—Gracias.Y lo agradezco en serio.—Un placer —el tono del vampiro se vuelve juguetón— ¿Ahora me dirás por qué no luchaste?Bufo, exasperada, no tengo ganas de hablar de mi instinto suicida quien llega a ganarle a veces al de supervivencia.—No soy montera —intento limpiar la sangre de mi hermano con mi playera—. Lo fui, pero tiene años que no. No he entrenado.—Estabas tirada, solo debías correr.Este vampiro comienza a irritarme ¿Qué le importa? Todavía si fuéramos amigos lo entendería, pero es un enemigo. ¡Un enemigo! Estamos conviviendo con el enemigo.—Entré en pánico.—Algo malo para una ex montera. —Ex montera y todo, pero aún sé clavar una estaca en sus podridos corazones —decreto, enfadada—. Podrías ser el que me haga recordar mis entrenamientos pasados.El vampiro simplemente se ríe, lo hace tan natural, que de pronto no parece el asesino mortal que aterroriza a los niños por las noches y bebe sangre de inocentes hasta vaciarlos durante las lunas nuevas. Se despide con la
Las miradas de la mayoría son de reproche, irritación, desagrado e incredulidad. Soy consciente de que todo pareciera un invento mío en un intento desesperado por llamar la atención. Viéndolo desde el exterior pensaría lo mismo.Pero es que es tan obvio.Tuve un momento terrible, mi adicción era tal, que ni siquiera pensaba con claridad, estuve a punto de morir por una sobredosis y de no ser por Rigo, lo habría hecho. En ese entonces me juntaba con gente poco fiable, de moral dudosa y cuyo único fin era conseguir producto sin importar lo que se tuviera que hacer. Era feo, era tétrico. Pero aprendí a leer a la gente, a observar sus rasgos, sus respiraciones, sus miradas y sus movimientos. Hay gente entrenada, claro está, pero en general suelen cometer errores en algún momento. Y estos los delatan.Humberto pudo engañarme en un principio, tal vez mañana, cuando empiece a tener síndrome de supresión, habría sido mejor para despistarme. Pero de momento todavía tengo pensamientos coherente
Estoy tan centrada en sufrir lo menos posible, que no me doy cuenta de que recorremos exactamente el camino que me lleva a mi habitación asignada. Entramos, él dándome el paso porque a pesar de todo, es un caballero. Me siento tan débil, que tomo asiento en la cama mientras me abrazo a mí misma.Lucas cierra las ventanas y las cortinas, no presto mucha atención, pues mirar fijamente una mancha en el suelo me ayuda a olvidar que las extremidades me empiezan a hormiguear. Escucho que Lucas abre cajones, los cierra, mueve muebles y demás, mis párpados me traicionan y amenazan con cerrarse.—Lo necesito ya.No intento sonar odiosa ni exigente, más bien suplicante, pues esto es apenas una probada de lo que vendrá. Cuando miro a Lucas, me doy cuenta del terrible error que cometí. Él me mira inexpresivo, tal vez un brillo minúsculo de algo que no alcanzo a entender es una emoción que me estruja el corazón. Lo alarmante es que tiene cinturones en las manos y definitivamente no es para algo qu
Es mi castigo por ser una mala persona. Es lo mínimo que merezco: Ser devorada por serpientes de fuego y ojos brillantes que denotan deseo asesino.El asunto más interesante de todo es que desde mi perspectiva todo pasa en cámara lenta, a pesar de que una minúscula vocecita me grita que esto no es real por el simple hecho de que es imposible, mi razón lo ignora y al final solo queda la certeza de que el mundo se está volteando de cabeza. Giro el cuello para ver a los que me persiguen, están a una buena distancia, pero yo no logro correr más rápido, al contrario, mis piernas se vuelven mucho más pesadas y entonces es imposible poder levantarlas más.Llega un momento en que me quedo parada y por más que me ordeno seguir adelante, estoy tan quieta como si me volviera de metal. Cierro los ojos para evitar mirar hacia atrás y encontrarme con los ojos brillantes, espero paciente a que la muerte venga a reclamarme.Y nunca llega.Cuando la cuenta que no recuerdo haber empezado llega a ciento
