Al día siguiente me despierto temprano, envuelta como se me ha hecho de costumbre, entre los brazos de Taras. Lo dejo a él en la ducha cuando me marcho a la sala de entrenamiento. Necesito sacar la adrenalina que tengo dándole unos golpes al saco de boxeo.
Paso aproximadamente una hora en ello. Concentrada en mis movimientos, en mi evolución, en los gritos de James pidiendo más rendimiento de mi parte. Le doy una patada al saco con frustración y miro a mi guardaespaldas con el ceño fruncido.
—Te aprovechas de la situación, ¿no? —le digo entre dientes.
Sonríe de lado con arrogancia.
—Es bueno darle órdenes a la jefa de vez en cuando.
Niego con la cabeza y me acerco a mi botella de agua para poder refrescar mi garganta seca.
—No te acostumbres.
—A mí me perece perfecta. No tiene nada que mejorar. —Ambos g
Me dirijo a la jaula de los perros de seguridad con un fin: visitar a Vladimir Popov. Es su suite de lujo personalizada, con ladridos y gruñidos a cada segundo, con mal olor a heces y a orine animal, sin olvidar el olor característico de un perro cuando pasa tiempo sin un buen baño.Allí me esperan los hombres que se lo han llevado hace un rato de la sala comedor. He de decir que el ambiente se volvió algo tenso y desagradable, por lo que dimos por terminada la reunión que a mi parecer ha salido fructífera en demasía. Los resultados han sido excelentes. Otros, lamentablemente, no pueden decir lo mismo.A mi lado marcha mi madre. Konstantin ha decidido ir con la suya hasta su casa; la pobre Olesya está desconsolada, no entiendo por qué, pero bueno... Esos son asuntos de mujeres enamoradas de maridos idiotas. Taras ha acompañado a sus padres hasta su hogar y luego regresará
Levanto una ceja ante el hombre que me mira con una sonrisa que pretende ser amable. Lo examino de arriba abajo, no tiene apariencia de ser un hombre mayor, pero tampoco es joven.—No —contesto con sequedad—. No tengo el placer. ¿Quién eres y qué quieres?Boris pone una mano en su arma, aunque se muestra sereno. El hombre, Dominic, ve de reojo el movimiento y traga saliva. Así que aquí tenemos a un pequeño cobarde.—Verás, tu padre...Lo interrumpo alzando una mano.—Vamos a mi oficina. Te advierto: tienes todas las de perder si intentas hacer algo estúpido —le espeto antes de darle la espalda y caminar en dirección al estudio.—¿No piensas vestirte? —Niego con la cabeza, divertida.—¿Eso a ti qué te importa? Tú insistes en verme y yo estaba en la piscina.Me encojo de ho
No me amedrentan los rostros frente a mí que me miran con seriedad. Al menos el de Ruslan Lavrov, los demás son más cercanos y los cuales considero inferiores a mí, como el de Vadim Popov. Konstantin y Taras también están.Obviamente es una reunión formal de la Organización para dejar claros los cambios efectuados de una vez por todas y así poder trabajar cada quien en lo que le corresponde. Junto a nosotros no se encuentra Grigoriy Popov, con él hablaré más tarde para que pueda ir a ejercer su mando en el asentamiento inglés. Una llamada y mi hombre encargado allá pasará a ser su mano derecha o más bien su “vigilante”; ya he acordado algunas cosas con él y está dispuesto a fingir para que el hijo mayor de Vladimir crea que es en realidad un jefe allá. Todo para mantenerlo en una fantasía y, por ende, leal a m&ia
Miro fijamente a los dos hombres frente a mí. Ambos me brindan una expresión enojada, ninguno de los dos está de acuerdo con la decisión que he tomado y, siendo franca, no me importa. Yo mando sobre mí, ellos no cambiarán eso.—Ya hemos hablado de esto —digo colocando mi arma en su funda en mi cintura. Taras gruñe y Konstantin aparta la mirada, disgustado—. Ustedes se quedarán a cargo aquí por unas horas en lo que yo viajo al asentamiento irlandés. ¡Ni que fuera a salir del país! —me quejo.—Es peligroso, Svetlana. No puedes ir —dice entre dientes mi amante.Acaricio mi sien con los dedos en un claro gesto de frustración.—No estaré sola, iré con James y Sergéy.—No me parece una buena idea, no porque no creamos en ti, sino porque dudamos de ellos. La mafia irlandesa no es de fi
