Capítulo 13

Las miradas de la mayoría son de reproche, irritación, desagrado e incredulidad. Soy consciente de que todo pareciera un invento mío en un intento desesperado por llamar la atención. Viéndolo desde el exterior pensaría lo mismo.

Pero es que es tan obvio.

Tuve un momento terrible, mi adicción era tal, que ni siquiera pensaba con claridad, estuve a punto de morir por una sobredosis y de no ser por Rigo, lo habría hecho. En ese entonces me juntaba con gente poco fiable, de moral dudosa y cuyo único fin era conseguir producto sin importar lo que se tuviera que hacer. Era feo, era tétrico. Pero aprendí a leer a la gente, a observar sus rasgos, sus respiraciones, sus miradas y sus movimientos. Hay gente entrenada, claro está, pero en general suelen cometer errores en algún momento. Y estos los delatan.

Humberto pudo engañarme en un principio, tal vez mañana, cuando empiece a tener síndrome de supresión, habría sido mejor para despistarme. Pero de momento todavía tengo pensamientos coherente
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