Si quiero salir de esta, debo hallar un lugar en el que la luz de luna sea escasa, pues de esa forma será un esqueleto y solo habría que arrancar un hueso para vencerlo.Ahora que sé que tarde o temprano tendré que enfrentarme a él, prefiero que sea temprano y terminar de una vez con esto.En el más profundo silencio, me lanzo en contra del lobo, este ya me espera, pues muestra los colmillos y se lanza en mi contra. A un par de centímetros de él, ruedo de lado y lo esquivo, este sigue derecho algunos metros, después me mira de nuevo. Desde el suelo veo como su pata se vuelve esqueleto al estar bajo la sombra de un árbol. Debo meterlo al bosque, no hay de otra, en este claro será imposible.Cargo contra él tres veces más y aplico la misma estrategia, en la última, casi me da su zarpazo de lleno en la cara. Está aprendiendo.Para cambiar de estrategia me quedo sentada, el lobo ladea la cabeza, como si estuviera confundido. Se pone a cuatro patas y se acerca a mí, olfateándome. Me quedo
Ahora que estoy más centrada, trato de procesar lo que estoy viendo.Estoy en medio de una arena, alrededor de nosotros hay gradas en dónde todo tipo de seres existen. Bueno, casi todos si no contamos a los supuestos ángeles y dioses. Lo más extraño y enfermizo es reconocer que están conviviendo tranquilamente mientras están mezclados ¡Mezclados!No se supone que los místicos se lleven bien entre ellos, se odian porque todos pelean por humanos, se odian porque siempre quieren demostrar fuerza e inteligencia, existe una lucha de egos por ver quién es más hábil, fuerte y capaz. A pesar de que todos tienen en común la necesidad de asesinar humanos para sus diferentes fines, jamás podrían ser amigos, lo dicen ellos y lo dicen monteros en sus diferentes libros que han escrito a través de los años gracias a sus investigaciones.Pero la vista es surreal, pues en las gradas están las siete razas de místicos, veo junto a un vampiro a dos hadas, un elfo y un guerrero monstruo serpiente-mono hab
Sí, eso es fácil de comprender. En parte creo que ya lo sabía. Asiento, yo solo quiero irme de aquí.—Tú llegaste tarde a las pruebas —continúa la montera antigua—. Pasaste con éxito el obstáculo creado por los elementales en conjunto con los guerreros monstruo y de hecho fue en tiempo récord —trago saliva—. Después te enfrentaste a la prueba de los espectros con los hombres lobo y lo hiciste bastante bien. No creímos que pasarías el obstáculo de los hechiceros con los dragones —¿dragones? Entonces es verdad que existen—, pero lo lograste y de una forma que nadie más hizo —miro a mi mamá, de repente queriendo verla sonreír para calmarme, pero está seria—. Y cuando finalmente te enfrentaste a la prueba final, ni siquiera te coaccionaste, fue como si te resbalara mágicamente. Además de que derrotaste a los seis que quedaban, entre ellos Lucas y Siena.Parpadeo varias veces en caso de que esto siga siendo parte de una alucinación y de repente todo se disuelva ante mí, pero no pasa. Es e
Correr, no mirar atrás, llegar al cuartel. Me repito las palabras varias veces para no desconcentrarme y cometer algún error. Si drogada mientras alucinaba logré llegar acá, bien puedo regresar al cuartel mucho más rápido y en mucho mejor estado.Mi hermano no debe tener idea de lo que pasó, no tengo un aproximado de cuánto tiempo estuve fuera o cuánto transcurrió desde que salí de mi habitación, pero dudo que hayan sido diez o veinte minutos, por dios, ahorita deben ser como las tres de la mañana o algo así. Karim me va a matar. Sabía que no debíamos regresar, todo en mí gritaba que era pésima idea y aun así no intenté con más fuerza disuadir a mi hermano para escapar de Lucas.La realidad es que casi esperaba que sonaran una alarma, creí que habría gritos y advertencias, tal vez que algunos si no es que muchos monteros saldrían en mi busca… Pero no. No he mirado hacia atrás, me niego, pero a juzgar por lo que escucho, todo está calmado, tranquilo y la única que desentona en tal imag