Todavía hay cuentas por cobrar, gente por hacer pagar, pero no me siento con la fuerza suficiente para hacerlo. Siento que esto está consumiendo todo de mí. Tanta venganza no es buena, pero tenía que hacerlo, nada podía quedarse así sin más. Alguien debía responder, y lo hicieron. Sin embargo, hay una persona que, aunque no participó en la muerte de aquellos que amaba, sí formó parte de mi propio asesinato. Él, junto al que creía entonces mi padre, acabaron con quien era, hicieron desaparecer a la vieja Lana.
Dejo a Taras durmiendo y me deslizo con sigilo hasta quedar fuera de la cama. No me molesto en nada más que lavar mis dientes antes de bajar a la planta inferior y ordenarle a mis hombres de turno que me acompañen a la casa de los perros.
Anoche soñé con Aleksei. Es algo raro porque nunca sueño; me agradeció porque lo q
Me quedo esperando a Vladislav toda la noche sin poder pegar un ojo por la ansiedad. Camino de un lado a otro por toda la sala de estar y bajo la atenta mirada de Konstantin, al menos las primeras horas, ya que a media madrugada se fue a dormir.Doce horas se toma mi padre en llegar. Son las siete de la mañana y el día ha amanecido particularmente nublado, gris y triste, como mi alma al pensar que él me pueda odiar por ocultarle la verdad.Cuando entra a la casa, me quedó paralizada al verlo. Espero una reacción violenta de su parte hacia mí, atenta para recibir la reprimenda más grande de toda mi vida. Me siento como si tuviera cinco años de nuevo y cometía alguna travesura; callada aguantaba los reclamos del hombre que en ese entonces adoraba: Svyatoslav. Pero ahora es diferente, porque no es Slava que está delante de mí, sino Vladik, y él nunca me regañó p
Más tarde acompaño a Vladik a la casa de los perros. James encabeza nuestra marcha y acata las órdenes de mi padre como fiel escolta.—Sácalo aquí —le pide. Entre tres sacan al maloliente Vladimir de su celda. Su aspecto es nauseabundo y no tiene fuerzas ni para mantenerse en pie—. Quítenle las ataduras.Cuando Popov levanta la mirada, contempla con sorpresa a Vladislav. No entiendo por qué.Observo al margen cómo mis guardias desatan al hombre que cae de rodillas en el pasto del patio. Los escoltas lo rodean por si intenta salir corriendo a la vez que papá se coloca nudilleras de acero en sus dedos, seguido unas vendas para protección. En los ojos de Vladimir se refleja el miedo mientras ve cómo Vladik se sube las mangas de la camisa hasta sus codos.—¿Sabes por qué estoy aquí? —le pregunta de forma amenazante colo
Observo detenidamente cómo Dasha dispara a la diana con el ceño fruncido, concentrada. La bala da en la unidad uno, en comparación a los anteriores tres tiros que se han desviado de su camino.—A ese nivel apenas has rozado el brazo de tu atacante. Levanta los brazos, afianza el agarre y no te distraigas de tu objetivo.Ella hace lo que le pido y el siguiente disparo impacta en la unidad tres del tablero.—Bien. Ahora dispara tres veces seguidas —ordeno. Ella lo hace.Dos de las balas se desvían, solo una impacta en la unidad uno.—Soy un asco —bufa bajando sus brazos.Me ve con enojo.—Oye, es la primera vez que disparas un arma. Tranquila, solo es cuestión de práctica.Paso por su lado y apoyo una mano en su hombro en forma de apoyo.Ella hace una mueca.—Pero tú eres muy buena —replica.&m
