Capítulo 9.3

Corro al automóvil y el caos se forma. Oigo los gritos de Rigo y los demás, alguien dice mi nombre, no reconozco la voz. Una bala de directo a un arbusto, otra va a parar a la puerta del automóvil y entonces es cuando noto lo raro: La bala se evapora en cuánto toca el metal, ni siquiera sufrió una abolladura ¿Qué mierda? Ese segundo de confusión es lo suficiente para distraerme, Lucas llega a mí en menos de cinco segundos quedo inmovilizada.

Pone un trozo de servilleta en mi nariz y aspiro un aroma hermoso a lavanda con jazmín. En menos de dos segundos me quedo inmóvil. No inconsciente, no dormida, no desmayada, solo inmóvil. Puedo ver todo y sentir todo, pero es imposible hablar o moverme, empiezo a entrar en pánico, no entiendo qué está pasando.

—No te asustes, solo estarás así por unas cuántas horas —explica Lucas mientras me carga—. Volverás a la normalidad. Ahora, Vi, nos vamos. No quería hacer esto por las malas, pero no me dejaste opción.

Puedo contestarle que se vaya a la mier
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