana, ya es hora de que superes lo que sea que te ocurriera y abras las puertas de tu nueva vida.
Yo no le había contado que provenía de un linaje de monteros antiguo y que todos mis sueños habían sido destrozados, pero sí sabía que había pasado por algo triste y complicado que me negaba a relatar. Ella pensaba que se trataba de un simple corazón roto y lo era, pero también había algo más complejo.
—Hagamos un trato —podía intentarlo, siempre podía escapar si algo salía mal—. Voy, pero a las diez me voy.
—Eso me sirve, Vivia —Daniela alzó un pulgar—. Estoy dentro.
Sabía que me iba a arrepentir, pero también sabía que no podía vivir castigándome para siempre.
Aquella noche no fue algo tranquilo en una casa segura con siete personas cuando mucho, fue un bar que tenía bebidas de todos colores y sabores, con música tan fuerte que debía gritar para hacerme escuchar y un tumulto de gente que se apretujaba sin importarle el sudor y el calor.
Jossy estaba contenta y más que nada, ebria. Su mirada bobalicona y sus palabras arrastradas la delataban. Llegó a abrazarme con fuerza y se rio.
—Eres increíble Vivia, te juro que te adoro.
Sí, claro. Eso mismo ya se lo había dicho al menos a cinco personas, dos de ellas que justo hoy había conocido. La canción cambió y por los altavoces sonó una canción viral, cuyo máximo apogeo se había dado en el último mes y que Jossy catalogó como su canción. Soltó un gritito emocionado y saltó directamente a la pista de baile.
El mesero trajo la bebida y probé el líquido rojo brillante sabor cereza. Ya me había tomado un mojito, esa sería mi segunda bebida y me había dado un límite de tres. Dado que ya eran las diez de la noche, decidí darme hasta la medianoche para seguir disfrutando de una velada que iba mucho mejor de lo que había imaginado.
—Jossy se está conteniendo, ¿sabes? —Dani se sentó junto a mí—. No quiere asustarte.
—No me asustaría verla en peor estado.
—Pero de salir con nosotras, ella en verdad te aprecia.
—¿Y tú no?
Dani abrió la boca, indignada, parpadeó varias veces y volteó la cabeza como si la hubiese ofendido.
—Es un insulto que lo digas —chilló por encima de la música—. Si yo fui quien te habló antes.
En realidad, fui yo quien le habló primero a Dani, pero no iba a discutir por ello.
—Y solo venía a decirte que hoy es el día en que dejaré atrás mi timidez para hablarle a ese chico de ahí —señaló a un moreno de cabello corto—. Es de la carrera también.
En mi vida lo había visto, aunque no era como que conociera a todos los de la universidad. Dani siempre hablaba de que le gustaba ese o aquel, el alto o el bajo, el que conoció ayer o el que había conocido hace medio año. El problema es que nunca les hablaba, era tímida y no podía formular una oración coherente sin caer en balbuceos. Habíamos estado trabajando en ello y era momento de ponerlo en práctica.
La vi revolotear alrededor del chico durante unos minutos, después reunió el valor necesario y se sentó con él a platicar. Y entonces alguien cayó a mi lado pesadamente, fue tan súbdito que por un momento creí que había sido un error. Hasta que lo vi.
Lucas no había cambiado mucho, tenía el cabello más largo y rebelde, una cicatriz pequeña adornaba su mejilla izquierda y el brillo en sus ojos se notaba mucho más refulgente. Se veía feroz y por mucho, era el hombre más caliente en el bar, vi algunas chicas mirarlo sin decoro y a algunas otras murmurar emocionadas. Pero él solo me veía a mí, sus ojos me analizaron profundamente, como si en lugar de un año hubiesen pasado diez.
Se me cortó la respiración, mi pulso se aceleró a una velocidad que dudaba fuera compatible con la vida por mucho tiempo y un nudo apareció en mi garganta. Era él, lo tenía frente a mí en carne y hueso y no solo como un recuerdo borroso que clamaba por olvidar.
Claro que me iba a encontrar, siempre cargaba conmigo el bendito localizador por si alguna vez necesitaba verme. <<Necesito saber que estás bien>>. Fueron sus palabras y yo siempre le fui devota como para no fallarle, o al menos hacer el intento de no hacerlo.