Todavía hay cuentas por cobrar, gente por hacer pagar, pero no me siento con la fuerza suficiente para hacerlo. Siento que esto está consumiendo todo de mí. Tanta venganza no es buena, pero tenía que hacerlo, nada podía quedarse así sin más. Alguien debía responder, y lo hicieron. Sin embargo, hay una persona que, aunque no participó en la muerte de aquellos que amaba, sí formó parte de mi propio asesinato. Él, junto al que creía entonces mi padre, acabaron con quien era, hicieron desaparecer a la vieja Lana.Dejo a Taras durmiendo y me deslizo con sigilo hasta quedar fuera de la cama. No me molesto en nada más que lavar mis dientes antes de bajar a la planta inferior y ordenarle a mis hombres de turno que me acompañen a la casa de los perros.Anoche soñé con Aleksei. Es algo raro porque nunca sueño; me agradeció porque lo q
Me quedo esperando a Vladislav toda la noche sin poder pegar un ojo por la ansiedad. Camino de un lado a otro por toda la sala de estar y bajo la atenta mirada de Konstantin, al menos las primeras horas, ya que a media madrugada se fue a dormir.Doce horas se toma mi padre en llegar. Son las siete de la mañana y el día ha amanecido particularmente nublado, gris y triste, como mi alma al pensar que él me pueda odiar por ocultarle la verdad.Cuando entra a la casa, me quedó paralizada al verlo. Espero una reacción violenta de su parte hacia mí, atenta para recibir la reprimenda más grande de toda mi vida. Me siento como si tuviera cinco años de nuevo y cometía alguna travesura; callada aguantaba los reclamos del hombre que en ese entonces adoraba: Svyatoslav. Pero ahora es diferente, porque no es Slava que está delante de mí, sino Vladik, y él nunca me regañó p
Más tarde acompaño a Vladik a la casa de los perros. James encabeza nuestra marcha y acata las órdenes de mi padre como fiel escolta.—Sácalo aquí —le pide. Entre tres sacan al maloliente Vladimir de su celda. Su aspecto es nauseabundo y no tiene fuerzas ni para mantenerse en pie—. Quítenle las ataduras.Cuando Popov levanta la mirada, contempla con sorpresa a Vladislav. No entiendo por qué.Observo al margen cómo mis guardias desatan al hombre que cae de rodillas en el pasto del patio. Los escoltas lo rodean por si intenta salir corriendo a la vez que papá se coloca nudilleras de acero en sus dedos, seguido unas vendas para protección. En los ojos de Vladimir se refleja el miedo mientras ve cómo Vladik se sube las mangas de la camisa hasta sus codos.—¿Sabes por qué estoy aquí? —le pregunta de forma amenazante colo
Observo detenidamente cómo Dasha dispara a la diana con el ceño fruncido, concentrada. La bala da en la unidad uno, en comparación a los anteriores tres tiros que se han desviado de su camino.—A ese nivel apenas has rozado el brazo de tu atacante. Levanta los brazos, afianza el agarre y no te distraigas de tu objetivo.Ella hace lo que le pido y el siguiente disparo impacta en la unidad tres del tablero.—Bien. Ahora dispara tres veces seguidas —ordeno. Ella lo hace.Dos de las balas se desvían, solo una impacta en la unidad uno.—Soy un asco —bufa bajando sus brazos.Me ve con enojo.—Oye, es la primera vez que disparas un arma. Tranquila, solo es cuestión de práctica.Paso por su lado y apoyo una mano en su hombro en forma de apoyo.Ella hace una mueca.—Pero tú eres muy buena —replica.&m