Al llegar a casa, tuve que ponerme a atender una visita no programada con uno de los socios externos de la Organización. Sinceramente odio que lleguen así de la nada a mi hogar y sin ninguna antelación. Slava podría aceptarlo, pero yo no. Creo que debo implantar nuevas reglas y de paso también una oficina fuera de mi propiedad. ¡Vamos! Que es la casa donde vive mi familia, no puedo estar exponiéndola de esta forma.Cuando por fin el hombre se marcha, tengo la oportunidad de subir a mi habitación y relajarme un poco. La verdad que luego del almuerzo, Konstantin se mostró un poco distante y al llegar aquí lo he perdido de vista. Supongo que está ofendido por lo que planeó y por lo que yo le dije. Tampoco me voy a disculpar.Paso directo a mi comunicador con la cocina y le pido a Beth una botella de vino tinto, junto a uvas. Quiero darme un rato de relajación, ¿y
Y no volvió Taras. Para mi sorpresa, no regresó en la noche para dormir. Supongo que estoy acostumbrada a que se haga lo que yo diga, que cuando no es así. Me deja estupefacta. Pero nada de qué preocuparse, Taras es alguien pasajero en mi vida, debe ser así. No me puedo dejar llevar por ningún tipo de sentimiento que decida surgir dentro de lo que tenemos... o teníamos.Para lo que sí ha vuelto es para la reunión que con tantas ansias he esperado que suceda. La Casa Nostra nos ha convocado en un restaurante exclusivo que frecuenta su organización cuando está en Rusia. ¿Invitarlo a mi casa? Desde luego que no. Mi familia vive en ella, no los voy a arriesgar si la mafia siciliana decide apuñalarme por la espalda.Es el anochecer y todos estamos listos para partir hacia la cena de negocios. Todos menos Konstantin; mi marido se quedará. Ya vamos
TarasLana se muestra enojada, tensa y preocupada, incluso estando dormida. Su ceño se frunce en medio del sueño y se remueve a mi lado. Observarla cada noche es mi obsesión, paso horas haciéndolo, es el único momento del día en que la veo tan vulnerable, más humana, más ella misma. Me hace recordar cuando era más joven, apenas una adolescente; cuando la veía de lejos, porque me aterraba lo que me hacía sentir una niña. Parece que eso no le importó a Aleksei.Suspiro y me recuesto en el respaldar de la cama. Luego de la reunión con la mafia italiana, volvimos a casa, era obvio lo que pasaría entre nosotros, lo que haríamos después. Ella es mi debilidad, lo usa a su favor y yo caigo como estúpido a sus pies. Pero no me importa. Estoy loco por Svetlana, la amo, ¡joder! Es lógico qu
—¿Me llamabas? —dice Sergéy entrando a mi oficina. Levanto la vista de los documentos que me ha enviado Konstantin desde los casinos.—Sí, pasa. —Mi escolta entra y se pone frente a mí esperando la orden—. ¿Te molestaría viajar a Estados Unidos?Lo veo fruncir el ceño y mirarme confundido.—No, pero ¿cuál es el motivo del viaje?—Arrancarle la garganta a Dominic Lexington si no te da mi dinero —espeto con rabia.Esa maldita alimaña. Decidí confiar en él y enviarle el cargamento, se ha cumplido el plazo de pago y no he recibido nada de su parte. Al parecer tengo que recordarle quién soy y que no se debe jugar conmigo.Sergéy asiente.—Está bien. ¿Cuándo viajo?—Hoy mismo. El avión te estará
—¿Algo más que quieras decir? —le pregunto a Knowlan a la vez que me levanto del escritorio.—Podemos ofrecerte apoyo, hombres entrenados para matar.Lo miro sin expresión alguna. ¿A qué viene esa propuesta indecente?Se queda en silencio, para mi sorpresa.—Te avisaré si los necesito.—Bien. Espero que cumplas tu palabra.—Por supuesto. No soy Svyatoslav.Seamus asiente y emprende la marcha hasta la salida de la oficina con sus hombres siguiéndole el paso.Le hago una seña a James para que los escolte fuera de la casa, este se va sin decir nada tras los irlandeses.Paso las manos por mi pelo y suelto un suspiro. Siento que cada día los sicilianos me pisan más los talones. Estoy preparada para ellos, sí, pero un ataque sorpresa no me gustaría nada. No quiero bajar la guardia, que no lo har