Al principio creía que me iría a buscar un par de semanas después de la ceremonia de coronación, me gustaba imaginar que estaría metida bajo las sábanas restregándome en mi tristeza y que de pronto tocarían a la puerta, que él me diría que lo había pensado y que se había dado cuenta de que no podía simplemente ignorar su amor por mí. Y así me dijera que debía volver al cuartel y solo podríamos vernos una vez al mes o incluso cada dos meses, yo lo aceptaría, gustosa.
Y si en ese momento me pedía volver, lo seguiría sin dudarlo.
Pero eso no había pasado. Seguía sin aceptar el hecho de que existía la posibilidad de jamás verlo de nuevo, en mi mente debíamos vernos una vez más. Solo que no así. Aquí.Me envolví en una coraza de realidad para evitar desilusionarme, porque debido a la ingenuidad me había lastimado yo sola. Estaba feliz de verlo, pero primero debía de saber qué quería, pero eso no evitó que mi sonrisa fuera grande y genuina, él solo esbozó una pequeña sonrisa, como si no quisiera demostrar que se alegraba de verme. Y eso dolió.—A que tardaste en recordar a esta belleza —dije señalándome con actitud juguetona, pero seductora, él suspiró—. Nuevo año, nueva yo.—No creas que no me da gusto verte bien y completa —quise tomar su comentario como un cumplido—. Pero creí que serías más responsable.El malhumor se posicionó sobre mi cabeza.—Y yo que me estaba alegrando de verte.Nunca había fumado, desconocía el sabor y la sensación de hacerlo, pero cuando vi la cajetilla abierta, pensé que estaría bien
ActualidadAmo a mi hermano, en serio lo hago, es la persona a quien más valoro en el mundo, pero eso no impide que me enoje con él por no querer darme el dinero que me corresponde por herencia. Carajo, así como él tuvo todo el derecho de reclamar su cuenta en el banco, yo también tengo el derecho de hacerlo. Y lo que más me enoja es que me lo estuvo ocultando por mucho tiempo.De haber sabido que tenía una cuenta bancaria a mi nombre con una cantidad que, si bien no era tan cuantiosa como para no hacer nada toda mi vida, pero era lo suficientemente grande como para sacarme de algún apuro como en el que estoy ahorita, las cosas serían muy diferentes.—Tienes que darme la información completa —digo a través del teléfono—. Necesito el dinero urgentemente. Me pertenece.—Claro que te lo voy a dar —replica enfadado—. Pero hasta que estés limpia. No voy a permitir que con el dinero que te dejaron mis papás te de una sobredosis.La verdad no entiendo cómo es que mis padres no cancelaron esa
Me hallo flotando a la deriva, todo a mi alrededor es negro, pero no tengo miedo, más bien me relajo. La temperatura es agradable, siento cosquilleos en mi piel que me dicen que no hay razón para preocuparse. Y además está el sonido; es rítmico y agradable, tranquilo. Es como si algo rozara con…Una dura sacudida me devuelve a la realidad y me obliga a abrir los ojos.—Por dios, qué horror —mi hermano me mira con lástima—. Deberías verte.—Tampoco es como que tú seas el príncipe azul cuando te acabas de despertar.Al incorporarme, la cabeza me duele como los mil demonios. Suelto un quejido y la sostengo con ambas manos.—No me refiero a eso.Sé perfectamente a lo que se refiere.—Tuve el sueño más pendejo del mundo —dije lentamente—. El hijo de puta de Lucas estaba en Silex, se veía tan cogible como siempre, pero te juro que lo quise matar —el dolor aminora por momentos—. Ya superé al cabrón, no lo tocaría, aunque fuera tu salvación —suspiro—. Tuve que odiarlo para superarlo, ¿qué tal
Sé lo que va a pasar a continuación: Seré obligada a lo que sea que Lucas esté planeando, pues dudo que viniera nada más a dar la mala noticia, además, Karim tiene un brillo extraño en la mirada, algo está ocultando. Lo que sea que hayan planeado, no puede ser bueno porque Lucas no es alguien de fiar y definitivamente tiene la capacidad de obligar a mi hermano a lo que sea. Y en teoría a mí también, la diferencia es que yo no me dejaré tan fácil.—Muy triste y todo —bostezo y toco el agua, está tibia—. Pero debo llegar a la escuela de mierda, tengo examen y por muy poco preparada que esté, quiero presentarlo.—Viviana ¿no oíste? —su tono empieza a irritarme— ¡Papá fue asesinado!Y claro que me impacta, incluso me duele a pesar de que me reprocharan la decisión de irme en lugar de apoyarme. Siempre intenté llevarme bien con él, a pesar de que me exigía en exceso algo que ningún padre le desearía a su hija. Siempre he pensado que ser hijo de monteros es una mierda porque no te dan la de
Rigo es un imbécil, siempre lo ha sido y siempre lo será, ya está escrito en su destino, pero fuera de todo, es una persona agradable en lo más profundo de él. En cuanto llego pidiéndole ayuda, me deja estar en su casa sin ningún problema, incluso me da un par de porros de marihuana por cuenta de la casa. Ese es el maldito mejor lugar en dado caso de que se quiera escapar de los problemas… Incluyendo a la policía.—Te digo, bro —está más ebrio que una cuba—. Hay que ver todo como un todo, nada importa, al final vamos a morir.—Es mentira en parte —aporta una chica de cabello azul—. Mientras vivamos, importa, porque las acciones repercuten en el futuro o el ahora.Da una calada de su porro y exhala relajada, el aroma invade mis fosas nasales. Parte del haber dejado de fumar fue el olor, es casi insoportable, además, solo provocaba que me riera como estúpida y que reflexionara de más. Aún así, una parte de mi extrañaba esta sensación de relajación. Este instante en que nada me importa
Corro al automóvil y el caos se forma. Oigo los gritos de Rigo y los demás, alguien dice mi nombre, no reconozco la voz. Una bala de directo a un arbusto, otra va a parar a la puerta del automóvil y entonces es cuando noto lo raro: La bala se evapora en cuánto toca el metal, ni siquiera sufrió una abolladura ¿Qué mierda? Ese segundo de confusión es lo suficiente para distraerme, Lucas llega a mí en menos de cinco segundos quedo inmovilizada.Pone un trozo de servilleta en mi nariz y aspiro un aroma hermoso a lavanda con jazmín. En menos de dos segundos me quedo inmóvil. No inconsciente, no dormida, no desmayada, solo inmóvil. Puedo ver todo y sentir todo, pero es imposible hablar o moverme, empiezo a entrar en pánico, no entiendo qué está pasando.—No te asustes, solo estarás así por unas cuántas horas —explica Lucas mientras me carga—. Volverás a la normalidad. Ahora, Vi, nos vamos. No quería hacer esto por las malas, pero no me dejaste opción.Puedo contestarle que se vaya a la mier
Josué me ayuda a desempacar, aunque fue en contra de mi voluntad, pues yo no tenía planeado desempacar un solo calcetín, pues no traía gran cosa empezando porque ni siquiera hice yo mi maleta. Al ver el vestido que Karim eligió para mí, debo contener una risita, ese trozo de tela no es más que un trapo que tenía años de vivir en lo más profundo de mi clóset. Es bonito, no lo voy a negar, pero ni de broma me va a quedar.Para mal, he perdido muchísimo peso. El preferir gastar dinero para drogarme que para comer ha cobrado su precio y a pesar de que nunca tuve un cuerpo de ensueño, solía sentirme dentro de un cuerpo normal. Ahora, gracias a mis vicios, soy tan delgada que a simple vista pareciera que cualquiera podría quebrarme en dos con tal facilidad como si estuviera hecha de pan. Además, mis escasas curvas desaparecieron y la carne sobre mis huesos es escasa.No me veo tan mal como otras personas, pues he conocido drogadictos que son casi esqueléticos, con tantas lesiones y enfermed
—Preguntas hasta el final —Josué continúa—. Ellos mismos se hacen llamar dioses, el primer ataque fue hace un par de meses, Betsabé, la de tierra, hizo que se derrumbara una colina y hubo varios muertos. Algunos monteros fueron a revisar creyendo que se trataba de algún dragón o algo así. Pero de la expedición solo volvió uno; lo dejaron vivo como mensajero y el pobre dijo que estábamos perdidos.—¿Y qué dijo la diosa?—Que nos preparáramos para la guerra.—No entiendo, ¿son dioses cómo los dioses griegos? —pregunto incrédula—. Porque si son inmortales…O poderosos. O ambos, estamos perdidos.Josué se rasca la cabeza, luce incómodo.—No sabemos —hace una mueca—. Aparecieron hace dos meses, ni siquiera los más viejos saben algo. Solo hemos visto a dos, la verdad sí da miedo si quiera ver al tercero.—¿Cómo son? —una arruga aparece en la frente de Karim, siempre que está concentrado se ve así.—Pues… Raros —suspira—. Por suerte no he visto a uno en persona, pero Ari… Una amiga le tomó fo